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viernes, 26 de octubre de 2012

Las raíces de don Juan Valera

Con motivo de las II Jornadas dedicadas a don Juan Valera que se celebrarán en Doña Mencía durante los próximos días 2 y 3 de noviembre próximos, organizadas por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Doña Mencía, os adjunto el enlace a la presentación sobre "Las raíces de don Juan Valera" en la que se puede acceder a varios documentos que se guardan en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía (Córdoba) sobre las familias de los Valera y los Alcalá-Galiano. Descarga en formato pdf.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Los Valera y los Alcalá-Galiano en el Catastro de Ensenada de Doña Mencía, 01



Hace pocos días, en la edición del Diario Córdoba del 8 de diciembre de 2010, en la página 48, Julio Merino dedicaba su columna Grandes de Córdoba a Juan Valera, y en la misma se refería a las estrecheces –la sindineritis de la que tanto habla en sus cartas- que pasaba el escritor cordobés en la capital de España y los deseos –verdaderos o no- que sentía de de retirarse a Doña Mencía “a hacer el cincinato y dejarme de quebraderos de cabeza”. Extrañamente, el articulista no cita a Cabra ni se refiere a don Juan Valera como escritor egabrense. Y pocos días después, en la edición de El País del 11 de diciembre de 2010, en un artículo dedicado a la subbética cordobesa incluido en un cuadernillo especial de viajes por Andalucía, Ana Esteban, bajo el título de Cabra y Doña Mencía, hablaba de la villa vecina al referirse a la casa natal de Valera y al Círculo de la Amistad, en cuyo patio “hacían tertulia los personajes de Pepita Jiménez”. Más tarde, y aunque nos creemos olvidados de todos, la autora se refiere a la casa solariega de los Valera de Doña Mencía en la que escritor pasaba largas temporadas y a la fuente del Ejido a la que acudía Juanita la Larga, cortejada por don Paco en su regreso al pueblo. También hay alusiones al castillo, pero desgraciadamente no se cita su reciente y acertada puesta en valor. Valera nunca se olvidó de su lugar, de su pueblo –ver el libro del malogrado César Sánchez titulado “El pueblo de don Juan Valera-, pero con demasiada frecuencia en Doña Mencía nos hemos olvidado de la trascendencia que supone el hecho de que si somos conocidos por algo, es por haber sido uno de los incuestionables referentes en la obra valeriana. Está por hacer el estudio detallado de la presencia de Doña Mencía en la larga y abundante correspondencia del escritor.

Las próximas entradas de este blog van a estar dedicadas a reconstruir, a través de la información que nos ofrece el valioso Catastro de Ensenada de 1751, conservado en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía, cómo era esta villa de la subbética a mediados del siglo XVIII y papel que jugaron en la misma las dos familias del conocido escritor: los Valera y los Alcalá-Galiano.

Los Valera y los Alcalá-Galiano en el Catastro de Ensenada
Disponemos de un dibujo original de Doña Mencía, en el que aparece en el Libro de Interrogatorios del Catastro de Ensenada y de otro ficticio, el elaborado por Carmelo López de Arce, incluido en el libro “De truhanes, Siquitraques, Barruntafríos y facinerosos… “, obra del que escribe estas líneas. A través de los mismos, sobre todo a partir del segundo, podemos hacer una idea de cómo era la Doña Mencía de mediados del siglo XVIII, habitada por unos 740 vecinos seglares –cerca de 2 900 habitantes- a los que hay que añadir los 32 religiosos del Convento Parroquial de Santo Domingo.

Antes de comentar algunos detalles del plano que hemos recreado, adjuntamos la relación de vecinos de las familias con los apellidos Valera o Alcalá-Galiano o sólo Galiano que aparecen en el libro de Seglares.


Catastro de Ensenada. 1751. Libro de Interrogatorios. Doña Mencía. AHMDM

Seglares

1. Juan Cantero Valera, Labrador por su mano o jornalero.
2. Don Pedro Joseph Valera Roldán, Hijodalgo, Alguacil Mayor y Alcaide de la cárcel.
3. Don Juan Miguel Valera, Hijodalgo.
4. Don Juan de Alcalá Galiano Roldán, Labrador por su mano.
5. Doña Lorenza Galiano, soltera.
6. Don Clemente Romero Galiano, Hijodalgo, Corregidor.
7. Doña Victoria de Alcalá Galiano. Viuda.
8. Don Juan de Alcalá Galiano Flores y Calderón, Caballero de Santiago, gobernador del estado de Baena y Alcaide del Castillo y Fortaleza de Doña Mencía.
9. María Valera, viuda, pobre.
10. Don Diego Alfonso Valera Roldán, Hijodalgo.
11. Doña Gerónima de Alcalá Galiano, soltera.
12. Don Juan Joseph Roldán Galiano, Hijodalgo.
13. Don Jacinto Roldán Galiano, Hijodalgo.
14. Doña Jesualda Galiano, soltera.

Forasteros que figuran en el libro de Haciendas de seglares:
1. Doña Josepha de Navas Galiano.
2. Don Antonio Galiano, hijo de don Joseph Galiano, vecino de Cabra, quien en una nota que se indica se expresa que ya es vecino de Doña Mencía.

Como vemos los apellidos Alcalá, Galiano, Valera y Roldán aparecen unidos en muchos casos, lo que expresa la endogamia que existía entre el núcleo de reducidos hidalgos que residían en la villa de la subbética cordobesa en el siglo XVIII. No en vano los apellidos del escritor ya se habían unido con anterioridad, pues en 1700 Juan Raimundo Alcalá-Galiano se casó con María Valera Roldán.


Eclesiásticos
En los libros del censo y haciendas de eclesiásticos del Catastro de Ensenada de 1751 también encontramos a miembros destacados de la familia Valera Roldán:

1. Don Salvador Antonio Valera Roldán, Presbítero y Comisario del Santo Oficio y administrador de la capellanía fundada por don Juan Valera Roldán
2. Don Juan Santos Valera Roldán, clérigo de menores órdenes, colegial huésped en el mayor de Cuenca.

NOTA: A través de los enlaces podéis acceder a los documentos del Catastro de Ensenada de Doña Mencía conservados en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía, cuyo libro de Interrogatorios original puede ser consultado íntegramente en esta página del Ministerio de Cultura.

domingo, 21 de marzo de 2010

Doña Mencía ¿El lugar de don Juan Valera?


Os adjunto la breve presentación que el pasado 17 de marzo de 2010 expuse en la Casa de la Cultura de Doña Mencía sobre la historia de nuestro pueblo y su relación con don Juan Valera. En próximas entradas os contaré algunos detalles de la misma. Sólo pretendía dar a conocer algunas peculiaridades de nuestro pueblo en un corto espacio de tiempo.

lunes, 6 de julio de 2009

MILAGRO DE LA DIALÉCTICA


Como aperitivo refrescante de este verano caluroso, os adjuntamos un delicioso chasquarrillo -¿se puede llamar así?- de don Juan Valera. Gracias a nuestro amigo Bernardo Ríos que no descansa ni en verano. Si queréis más información sobre la vida y la obra de Valera podéis hacerlo pinchando aquí. En los próximos días vendrán mas entradas de Valera, pero no olvidaremos la recuperación de la memoria histórica más reciente de Doña Mencía.

MILAGRO DE LA DIALÉCTICA
De vuelta a su lugar, cierto joven estudiante muy atiborrado de doctrina y con el entendimiento más aguzado que punta de lezna quiso lucirse mientras almorzaba con su padre y su madre. De un par de huevos pasados por agua que había en un plato escondió uno con ligereza. Luego preguntó a su padre: -¿Cuántos huevos hay en el plato? El padre contestó: -Uno. El estudiante puso en el plato el otro que tenía en la mano diciendo: -¿Y ahora cuántos hay? El padre volvió a contestar: -Dos. -Pues entonces -replicó el estudiante-, dos que hay ahora y uno que había antes suman tres. Luego son tres los huevos que hay en el plato. El padre se maravilló mucho del saber de su hijo, se quedó atortolado y no atinó a desenredarse del sofisma. El sentido de la vista le persuadía de que allí no había más que dos huevos; pero la dialéctica especulativa y profunda le inclinaba a afirmar que había tres. La madre decidió al fin la cuestión prácticamente. Puso un huevo en el plato de su marido para que se le comiera; tomó otro huevo para ella, y dijo a su sabio vástago: -El tercero, cómetele tú.

viernes, 20 de junio de 2008

Sombras chinescas, Valera y Ava Gadner

Luis Valera Delavat, segundo hijo de Juan Valera
Fuente: www.cervantesvirtual.com

No sé si recordarán los lectores de este blog aquel delicioso juego literario-cinematográfico que Juan Marsé publicaba hace años en El País. Marsé semanalmente retaba a sus lectores a que encontraran la relación entre dos personajes aparentemente en las antípodas (por ejemplo, Joselito y Francesca Bertini). Una feliz coincidencia me ha hecho establecer una relación entre Valera y Ava Gardner. Es el reto que estoy tentado de proponer a mis pacientes lectores.

