sábado, 25 de agosto de 2007

Doña Mencía en la antesala de 1898 (I)


Calle Virgen
Cargado originalmente por agomezperez7

Un pueblo es estado de obras permanente
Cuando escribí este artículo –en agosto de 1998- sobre Doña Mencía entre los años 1893-1897, no había leído la rica correspondencia valeriana y aunque al final del texto hay una cita del gran escritor no imaginaba el rico y abundante epistolario de nuestro paisano. Sería interesante completar y dar a conocer a través de este blog tanto lo hecho hasta ahora por el padre Alfonso Sánchez y por éste y José Jiménez como lo que encierran las cartas de Valera conocidas y la rica información y las numerosas referencias que hay sobre Doña Mencía en ellas. Pero vayamos a otra cosa. Os transcribimos el artículo, al que se aludía más arriba sobre Doña Mencía en los años 1893-1897 a través de la importante información que guardan las Actas Capitulares de estos años.

Don Baldomero Jiménez Barba no esperaba que el Ayuntamiento fuese tan generoso y que los concejales amaran tanto la música. Él se había brindado sin retribución alguna a que la banda que tenía bajo su dirección tocara los domingos y días festivos en la Plaza y paseo de la Villa, debido a la notables afluencia de público en los días de verano por lo que la Corporación acuerda costear un tablado para la banda municipal. Pero la cosa no quedó ahí y al mes siguiente, en agosto de 1893, y ante la petición presentada por el director de la Banda, los ediles también se muestran favorables a comprar algunos instrumentos más ya que a consecuencia de su falta el repertorio era muy limitado y varios alumnos no podían asistir a la academia municipal de música. Así, incluido en el capítulo de imprevistos y por un valor bastante considerable para la época -514 pesetas-, se decide comprar un requinto, dos cornetines y un trombón. Pero no todo era música para amenizar las noches de verano en la Plaza Mayor de Doña Mencía en aquella época tan dura y en la que se avecinaba una crisis que ahora se conmemora. [1]

El lavadero y las fuentes públicas
El lavadero público de la villa, sito y contiguo al Pilar de Abajo, en estado ruinoso y con las cañerías de salida de las aguas sucias obstruidas, se podía conceptuar como un foco de infección y un inminente peligro para el pueblo y para las mujeres que acudían diariamente a lavar sus ropas. Era necesaria su reparación así como la de la mayoría de las calles del pueblo, sobre todo atendiendo a la próxima época de las lluvias en que se forman grandes barrancos y lodazales haciendo algunos sitios intransitables. Además, y de ello se quejaban continuamente los señores capitulares que formaban la comisión local de policía urbana y rural, el vecindario actuaba con bastante descuido y abandono ya que era frecuente arrojar inmundicias, aguas sucias y escombros a la calle, lo que obligaba a dictar ciertas disposiciones. Sobre todo cuando llegaba la época de la matanza y por ello en diciembre de 1895 se acuerda limpiar las calles y paseos de la población que se encuentran muy sucios por las basuras del ganado de cerda. En el verano la situación se hacía más crítica al comenzar las calores propias de la estación por lo que era conveniente, para la higiene pública, la limpieza del paseo y las afueras de la población.

Las tapias del cementerio se derrumbaban con frecuencia; las calles se convertían con las lluvias en unos barrizales intransitables y el empedrado de la mayoría debía ser reparado; gran parte de la cerca del Matadero público estaba derruida y muy deteriorada; había que rellenar los baches que se producían con frecuencia en el reciente camino de la estación férrea; las conducciones de las tres fuentes del pueblo –Pilarito, la fuente de la Plaza Mayor y la del Pilar de Abajo- se obstruían con bastante frecuencia, por cuya causa las aguas vienen enturbiadas y cenagosas; también hubo que reparar el puente de la carretera provincial que conduce de esta villa a la de Zuheros y que llaman de la Cruz del Muelle, así como el de la Junta con uno de sus muros completamente derruido; para colmo, y como efecto de las pertinaces lluvias de 1890 a 1891, también se produjeron corrimientos de terrenos en las trincheras construidas para la instalación de la vía férrea en las Hazas de la Vera, la Torre y Piedra del Mez; y, cómo no, también había que reparar de vez en cuando las Escuelas Públicas como en mayo de 1894, para lo cual se libró una cantidad de 500 pesetas –poco menos que el gasto que se hizo en instrumentos musicales- y también en 1897, puesto que en alguno de los locales era posible que ocurriesen desgracias en los escolares.

La Doña Mencía de finales del siglo pasado se encontraba en un estado de obras permanente. La Iglesia parroquial también se venía abajo y para su conservación el Ayuntamiento pone en marcha una inscripción voluntaria entre los vecinos de la villa y, a fin de demostrar los buenos sentimientos religiosos que asisten a esta Corporación y teniendo en cuenta el laudatorio fin que se persigue, decide encabezarla con cincuenta pesetas.
[1] Este artículo ha sido elaborado a partir de la información contenida en el Libro de Actas Capitulares correspondiente a los años 1893-1897. Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía (AHMDM), Reg. 186. Leg. 21 Exp.1

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