Desde principios de nuestro siglo empiezan a surgir en nuestro pueblo un gran número de asociaciones políticas de distinto signo, encaminadas todas ellas, aunque desde ópticas políticas bien distintas, a atajar los graves problemas de la sociedad menciana. A pesar del corto número de habitantes de
En primer lugar vamos a hablar de dos de estas sociedades, las primeras de las que tenemos noticias en Doña Mencía: El Progreso Agrícola -que nace a fines de 1901- y el Casino Republicano, que surge dos años más tarde, con bastante puntos en común las dos, como veremos más abajo.
A finales de 1901 se presenta ante el Gobierno Civil de Córdoba el reglamento de la sociedad “El Progreso Agrícola” de Doña Mencía[2], cuya copia se conserva en nuestro archivo, y en el artículo primero del mismo se afirma que el objeto de dicha sociedad es “El del ahorro y capitalización del mismo en arrendamientos de fincas rústicas para contrarrestar los efectos del poco trabajo que siempre existe en esta población y la miseria que esta causa ocasiona”. No sabemos con exactitud la profesión de los socios que componían dicha sociedad, cuya lista si se conserva, pero, seguramente, que por el objetivo principal de dicha sociedad al frente de ella estarían algunos de los pequeños y medianos propietarios o yunteros de Doña Mencía, pero en su mayor parte, los socios serían jornaleros del pueblo, que también formarían el grueso del Casino Republicano que surge poco después, y de hecho, si comparamos los nombres de las juntas directivas de ambas sociedades, una mayoría de los mismos se repite. Además, para ser socio de la misma era “requisito indispensable ser obrero agrícola o dedicarse a labores del campo, pero nunca será admitido ningún propietario que viva de sus rentas...”. (art. 24).
Los fines regeneradores de dicha sociedad también se exponen con claridad en el artículo 2 del reglamento pues tratan de “conseguir por todos los medios legales lo expuesto en el artículo 1 y elevar el nivel intelectual del obrero dignificándole por medio de la instrucción empleando los medios colectivos en buenas publicaciones, estableciendo lecturas públicas y clases nocturnas con profesorado competente y conferencias dadas por los mismos obreros desarrollando en ellas los conocimientos más o menos extensos que la practica y el estudio le hayan enseñado en su vida de agricultor”. Como podemos ver, la lucha contra el atraso y la ignorancia se convierte en el primer motor de esta oleada de asociaciones que surge en
Pero dicha sociedad también era una especie de cooperativa encargada de distribuir los trabajos agrícolas del pueblo. Cada socio debía abonar una cuota semanal de “25 céntimos de peseta y los jornales que les correspondan, con arreglo a la demanda de trabajo que las operaciones agrícolas de la sociedad requieran no pudiendo llegar a más de 24 jornales”. (Art. 17). Además, “la sociedad acordará, según las circunstancias por que atraviese, el número de jornales que cada socio tenga que dar como capital y cuales han de serles abonados en dinero”(Art. 18). Y todo se realizará buscando el beneficio de los socios de “El Progreso Agrícola” pues “todos los trabajos serán hechos por socios...”(Art. 19) y “los jornales se darán por riguroso turno de inscripción...” (Art. 21). Además de una especie de cooperativa de trabajo también actuaría como una sociedad de capital ya que desde ella se repartiría el impuesto de Utilidades – “dentro o al concluir los seis años de la creación de la sociedad, (art. 27)"- y a la muerte de uno de los socios, a sus herederos la sociedad “les abonará las utilidades y si puede el capital “ (art. 35). Y entre los motivos de expulsión figura el de la "embriaguez y el de faltar de palabra u obra dentro del mismo local a cualquiera de los individuos que pertenecen dicha sociedad” (art. 25).
Además del reglamento conservamos la lista de los individuos que formaban parte de dicha sociedad y en ella sólo están los nombres y apellidos, pero no aparecen la dirección ni la profesión de los mismos. En total, y cuando se constituyó dicha sociedad, el número de socios alcanzaba la cifra de más de 450 lo que indica un grado elevado de participación. Curiosamente también se conserva un borrador con el nombre y apellidos de algunos socios acompañados de sus respectivos “alias” y entre ellos están los de Quince, el de
Además del reglamento y de la lista de socios, también se conserva la información sobre las altas y bajas –sorprende que muy poco después de su creación y con fecha del 6 de julio de 1902 la relación de individuos que se dieron de baja sea de 154- y los nombres de
Entre la documentación encontrada aparece una hoja muy peculiar: una hoja hecha a imprenta en que con grandes caracteres aparecen los nombres de
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