Pero, bueno, allá va la solución:

Como todos sabrán Luis Valera Delavat (1870-1926) fue hijo de Juan Valera; como su padre, fue diplomático y notable escritor. Entre sus obras se encuentra Sombras chinescas (hay reedición de 2004 en Ediciones Nausícaä. También se puede consultar completa pinchando aquí). En plena guerra de los bóxers Luis Valera fue enviado a China en labores diplomáticas; es precisamente esta experiencia la que nos relata en el libro citado.

Sobre esta guerra se rodó en Madrid a principios de los 60 la superproducción 55 días en Pekín. Su protagonista… la divina Ava Gardner.

Autor de la entrada: David Pérez Merinero

jueves, 17 de abril de 2008

La hidalguía de los Valera


Junto al documento del acta capitular de 17 de enero de 1702, del AHMDM, en que se recibieron por nobles hijosdalgo a don Juan Balera Roldán y don Antonio Balera Roldán ermanos, adjuntamos parte del texto de la carta que con fecha de 23 de agosto de 1858 Juan Valera escribe desde Madrid a su hermana Sofia.

"Querida hermana mía: Acabo de recibir de Doña mencía un testimonio de hidalguía de los Valera, hecho en 1799, hecho con ocasión de ir el tío Pedro al Colegio de Artillería... La ejecutoria está sobre vitela o pergamino y dada por el rey don Felipe V, a principios del siglo pasado, en virtud de documentos que presentó el jefe de los Valeras de entonces, D. Juan Valera y Roldán, alférez mayor de la villa de Doña Mencía. En dichos documentos se probaba que descendemos por línea recta de varón de Juan de Valera, uno de los 27 caballeros leoneses que vinieron a guerrear contra los moros de Andalucía con el rey D. Alfonso XI, en el siglo XI. Se halló Juan Valera, como consta en la ejecutoria, en la toma de Olvera y en la de Teba, y en la conquista de otras muchas villas y castillos, y por último en aquella famosa y sangrienta batalla del Salado, donde los reyes de Castilla y León y de Portugal derrotaron al Miramolín de los almohades y acabaron con el gran poder del África, batalla que tan altamente ha cantado Camoes em Los Lusiadas..." Juan Valera, Madrid, 23 de agosto de 1858.

lunes, 24 de marzo de 2008

Como los chorros del oro


Alguien ha dicho en más de una ocasión que los españoles –hace poco leí que nuestro país debe tener uno de los consumos per cápita de lejía más altos del planeta- (1) y, por ende, los andaluces somos muy limpios, pero sólo de puertas para dentro. De hecho se dice que mientras tenemos nuestras casas como los chorros del oro, la calle, lo que es de todos, nos importa bastante poco.


Y lo hemos podido comprobar en estos pasados días de Semana Santa en nuestro pueblo en los que, tras el paso de la procesión, el suelo quedaba inundado de cáscaras de pipas –en Córdoba capital esto es ya una tradición-, bolsas de distinto pelaje y color y otras inmundicias. Menos mal que el Ayuntamiento ha hecho bien su trabajo -¿convendría pensar en realizar alguna campaña cívica sobre la limpieza urbana además de colocar alguna que otra papelera más en lugares estratégicos? Pero, me ha llamado mucho la atención el abandono de algunos de los paneles de cerámica –obra de nuestro artista local Fernando Moreno- que, con motivo del centenario de la muerte de Valera, se situaron en algunos rincones y calles del pueblo con textos elegidos por Poncho y Pepe Jiménez sobre Valera y Doña Mencía.

Quizá, y yo el primero, no hemos sabido calibrar la importancia que para Doña Mencía tiene el hecho de que en la obra del gran escritor del siglo XIX aparezcan con tanta frecuencia referencias a nuestras fiestas, parajes, personajes y costumbres. Os adjunto algunas muestras del estado lamentable de algunos de los rótulos sobre Valera.

(1) España antes sus fantasmas, TREMLET, G. Siglo XXI. Madrid. 2006. pág. 223.

martes, 18 de marzo de 2008

La semana santa de Doña Mencía en las cartas de Valera

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No voy a entrar en las cualidades o sobre el valor cultural/artístico de nuestra Semana Santa. Digo nuestra porque la Semana Santa no es sólo de los que salen en las procesiones sino de los que las contemplan con más o menos interés. Yo soy de estos últimos. Mi Semana Santa es de otros tiempos, de aquellos años postreros de la posguerra en los que estrenábamos en Domingo de Ramos –quien no estrena en Domingo de Ramos se queda sin manos, dice el refrán- y en los que había menos algarabía y menos espectáculo. Era otra Semana Santa, más silenciosa, más austera –como la España de aquella época- y con menos abalorios. Y también, más religiosa o, por lo menos, a mi eso me lo parecía, sobre todo cuando veía a mi abuelo Justo quitarse el sombrero y arrodillarse en la plaza al paso del Sepulcro. Eran otros tiempos en los que el Jueves Santo aparecía medio festivo en el almanaque y en los que el Viernes Santo era el único día del año en el que se holgaba. Un familiar muy cercano llegó a prometer que iría a misa los domingos cuando dejase de trabajar tales día de fiesta –al parecer durante mucho tiempo sólo eran días de fiesta para algunos-.

Bueno, a lo que vamos. Al margen del reconocimiento o no de la categoría artística o cultural de nuestra Semana Santa, algo no se le puede discutir y es que pocas semanas santas de pueblos andaluces han sido narradas por escritores tan ilustres como nuestro don Juan Valera. Hace poco tiempo llegó a mis manos un libro fechado en 1971 y escrito por Carlos Sáez de Tejada sobre la relación epistolar entre Juan Valera y Serafín Estébanez Calderón. Es una pena que entre las muchas cartas manuscritas editadas en facsímil y que contiene el libro no haya ninguna de las escritas en Doña Mencía. Era un pequeño regalo del escritor Rafael Reig, actual columnista de “El público” y que participó, con escaso éxito de público, en el ciclo de conferencias que se organizaron en 2005 en la Casa de la Cultura de Doña Mencía con motivo del centenario de la muerte de don Juan Valera. Gracias Rafael por el regalo. Y allí, en ese libro, están todas las cartas que don Juan Valera dirigió a su gran amigo “El Solitario”. No conozco tan pormenorizadamente la obra valeriana como nuestro amigo José Jiménez, pero creo que es una buena ocasión para dar a conocer el relato que hace el escritor menciano sobre la gran fiesta de nuestro pueblo, a la que menciona en otras de sus obras. Valera ya había estado en Nápoles, en Lisboa y en Río de Janeiro. A su regreso, a finales de 1853, y tras pasar una temporada en la capital de España con su madre y sus dos hermanas Sofía y Ramona, Valera decide realizar “una súbita escapada a su tierra y casa familiar, a la de Doña Mencía, soleada, encalada de muros, grisácea de olivares viejos, donde le aguardaban los brazos cansados de su padre y la amistad desinteresada y antigua del cura curioso y socarrón, del administrador, del médico, y de tantos otros notables del pueblecito, que han oído contar sus aventuras en los muchos años de ausencia”. SAENZ DE TEJADA BENVENUTI, Carlos, “Juan Valera. Serafín Estébanez Calderón. 1850-1858”. Madrid. 1971. Edit. Moneda y Crédito. Pág. 258.

Son cuatro las cartas escritas en 1854 desde Doña Mencía y dirigidas a Estébanez Calderón. Tres de ellas están fechadas en el mes de abril y la otra a finales de octubre, pues aunque pensaba estar de vuelta en Madrid “dentro de pocos días”, en realidad pasó una larga temporada con su padre. Son las mismas que aparecen en el tomo I de la correspondencia valeriana recientemente editada. En la segunda de las cartas, la fechada el 19 de abril de 1854, hay una larga e interesante descripción de la divertidísima Semana Santa de nuestro pueblo.

Aquí he pasado –así comienza el segundo párrafo de la carta- una Semana Santa divertidísima y yo he visto a lo vivo la pasión y muerte de Jesús. Rodeaban a este buen Señor, cuando iba al suplicio, más de cuarenta soldados romanos –ahora hay muchos más- con estandartes de mil colores, águilas y lanzas larguísimas. Detrás venían los judíos vestidos de majo, con carátulas de diformes narices y llenas de verrugas, como las de Tomé Cecial –el escudero de Sancho Panza-. En medio de estos judíos iba Judas más feo y más narigudo que ellos aun; y asimismo iban los demás Apóstoles, tristes y devotos, con sus rosarios en las manos; el bueno y el mal ladrón; los cuatro evangelistas escribiendo en una tablillas el Evangelio. Pero los más estupendos y maravillosos de la procesión eran los hermanos de cruz, en número de hasta 250, en trage de nazarenos, con sus cruces a cuestas; los más descalzos, y no pocos con grillos y cadenas arrastrando. La devoción de algunos llegaba hasta el extremo de llevar en vez de cruz unas disciplinas desmesuradas: con la cuales se zurraban las nalgas muy a su sabor. Apenas salió Jesús a la calle, empezó a llover –esperemos que no ocurra este año-, que fue milagro patente, pues hacía mucho tiempo que no llovía y estaba haciendo mucha falta el agua –en esto sí hay coincidencia de nuevo-.

Y en el tercer párrafo Valera, cómo no, ensalza la Semana Santa de su pueblo, e, incluso, llega a decir que nuestras fiestas son mejores que las de Sevilla y Roma. ¿Cómo es posible, que no hayamos sabido vender turísticamente este atractivo? ¿Qué Semana Santa tiene un narrador tan ilustre que, aunque exagerando, claro está, la compare con la de Sevilla? En fin –dejemos hablar a Valera de nuevo- yo he asistido en Roma y en Sevilla a las fiestas de la Semana Santa; y hallo, con todo, que son mejores y más ejemplares las de aquí. Que pasos tan lastimosos, que pregones desde las casas consistoriales condenando a Cristo a muerte en nombre de Pilatos tradidit Jesum voluntati eorum –traicióno a Jesús por la voluntad de ellos- que rasgarse el velo del templo, que temblar la tierra, y que herirse los pechos y convertirse los judíos y los romanos en el momento que suceden estos prodigios vere hic homo filius Dei erat. En la tarde del Viernes Santo salen ya los judíos y los romanos todos convertidos, y con rosarios; pero en cambio algunos nazarenos empiezan a dudar de la Divinidad de Cristo: porque van pidiendo una bendita limosna para el entierro de Cristo; a quien Dios perdone. Y el sábado de gloria, según nos sigue contando Valera Judas lo pasa verdaderamente mal. Al otro día –continúa- cuando tocan a gloria, se disparan innumerables escopetazos y Judas paga las duras y las maduras, porque me le ahorcan, le acribillan a balazos, y por último le queman, como hicieron ahí con el regicida Merino –Valera se refiere a un suceso ocurrido dos años antes cuando el cura Merino intentó asesinar a Isabel II-: para que los frenólogos no se ocupasen en estudiar su cabeza…

Valera también hace alusión a los convites que se celebraban en las casas de los hermanos mayores de las cofradías, en cuya preparación destacaba Juana, la protagonista de Juanita la Larga, escrita cuarenta años después. Durante las fiestas de Semana santa tuvimos gran papandina y gaudeamus en casa de los hermanos mayores. Hubo vino largo, rosolí, piñonate, hojuelas con miel y pestiños en abundancia. San Pedro y Santiago el Mayor se pusieron tales, que no se podían tener en pie de borrachos.

Esperemos ser más moderados en estos días que los santos citados más arriba.

sábado, 17 de noviembre de 2007

4 de junio de 1649

Guardas en la villa de Doña Mencía

Como ya hemos visto en otras entradas de este blog –ver el referido a la historia negra de Doña Mencía (I) y las raíces de don Juan Valera- ante la posibilidad de que cualquier contagio llegase al pueblo el Cabildo tomaba las oportunas medidas para tratar de evitarlo. El acta de la reunión del Cabildo Municipal de 4 de junio de 1649 es bastante expresiva al respecto y también es interesante porque uno de los vecinos encargados de rondar la villa es precisamente Juan Valera Roldán.

El documento que adjuntamos está extraído de las Actas Capitulares de 1649 que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía (AHMDM). Los miembros del Cabildo –ver imagen primera- distribuyen las guardas de la puerta “por donde sale y entra la gente y se reciben los testimonios” -¿se refiere al acceso por la Cruz del Muelle al final de la calle Granada o el otro acceso más cercano a la Iglesia Dominicana proveniente del Pilar de Abajo?-. Creemos que es al primero. Los miembros del Cabildo se reparten la custodia de la villa en cada uno de los días de la semana a partir del domingo 6 de junio de 1649 y han de estar “desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche” con “apercibimiento”, se dice al final, de que si no lo hacen “se procurará contra ellos” y se les sacará “cincuenta ducados”.

También, en el mismo cabildo –ver la segunda imagen- se “acordó que cuatro hombres vecinos de la villa todas las noches ronden con sus armas de fuego y por de fuera del lugar dando vueltas por él dos por una parte y otros por otra de forma que en llegándose a juntar se vuelvan a dividir en la forma referida”. El lunes por la noche les tocó a Juan Valera Roldán y a Juan Gómez de Alcalá, entre otros.

sábado, 27 de octubre de 2007

Una web novela sobre Juan Valera


Si pinchas aquí puedes leer una original webnovela sobre Juan Valera. Su título es "Don Juan en la frontera del espíritu" y el autor es Juan José Díez. En su prólogo se dice que "Ante todo es una novela histórica que trata de reconstruir lo más fielmente posible la peripecia política y amorosa de don Juan Valera durante su embajada en el Washington de la Gilded Age". Una original y sugerente forma de conocer mejor el mundo del gran escritor del siglo XIX y que tantos lazos mantuvo con Doña Mencía. De hecho, en la página 2 de la web novela, hay una referencia a Doña Mencía con una enlace a la foto que vemos más arriba. Dicha foto, cuyo autor desconocemos, está en la magnífica y rica colección de fotografías de Frasquito Priego y que nos ha cedido la familia a través de Adela Amores. Pronto trazaremos una semblanza de este interesentante personaje de Doña Mencía y cuyo merecido homenaje todavía no se ha hecho en Doña Mencía.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Doña Mencía en las cartas de Valera (I)

No soy un experto en la obra de don Juan Valera y estoy seguro que si hay en Doña Mencía una persona que conoce bien su obra es José Jiménez Urbano. Por tanto, si se escapa algún lapsus en mis consideraciones y si se quedan en el tintero cosas por decir, espero que nuestro buen amigo Pepe las subsane. (Nota: el segundo que más sabe de Doña Mencía y su relación con Doña Mencía es Poncho (Alfonso Sánchez Romero, coautor de este blog). Pero, manos a la obra. Estoy leyendo el largo epistolario de don Juan –hasta ahora he podido hacerlo con los tomos, I, II y V, de los seis que hay publicados- y nos gustaría hacer en este blog algunas consideraciones sobre las referencias de Valera a nuestro pueblo.

Veamos el primero. Llama la atención que el índice final de nombres del tomo I Doña Mencía aparezca citada en 46 ocasiones. Sin ánimo de molestar a nuestros amigos de Cabra, su ilustre villa sólo aparece nombrada en 15 veces. La colección de cartas ha sido editada por Castalia y su dirección ha corrido a cargo de Leonardo Romero Tobar, y María Ángeles Ezama Gil junto a Enrique Serrano Asenjo, a los hay que felicitar por su magnífico trabajo. En su edición han colaborado los Ayuntamientos de Córdoba y Cabra -¿por qué no está nuestro ayuntamiento?- y la Diputación de Córdoba. El primer tomo recoge las cartas publicadas entre 1847 y 1861. La primera carta es del 14 de enero de 1847. Juan Valera ya está en Madrid y como escribió Azaña[1], “Quería brillar, mover ruido en el mundo, ganar dinero”. Pero veamos las referencias de Doña Mencía. La primera aparece en la carta número 6, fechada el 22 de enero de 1847 en Madrid. Pronto va salir hacia Nápoles, como agregado sin sueldo a la Legación de Nápoles junto al Duque de Rivas y en dicha carta dirigida a Juan Navarro Siena le dice que a mediados de marzo debe estar en la bella Parténope y que tendrá tiempo para visitar a su padre que vive retirado y filosóficamente hundido en la ilustre villa de Doña Mencía. Desde allí pasaré a Granada a vera a mi hermana Ramona y su señor esposo y, por último, iré a esa –Málaga- para tomar el vapor de Marsella y ver a mi madre y a mis hermanos Pepe y Sofía. Es cierto, estuvo en Doña Mencía, según nos dice en la carta que con fecha del 17 de mayo del mismo año le dirige a Heriberto García de Quevedo. Al hablar de Doña Mencía lo hace en esta ocasión, como en otras muchas como su tierra. Textualmente en dicha carta se expresa así: Estuve en mi tierra (es decir, en Doña Mencía, adonde pasé desde Andujar) unos quince días, luego fui a Málaga, donde estaba mi madre… Pero en el tomo citado no aparece ninguna carta escrita en nuestro pueblo en esta corta estancia de paso hacia Málaga.


[1] Ver la biografía de don Juan Valera y Alcalá Galiano de GARRIDO ORTEGA, J.M en el número 1 de la colección: La Subbética, sus personajes. Cabra 2006.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Sucedió en Doña Mencía (1830- 1897) IV

Foto cedida por G. Luque. Semana Santa en torno a 1950.

  • 31 de agosto de 1830: El Prior del Convento se queja al Ayuntamiento de que no se ha respetado la inmunidad eclesiástica por haberle repartido el impuesto de consumos.
  • 1834: Grave epidemia de cólera. Entre junio y julio de este año mueren más de 80 párvulos. En agosto el ayuntamiento plantea la necesidad de construir un nuevo cementerio y para ello se podría vender el solar que ha servido de hospital para recoger a los pobres transeúntes. Montañéz Lama nos cuenta que hubo que llevar a enterrar los cadáveres al sitio que llaman los Nogales por bajo del pontón donde hay un huerto.
  • 20 de abril de 1835: Se inicia el expediente para la venta de terrenos del común para la construcción de un cementerio.
  • Abril de 1854: Tras su estancia en Río de Janeiro y su paso por Lisboa, don Juan Valera se traslada desde Madrid a Doña Mencía en abril de 1854 para, entre otroas cosas, pasar unos días con su padre. En la carta que le envía a Serafín Estébanez Calderón, fechada el 19 de abril, le cuenta que ha pasado (en Doña Mencía) una Semana Santa divertidísima, y he visto a lo vivo la pasión y muerte de Jesús. Rodeaban a este buen señor, cuando iba al suplicio, más de cuarenta soldados romanos, con estandarte de mil colores, águilas y lanzas larguísimas. Detrás venían los judíos vestidos de majo, con carátulas de disformes narices, y llenas de verrugas como las de Tomé Cecial. En medio de estos judíos iba Judas, más feo y más narigudo que ellos aún; y, asimismo, iban los demás apóstoles, tristes y devotos, con sus rosarios en las manos, el bueno y el mal ladrón, y los cuatro evangelistas escribiendo en unas tablillas el evangelio… Y continúa más tarde afirmando que En fin, yo he asistido en Roma y en Sevilla a las fiestas de la Semana Santa, y hallo, con todo, que son mejores y más ejemplares las de aquí. Con fecha del 28 de abril envía otra carta a su amigo Estébanez Calderón en la que, entre otras cosas, le dice que Mañana es el día del patrón del lugar, S. Pedro Mártir de Verona, de quien, por ser la imagen de plata y pequeñuela, aunque milagrosa, dicen los devotos que es tamaño como un pepino y jace (sic) más milagros que cinco mil demonios. Cuatro carretadas de santos han querido cambiarle por nada. Cuando faltan lluvias no hay más que amenazar a S. Pedro con que se le dará un buen baño en el pilar de abajo, que es donde beben las bestias, y enseguida llueve. La última carta de esta estancia en Doña Mencía tiene fecha del 6 de octubre.
  • 1855: De nuevo el pueblo se ve afectado por una epidemia más mortífera aún que la anterior. El número global de muertos entre los meses de junio, julio, agosto y septiembre fue de 215 y cerca de la mitad de los mismos tenía menos de 10 años. El 12 de agosto un grupo de borrachos solicitó que se sacara en procesión la imagen de Jesús, lo que tras el rechazo inicial se llevó a cabo cuando las muertes disminuyeron.
  • 2 de septiembre de 1858: Don Pedro María Cubero López de Padilla es nombrado obispo de Orihuela, conocido popularmente entre nosotros como el obispo Cubero
  • 14 de abril de 1859: Muere en Madrid el marino menciano Don José María Valera y Viaña, padre del escritor don Juan Valera.
  • 1868: Se inicia el pleito entre el marqués de La Paniega, don José Freuller, y don Francisco Muñoz Reinoso por el patronazgo de la hermandad de Nuestro Padre Jesús.
  • 1874: Don Juan Valera publica “Las ilusiones del doctor Faustino”, primera de sus novelas en que la acción se desarrolla en Villabermeja (Doña Mencía).
  • 1890-1891: como efecto de las pertinaces lluvias de 1890 a 1891, se produjeron corrimientos de terrenos en las trincheras construidas para la instalación de la vía férrea en las Hazas de la Vera, la Torre y Piedra del Mez.
  • 1893: Llegada del ferrocarril.
  • 1894: a mediados de febrero es extraído un cadáver del pozo denominado Martinete.
  • 1894: Los viñedos de Doña Mencía, que formaban la principal riqueza de este reducido término municipal, también son atacados por la plaga de la filoxera. Por ello, la clase jornalera de esta población, así como la industria y el comercio y en general casi todas las clases, salvo excepciones, se encontraban en estado precario.
  • 1895: Don Juan Valera publica “Juanita la Larga”, la más mencianas de las obras de Valera y en la que nuestro pueblo se oculta bajo el nombre de Villalegre
  • 5 de noviembre de 1895: El Ayuntamiento decide cambiar el nombre de algunas calles del pueblo teniendo en cuenta que no hay causa tan noble para un pueblo culto y civilizado como la manifestación de constante admiración, cariño y respeto hacia aquellos varones ilustres que por sus grandes méritos y elevados talentos fueron y son honra de las patrias:

Antes Ahora
Barranco Prim
Sacramento Obispo Cubero
Vuelta de Sacramento Sánchez-Guerra
Pilar de Arriba Martínez Campos
Pósito Juan Valera
Nueva Baena
Arriba Alfonso XIII
Reñidero San Pedro Mártir de Verona
Tienda Cervantes
Lagartos Cristóbal Colón

  • 28 de noviembre de 1895: Sigue sin aparecer, con fecha 28 de noviembre de 1895, el agraciado con un pañuelo de Manila y un par de pendientes de oro que se rifaron hace tres años.
  • Diciembre de 1895: Tras la época de la matanza se acuerda limpiar las calles y paseos de la población que se encuentran muy sucios por las basuras del ganado de cerda.
  • 14 de febrero de 1897: bajo la presidencia de don Calixto Vargas, se llevó a cabo el sorteo de los mozos. En el Salón de Plenos se situaron dos globos, uno contenía los nombres de los mozos y otro el de los números. Dos niños menores de diez años extrajeron las bolas y Francisco Córdoba Gómez, del reemplazo de 1896 y que tenía el número 17 de alistamiento, es el primer nombre en salir.

martes, 14 de agosto de 2007

Las raíces de don Juan Valera (V)

Algunas historias sobre los Alcalá y los Valera en Doña Mencía
Como apuntamos más arriba, en la segunda mitad del siglo XVIII, el cargo de alguacil mayor casi siempre estuvo en manos de un miembro de la familia Valera y por ello, expuesto no sólo a las críticas verbales a su condición de alguacil o a la familia que pertenecía, sino que en ocasiones fue agredido por alguno de los encausados en algún proceso judicial. También hay noticias en los numerosos sumarios criminales que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía sobre algún miembro de la familia Galiano. Así, en la mañana del 21 de julio de 1760,1 en la calle Arriba de Doña Mencía se lió una trifulca entre Francisco Muñoz, sargento del regimiento de milicias de Bujalance, y el cochero de don Juan Joseph Roldán Galiano por un asunto de perros –al parecer uno de ellos lanzó una pedrada al perro del otro- y en la refriega verbal se dijeron de todo. Pero, según se deja a entender en el proceso, el motivo de la disputa venía por las rencillas y envidias que existían entre la familia Muñoz y la familia Roldán Galiano, pues un miembro de la primera había dicho de Juan Joseph Roldán Galiano que era “un mierda a pesar de que tuviera hechas siete pares de pruebas”. Como vemos, la condición nobiliaria y los privilegios que ella conllevaba eran criticados en numerosas ocasiones. También la familia Valera sufrirá duras acusaciones, como veremos más abajo.

Pero en 1763, don Juan Miguel Valera, alguacil mayor de la villa no recibirá sólo acusaciones verbales sino algo más duro. Así, y cuando a eso de las tres de la tarde del 2 de enero de 1763,2 y mientras se pregonaban en la plaza del Pradillo –este mismo nombre lo utiliza el escritor cuando en una de sus cartas nos describe la feria de Jesús Nazareno del año 1872- los impuestos de tabernas, “el de carnicerías y el de cientos del viento”, apareció Félix de Vera diciendo “que lo que se estaba pregonando eran embustes como los del año pasado”. Fue replicado por el alguacil, don Juan Miguel Valera, pero los ataques de Félix no arreciaron llamando embustero a éste y a todos los capitulares que formaban la corporación. Y cuando va a ser prendido por la autoridad, Félix de Vera sacó una navaja y le tiró dos veces con ella resistiéndose con mucha furia.

Cuatro años después3 otro miembro de la familia Valera, don Juan Thomas Valera, también alguacil mayor, cuando, acompañado de uno de sus ministros, se disponía a cobrar las rentas municipales y, debido a que le movió el vientre a orinar, sorprende a un hortelano de Cabra, alias Corrales, en el patio de de una casa de la calle Abajo con una vecina de estado honesto. Don Juan Thomas Valera estaba de ronda por las calles del pueblo en la mañana del 1 de septiembre de 1767 auxiliando al depositario, Gerónimo de Corpas, en la cobranza de los reales efectos, cuando llegó a la casa de Francisco de Tienda, Corrales, en la calle Abajo -actual Juanita la Larga-. Allí estaban sentados en conversación el tal Francisco y su mujer en las puertas de sus casas y habiendo tomado asiento también el alguacil para el abono del repartimiento que se estaba cobrando “le movió el vientre a orinar con cuyo motivo tomó para el corral y abriendo la puerta se halló con un hombre a la parte de afuera con una capa a los hombros y junto a él Juana de Tienda, de estado soltera ...“ El alguacil llamó inmediatamente al depositario cobrador quien declarará posteriormente que la mujer se “hallaba sin mantilla ni otra alguna cosa que le cubriera, arrimada a la pared junto al quicio de la puerta.” ¿Qué hacían allí aquel hortelano de Cabra, de 50 años y casado, con Juana de Tienda, soltera? ¿Cómo había entrado Juana a aquella casa? ¿Sabían esto los dueños de la casa? Y los vecinos de la calle Abajo, ¿estaban al tanto de la relación entre el hortelano de Cabra y Juana? Al no existir pruebas contundentes contra los denunciados, el teniente de corregidor decide en el auto final apercibir al hortelano para que a partir de ahora “cese en todo comercio” con Juana de Tienda y con “superior motivo en sitios ocultos para evitar toda sospecha de presunción” y también se apercibe a Francisco de Tienda y su mujer para que cuiden de “que en sus casas no se introduzcan personas que estén segregadas del regular lícito comercio”.

Motín en la cárcel e injurias graves a los Valeras
Pero la acusación más grave que recibirá el alguacil mayor, don Juan Thomas Valera, y su familia se produjo el 30 de mayo de 1769 cuando se disponía a sacar de la cárcel de la villa a Cristóbal Muñoz para trasladarlo a la de Córdoba, éste, en colaboración con Joseph de Priego, reo de la muerte dada Joseph Cantero, se atrincheró en la misma apuntalando la puerta con piedras para impedir la entrada al alguacil mayor que, según la acusación del detenido, le lanzó una cuchillada en el pecho. Al llegar noticias de lo que sucedía a los oídos de la familia, la hermana, la novia y la madre acudieron a la plaza del Pradillo y “...con descompuestas voces, exclamaciones y escándalo no cesaron de proferir maldiciones e improperios contra todas las personas...” y una vez que el detenido pudo ser sacado de la cárcel, a eso de la una de la noche, “...en un mulo asegurado con un par de grillos y unas sogas, quien iba diciendo mil palabras denigrativas, y su madre, hermana y mujer en altas voces decían: ¡Esos valerillas y ese alguacil mayor, vadulaque de mierda, ensambenitados en la iglesia de Castro, que soy y somos mejores que ellos y lo puedo justificar y si lo agarro entre las manos lo había de quitar la vida y ese corregidorcillo de basura que permite tal hombre por alguacil mayor ...!”. Otro testigo precisará que oyó en la calle a “…unas mujeres que no conoció que le decían al alguacil mayor en altas voces que era un siquitraque, varruntafríos y valerillas de mierda que eran mejores que todos ellos y que quien quiera saber quiénes eran fueran a Castro a Los Lamparones que están y son sambenitados...”.

Más tarde, don Juan Thomas Valera Roldán , regidor, Alguacil Mayor de esta villa vecino de ella y Caballero Hijodalgo notorio de sangre presenta una querella “…contra Cristóbal Muñoz y su familia por las palabras que oyeron en la noche del dicho día veinte y nueve del maio pasado contumelosas e injuriosas contra mi honor estimación pureza de sangre e hidalguía”, y aunque los familiares del encausado presenten un escrito en el que se quejan del trato recibido por el alguacil mayor y en el que indican además, que aunque profirieron palabras contra el honor de los Valera quieren precisar que tanto el alguacil mayor como el detenido “…vienen a ser todos unos por descender de unos mismos abuelos…”. Que las voces ofensivas que profirieron, añaden, se hicieron “sin reflexión ni conocimiento porque si lo hubiéramos tenido no pudiéramos haber agraviado tampoco el distinguido y honorífico carácter del referido alguacil mayor cuando sabemos que es uno de los primeros caballeros de este pueblo que se haya recibido por tal como lo estuvieron su padre y abuelo sucediéndole lo mismo por su línea materna como es público y notorio en fuerza de lo cual a mayor abundamiento nos desdecimos...”.

Después el alguacil mayor, en un documento presentado por su representante, Pedro Fernández, se negará tan parentela, “lo que no se opone a que sean de limpia familia, mas esto”, continua, “no abre puerta para que quede sin castigo delito tan grave y a que se subsigan otros detrimentos espirituales y temporales y que el bulgo boraz tenga por zierto, lo que profirieron los dichos reos en orden a los San Benitos que es injuria mayor que se puede hacer a alguna familia limpia como la de mi parte y en quien está radicada la posesión de la hidalguía notoria y como de ella carecen los reos parece tienen aversión a mi parte que puede acreditar con justificación la abundancia de familiaturas que ha habido y hay en sus ascendientes y parientes por todas líneas y la falsedad es el mayor crimen que la humana fragilidad comete y usador la de que mi parte descendía de los Valeras que dijeron estar sambenitados en la parroquia de Castro del Río”. Que se ponga en duda la limpieza de sangre de una familia hidalga es la acusación más grave que se puede hacer en la España todavía de finales del siglo XVIII.

La familia Muñoz insistirá en que el alguacil mayor retire la querella y en otro escrito firmado por Cristóbal Muñoz, cuyo encarcelamiento dio pie a todo el proceso, pide perdón por las palabras dichas a “don Juan Thomas Valera como por las que parece profería contra el susodicho su noble familia de judío (que niego) desde luego, le pido perdón y le suplico me remita y perdón todos y cualesquiera agravios, injurias que resulten dije y con que calumnié públicamente el honor injustificado proceder…” e indica que no se acuerda muy bien de todo lo que dijo pues, durante el tiempo en que estuvo encarcelado, “con los bochornos tan excesivos que hacía tuvo la cabeza muy mala con un poco de vino que bebió con otros presos que había en las reales cárceles de la villa”, pero que, termina, no hay razón que impida el honor y goce de nobleza de los Valera en la villa de Doña Mencía.


En este modesto trabajo sólo hemos tratado de mostrar las auténticas raíces de las dos familias, los Valera y los Alcalá-Galiano, de las que procedía el gran escritor don Juan Valera. Nuestro objetivo ha sido dar a conocer parte de la copiosa documentación que guarda el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía y en la que, en numerosas ocasiones, los protagonistas son miembros de estas dos destacadas familias. Don Juan Valera no olvidó nunca sus orígenes mencianos lo que hará patente en muchas de sus cartas.

Las raíces de don Juan Valera (IV)

Las fundaciones de los Valera: la Obra Pía de Primeras Letras y la dote a parientes pobres

Texto de la creación de la Obra Pía de primeras letras. Testamento de Pedro Valera Roldán. 1717
Y en atención a que muchos días tengo deseado que en el convento de señor Sto Domingo de esta villa haya dos religiosos que se apliquen el uno a dar estudio de gramática y el otro a la enseñanza de la Doctrina Cristiana y primeras letras a los hijos de los vecinos de esta villa que a esto se quieran aplicar sin que se les lleve interés alguno y por se necesario Licencia del R P. Pr de esta Provincia de Andalucía de dicha orden, tengo comunicado este ánimo y buena Intención con el M. R. P. Maestro fr Fernando Curado Prior de dicho convento para que lo de a entender y comunique con dicho Padre Provincial y como ofrezco para este efecto y manutención de dichos dos maestros religiosos Dos mil Ducados y mas seis mil reales de vellón todo para que se hagan en dicho Convento y parte que más convenga dos cuartos decentes donde estén dichas escuelas divididos para cada una el suyo por lo cual es mi voluntad que conseguida dicha licencia para haber de entrega dichos dos mil ducados a dicho Convento y se haga dicha obra mis herederos consulten esta disposición con Abogado de ciencias conciencia que de su parecer en la conformidad que dicho Convento se a de obligar con sus vienes y rentas al cumplimiento de esta obligación y formalidad ...

Pero la Obra Pía de Primeras Letras, fundada por don Pedro Valera Roldán, se encontró con varios obstáculos desde sus comienzos. Así en el acta capitular del 26 de abril de 1722 el Cabildo de la villa, “deseando el mayor alivio de los vecinos”, acuerda que el antiguo corral del Concejo hundido, situado al principio de la calle Arriba, se dé para la Obra Pía de Primeras Letras, al haber repudiado el Convento de la villa el derecho que tenía sobre la fundación. En el catastro de Ensenada, además de los censos que le pertenecen, se hace una descripción más detallada de la misma indicando que la casa en la que se imparten las clases está lindando con la plazuela del Convento de la villa.

En el acta capitular del 17 enero de 1774, además de repasar las agregaciones que se han hecho a la Obra Pía para Clases de Gramática y Primeras Letras desde su fundación hasta la fecha y el inventario de la misma -una huerta en el término de Zuheros y unas casas en Doña Mencía-, se alude a que una gran parte del capital de la fundación “se halla en deudas” por lo que si esta fundación “quedara extinguida esta villa (saldría) perjudicada” y para evitarlo, y teniendo en cuenta que las casas fueron construidas por orden del Ayuntamiento, se nombra al Sindico Personero del Común como diputado “para que pida lo que convenga al bien de este vecindario”. En la reciente publicación del cronista oficial de Doña Mencía, César Sánchez Romero, 1se habla del estado ruinoso en se encontraba el local a principios del siglo XIX.

Dote a parientas
“...Es mi voluntad que por los poseedores del dicho vínculo (el mayorazgo que ha formado con sus hermanos Ldo Salvador Valera Roldán, presbítero y don Antonio Valera Roldán, familiar del santo oficio) se dé perpetuamente en cada un año un dote de cincuenta ducados a una pobre huérfana de padre y madre y aunque los tenga como lo sea de solemnidad que para ayuda a ponerse en estado de matrimonio atendiendo a que sea parienta mía la que lo fuere más cercana y por votos de la persona que tuviere dicho mayorazgo y para su nombramiento se a de acompañar con el corregidor o Alcalde ordinario y del vicario y Prior del Convento de religiosos de Señor Santo Domingo de esta dicha villa...y es mi voluntad que luego que yo fallezca el primer dote de dichos cincuenta ducados que se diere sea a una hija de Francisco de Luque Roldan difunto vecino que fue de esta villa y que está casada con Juan Moreno hijo de Pedro Moreno... (Indica también el nombre de los otras tres dotes siguientes)...”

En el testamento de Pedro Valera Roldán,2 también figuran otras obligaciones de los herederos del mayorazgo de los Valera, entre las que se incluía la de dotar perpetuamente con cincuenta ducados “…a una pobre huérfana de padre y madre y aunque los tenga como lo sea de solemnidad que para ayuda a ponerse en estado de matrimonio atendiendo a que sea parienta mía la que lo fuere más cercana…”. En dicho testamento se indican los nombres de las que deben recibir las primeras dotes. Así la agraciada en primer término fue “…una hija de Francisco de Luque Roldan, difunto vecino que fue de esta villa, y que está casada con Juan Moreno hijo de Pedro Moreno...”.

En 1774 el Procurador Síndico General del Ayuntamiento de la villa de Doña Mencía, un cargo de elección popular instituido por Carlos III con el objetivo de paliar el control que ejercían las oligarquías locales en el gobierno de los municipios, Don Francisco Posadas Muñoz, expone por escrito que “…es de mi noticia que de presente no se cumple con la voluntad del testador…”. Acto seguido se toma declaración al poseedor del vínculo, don Juan Miguel Valera, quien reconoce que en los últimos nueve o diez años no ha pagado dicha dote “…con el motivo de tener cuatro hijas e ir reservando en sí estas rentas o dotes para darles Estado, mediante tiene el ejemplar de que don Juan Santos Valera, otro su difunto tío, poseedor que fue de dicho vínculo, los retuvo diferentes años para entrar, como con efecto entró religiosas a unas primas del declarante…”. Reconocido el hecho, el Procurador Síndico pide se despache un mandamiento de ejecución contra Don Juan Miguel Valera, que es aceptado por el Corregidor, por el valor de las dotes impagadas, y que supondría unos cuatro mil novecientos y cincuenta reales de vellón. Pero el proceso se complica, pues el miembro de la familia Valera, a través de su representante, niega legitimidad al Procurador Síndico para litigar en el proceso y aunque el relevo es tomado por el Padre General de Menores no se consiguió embargar los frutos del detentador del vínculo de los Valera, por el valor de las dotes impagadas, pero si debió presentar las cuentas detalladas de las dotes asignadas desde la fundación de dicho vínculo. Así constan en el mismo documento en el que figuran con todo detalle los nombres de las doncellas agraciadas desde 1718 hasta 1740 (a partir de este año hay mayor confusión en la asignación de los 50 ducados que previó don Pedro Valera Roldán). En el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía se conservan muchos de los árboles genealógicos presentados por las aspirantes y según nos cuenta Montañéz Lama hasta 1887 dicha dote vino pagándose religiosamente.

Las raíces de don Juan Valera (III)


Los Valera, los Alcalá-Galiano y la Iglesia
Tanto los Alcalá-Galiano como los Valera ocuparon cargos importantes dentro del clero y también quisieron manifestar su generosidad con la iglesia apoyando la construcción de capillas en el Convento Parroquial de la villa y ayudando a las numerosas ermitas del pueblo. Todo ello contribuía, lógicamente, a consolidar el prestigio de ambas familias en la villa de Doña Mencía, y el propio escritor, en alguna ocasión,1 aludió a ello. Los trabajos de Montañez Lama del siglo XIX y los más recientes de Antonio Cantero Muñoz no hacen más que confirmar este hecho.2 Según los estudios de este último, el 15 de septiembre de 1742 se otorgó la escritura pública de donación de la capilla de Jesús Nazareno a don Juan José de Alcalá Galiano Flores y Calderón, convirtiéndose en patrono de la misma, mientras que en ese mismo año don Juan Santos Valera Roldán, del que ya hemos hablado con anterioridad, lo será de la nueva capilla de Santo Domingo de Guzmán en el templo que se inaugurará el 7 de octubre de ese mismo año.


Montañéz Lama nos transcribe los textos de las lápidas que había bajo los altares de las mismas. Así, la que había delante del altar de Nuestro Padre Jesús Nazareno:

“Año de 1741. Esta capilla y panteón es del Sr Juan José Alcalá Galiano Flores y Calderón, Caballero del Hábito de Santiago, Alcalde del Castillo y Fortaleza de esta villa de Doña Mencía y Superintendente de estos estados. Y de sus sucesores y descendientes”. Y la otra, bajo el altar de Santo Domingo: “1741. Esta capilla y panteón es del Sr D. Juan Santos Valera Roldán, Rector y Colegial que fue del Mayor de Cuenca de la Universidad de Salamanca. Y de sus sucesores”.

En el testamento de don Pedro Valera Roldán,3 hijo de don Juan Valera Roldán y de Marina Ruiz, Presbítero comisario del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad de Córdoba, llevado a cabo en el año 1716, se expresa que su deseo es que “su cuerpo sea enterrado en el Convento e Iglesia Parroquial de nuestra Señora de Consolación en una sepultura de las que la Cofradía de la santa Caridad de ella tiene en dicha Iglesia” y en el mismo también se anotan las donaciones a las cofradías de la villa, a las ermitas de San Sebastián, Angustias, Calvario y Santa Catalina y a los doce pobres (seis reales de limosna a cada uno) “para que cada uno lleve su hacha alumbrando y se vistan cada uno con un saco de paño pardo largo con su cola y se les dé de comer aquel día”. También se indican las donaciones que se hacen al camarín de nuestra señora del Rosario “que se está haciendo en el Convento de santo Domingo (200 reales y un lienzo de pintura muy fina de Nuestra Sra de los Siete Dolores) y al altar del santo Cristo de la Humildad (un velo de raso de media nobleza)”.

Pero además, y como ejemplo de la presencia de los miembros de la nobleza en las filas del clero, también están anotadas las donaciones que hace a su sobrino, fray Francisco Galiano, religioso dominico en el convento de San Pablo de Córdoba; a sus cinco sobrinas religiosas, hijas de don Juan Valera Roldán, hermano del testador, conventuales en el de san Martín y las Llagas de Cabra y a otra sobrina, hija de Antonio Valera Roldán, religiosa del convento de Santa Ana de Lucena; a otras dos sobrinas, hijas de Lucía Valera Roldán, también religiosas en Cabra y, finalmente, a otra hermana de las anteriores, religiosa en el convento de Santa Clara de Andújar.

En ocasiones se produjeron graves fricciones entre algunos religiosos del convento parroquial de la villa y algún miembro de la familia Valera, en concreto con don Juan Valera Roldán, alguacil mayor de la villa, quien, como consta en el acta capitular del 10 de octubre de 1682,4 a raíz de la persecución de un hombre que en su huída se dirigió al convento, antes de el alguacil mayor y sus ministros llegaran a la puerta del recinto sagrado “...salieron los padres fray Jacinto de la Torre y fray Acisclo de Puentes y otros religiosos que no conoció por ser de noche diciendo téngase allá que no nos han de ir poniendo guarda todos los días, vayan a ponerlas a sus casas y no nos guarden tanto. Y diciendo esto el padre fray Jacinto de la Torre se arrimó a su merced y el dicho fray Acisclo dándole de empujones que por ser en lugar sagrado y ser sacerdote el dicho padre fray Jacinto no le sucedió muy mal con él...”. Pero el asunto no acababa ahí pues en otra ocasión en “...los días pasados los padres fray Francisco Ramírez, fray Nicolás de Ávila y fray Acisclo de Puentes salieron del dicho convento a deshora cargados de armas de fuego y disfrazados a buscar a Andrés Francisco de Montes y Diego de Cuevas para quererlos matar sobre excusar el que el dicho Diego de Cuevas contrajese matrimonio con una mujer principal de esta villa...”. El cargo de alguacil mayor de la villa de Doña Mencía casi siempre estuvo detentado por un miembro de la familia Valera y por ello, y como veremos más abajo, son muchos los incidentes en los que se verá implicado algún miembro de esta familia de hidalgos mencianos quienes recibirán en algunas ocasiones críticas a su condición nobiliaria.

Las raíces de don Juan Valera (II)



A mediados del siglo XVIII y, de acuerdo con los datos que nos suministra el interesante Catastro de Ensenada de 1751, entre los vecinos hidalgos de la villa que figuran en el censo de Seglares aparecen los siguientes miembros de las familias Alcalá, Galiano o Valera: don Juan de Alcalá Galiano Flores y Calderón, casado de 56 años, Caballero de Santiago, gobernador del estado de Baena y Alcaide del Castillo y Fortaleza de Doña Mencía y que en 1765 se convertiría en el primer marqués de La Paniega; el corregidor don Clemente Galiano Romero, viudo de 54 años; don Jacinto Roldán Galiano, casado de 23 años; don Juan Joseph Roldán Galiano, familiar y Alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad de Córdoba; don Juan Miguel Valera, de 25 años; don Diego Alfonso Valera Roldán, casado de 45 años, y, finalmente, don Pedro Joseph Valera Roldán, casado de 46 años, Alguacil Mayor y Alcaide de la cárcel.

A esta lista debemos añadir a doña Victoria Galiano y a doña Gerónima de Alcalá Galiano, de estado honesta. Entre los forasteros que figuran en el libro de Haciendas de seglares aparece doña Josepha de Navas Galiano y don Antonio Galiano, hijo de don Joseph Galiano, vecino de Cabra, quien en una nota que se indica se expresa que ya es vecino de Doña Mencía.

Como vemos los apellidos Alcalá, Galiano, Valera y Roldán aparecen unidos en muchos casos, lo que expresa la endogamia que existía entre el núcleo de reducidos hidalgos que residían en la villa de la subbética cordobesa en el siglo XVIII. No en vano los apellidos del escritor ya se habían unido con anterioridad, pues en 1700 Juan Raimundo Alcalá-Galiano se casó con María Valera Roldán.1

En los libros del censo y haciendas de eclesiásticos del Catastro de Ensenada de 1751 también encontramos a miembros destacados de la familia Valera Roldán, como don Salvador Antonio Valera Roldán, Presbítero y Comisario del Santo Oficio y administrador de la capellanía fundada por don Juan Valera Roldán, y don Juan Santos Valera Roldán, clérigo de menores órdenes, colegial huésped en el mayor de Cuenca, quien tiene tres criados (un mayordomo, un espensero y otro para cuidar el caballo) y dos criadas.

De entre todos ellos destaca la personalidad de don Pedro Antonio Valera Roldán, presbítero, quien según consta en su testamento de 1716, fue uno de los fundadores, junto a sus hermanos don Juan Valera Roldán, presbítero y don Antonio Valera Roldán, familiar del Santo Oficio, del vínculo de una Dote a Parientas e impulsor de la creación de una Obra Pía de primeras letras. También se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía una copia, fechada en 1771, de la fundación del mayorazgo de la familia Valera que data del 23 de mayo de 1704, a nombre de don Pedro Valera Roldán y sus dos hermanos, don Salvador y don Antonio Valera Roldán. En dicho documento se expresa, entre otras condiciones, que “cualquiera que haya de poseer este mayorazgo ha de conservar los apellidos de Valera y Roldán y que tenga obligación de firmarse dichos apellidos juntos”. 2

Tanto los Valera como los Alcalá-Galiano poseían importantes bienes en la villa de Doña Mencía, según consta en el Catastro antes citado. Pedro Joseph Valera Roldán, alguacil mayor, era dueño de cinco casas situadas en las calles más importantes del pueblo –Sacramento, plaza del Llanete (arrendada a su hermano Juan Miguel Valera), dos en la plaza del Pradillo y otra en la calle Vuelta del Sacramento, además de importantes fincas entre las que destaca el cortijo del Tocón con sus huertas y numerosas cabezas de ganado. Su hermano Diego Alphonso vivía en la calle Llana y era dueño de otras fincas menores. De los otros dos hermanos, miembros del clero menciano, es preciso destacar a don Juan Santos Valera Roldán, uno de los máximos hacendados del pueblo, dueño de numerosas casas y fincas rústicas.

Los dos miembros más significativos de la familia Alcalá-Galiano ocupaban una posición económica muy privilegiada en la villa. Así, don Juan Joseph Roldán Galiano, que vivía en la calle Arriba, era dueño de más de diez casas de del pueblo, entre las que se incluía la que en la calle Nueva “servía de Tercia para beneficiar la uva que pertenece en esta villa a el diezmo de la de Baena”, y de varias fincas a las que hay que sumar las numerosas cabezas de ganado (700 ovejas, 150 reses vacunas, 96 cerdos y 25 colmenas fuera del término de Doña Mencía). El otro miembro de la familia Alcalá-Galiano, don Juan de Alcalá Galiano Flores y Calderón era dueño de la casa que será sede del marquesado de La Paniega, en la calle vuelta del Sacramento, con tres bodegas con una capacidad de 2700 arrobas y de la casería, centro de los Estados Paniagales –como en alguna ocasión los llamó el escritor- que dará nombre al título nobiliario que alcanzará poco después. A todos ellos hay que sumar los bienes que las dos familias poseían fuera del término, como constan detalladamente en la fundación del mayorazgo de los Valera con importantes posesiones en el término de la villa de Cabra y Baena.

martes, 17 de julio de 2007

Las raíces familiares de don Juan Valera (I)

Don Juan Valera y Alcalá-Galiano (1824-1905) procedía de las dos ramas familiares más significativas de la nobleza de la villa de Doña Mencía. En las casas solariegas de los Alcalá-Galiano, en la calle Vuelta de Sacramento (antiguo cuartel de la Guardia Civil y ahora sede de la Casa de la Cultura que lleva el nombre del escritor), y en la de los Valera, en la calle Llana, desde donde se divisa la torre del Homenaje del castillo de la villa, se alojaba cuando venía a Doña Mencía “donde se vive bien” y no en Paris ni en Washington, como le aconsejaba a su hermana Sofía.


Don Juan Valera, su más lejano antepasado, fue uno de los veintisiete Caballeros Hijosdalgos que acompañó al rey de Castilla y León, Alfonso XI, en las campañas de principios del siglo XIV contra los musulmanes, como consta en la executoria de hidalguía de la familia Valera que se conserva en las Actas Capitulares del año 1702 del Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía. La prueba de la hidalguía de la familia Galiano se conserva en las actas del año 1711.


El primer miembro de la familia Valera que se asentó definitivamente en Doña Mencía, ya a finales del siglo XVI, sería don Juan Valera Roldán, natural de Luque, y casado con María López, de Doña Mencía. En el libro de bautismos del Archivo Parroquial de la localidad encontramos, a partir de 1574, los nombres de sus hijos, Antón, Juan, María, Damiana y Francisco.


Desde mediados del siglo XVII las referencias a las familias Valera, Alcalá, Galiano y Roldán son frecuentes en las actas del Cabildo al ocupar los cargos municipales más importantes. Así, en el acta de 4 de junio de 1649 -ver la imagen de arriba- se indica que don Juan Valera Roldán es el encargado de hacer “con sus armas de fuego” la ronda del lunes por la noche para hacer la “custodia y guarda de la villa” y evitar que el contagio llegue a la villa de Doña Mencía. Pocos años después, en 1654, sería recibido como regidor del Cabildo y también en ese mismo año don Antonio Galiano y Lastres recibiría las llaves del castillo para convertirse en Alcalde del Castillo y Fortaleza de la villa.

El apellido Alcalá aparece unido al de Galiano desde mediados del siglo XVII. Así, en los libros de Cabildo de 1660 el puesto de teniente de Alcalde, y más tarde también Juez ordinario, está ocupado por don Joan de Alcalá Galiano y a principios del siglo XVIII, en febrero de 1704, se inicia una causa contra don Francisco Alcalá Galiano por tener dos alambiques ilegales.

Tanto los Valera como los Alcalá y los Galiano ocuparían una posición económica con cierto desahogo, que se haría patente en momentos puntuales. Así, los toros que se lidiaron en Cabra en 1675 eran de don Juan Valera Roldán, vecino de Doña Mencía, y en 1709, ante la carestía de trigo en el pueblo, se acude en ayuda de uno de los dos vecinos que poseían trigo en su casa, el licenciado don Pedro Valera Roldán, comisario del Santo Oficio de la Inquisición, del que hablaremos más tarde.

Tres de los cuatro hidalgos que había en Doña Mencía a principios del siglo XVIII, cuando la población de la villa estaba en torno a los 500 vecinos, pertenecían a la familia Valera -don Juan Balera Roldán, alférez Mayor; don Juan Isidro Balera Roldán y don Antonio Balera Roldán- y el otro era de la rama de los Galiano, don Miguel Francisco Galiano Bar Nuevo. Sólo uno de ellos, don Juan Isidro Balera Roldán, acudirá a la llamada militar, pretextando los demás diversos motivos. Así, don Juan Valera Roldán, Alférez Mayor, se excusará afirmando “...hallarse con más de cinquentta y quattro años y con la falta de bista del ojo derecho además de padecer la enfermedad continua de la gota que por los tiempos lo ponen en estado de no poderse menear... y don Miguel Francisco Galiano Bar Nuevo apuntará “...hallarse con muy cortos medios y ser manco del brazo derecho...”.

Los cuatros pertenecían al estrato más bajo de la nobleza que en las villas pequeñas ocuparía cargos municipales de cierta relevancia que les reportarían algunos ingresos para mantener su prestigio social. Así, el cargo de Alguacil Mayor -ver el acta de cabildo del 4 de marzo de 1737 en que se recibe a don Pedro Joseph Valera Roldán como alguacil mayor de la villa- siempre estuvo en manos de un miembro de la familia Valera en la segunda mitad del siglo XVIII y un miembro de la familia Alcalá-Galiano, será siempre el Alcalde del Castillo y Fortaleza de Doña Mencía, un cargo más honorífico que otra cosa, y en ocasiones excepcionales, como en agosto de 1776, también será teniente de corregidor. Con frecuencia, miembros de estas dos familias son nombrados familiares -ver el acta del 17 de abril de 1769 en la que se recibe como alguacil mayor y familiar del Santo Oficio a don Jazinto Roldán Valera Galiano- o comisarios del santo Oficio, lo que demuestra su pureza de sangre –que en algún momento fue cuestionada –y en numerosas ocasiones también aparecen como mayordomos mayores encargados de organizar las fiestas de san Pedro Mártir de Verona o de Jesús Nazareno -ver el acta del 1 de mayo de 1731 en la que don Pedro Joseph Valera Roldán es nombrado mayordomo para la fiesta de Jesús-. En ocasiones, ambas familias controlaban casi en su totalidad los cargos del Cabildo de la villa de Doña Mencía, como consta en el acta capitular de 24 de abril de 1728, en la que se trató sobre el reconocimiento de la hidalguía de don Juan Joseph Roldán Galiano, y en la que el alcalde y juez ordinario era don Juan de Alcalá Galiano Flores y Calderón, don Juan Isidro Valera Roldán, el alguacil mayor, y don Diego Alfonso Valera Roldán y don Pedro Joseph Valera Roldán regidores.


Texto:

Real Declaratoria – Don Felipe, por la Gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, etc., etc., por cuanto por parte de vos Don Juan de Valera Roldán, Alférez mayor de la villa de Doña Mencía, se me ha representado, sois hijo legítimo de Don Juan de Valera Roldán y de Doña María Rubio su mujer, nieto de Salbador Valera y de María Roldán, bisnieto de Juan Valera y de María López, vecinos que fueron de dicha villa de Doña Mencía y natural el dicho Juan Valera de la de Luque, terceros nietos de Marcos Valera y de Francis María, vecinos que fueron de dicha villa de Luque, y que así ellos como sus antepasados son descendientes legítimos de Juan Valera, uno de los veintisiete Caballeros Hijosdalgo de sangre que vinieron de las Montañas de León a servir al Señor Rey Don Alfonso el Onzeno, y en las conquistas que hicieron ganaron diferentes pueblos y castillos, ....” Barcelona, 18 de noviembre de 1701. Copia conservada en las Actas Capitulares, 17 de enero de 1702, del AHMDM.