domingo, 16 de diciembre de 2007

Yo también vivía en la calle Queipo de Llano


De vuelta del campo
Cargado originalmente por agomezperez7
Lo descubrí mucho más tarde. Averigüé que en todos los sitios había una calle con ese nombre. En Doña Mencía, la antigua calle Baena o Nueva –la de los crímenes de Genaro- se llamaba así cuando me trasladé a vivir a ella –allá por el año 1959-. Y para ir a la plaza del Generalísimo -¡como no!, en nuestro pueblo también teníamos una- estaba obligado a pasar por la calle dedicada a Fernando Arrebola Gan –ahora y siempre, menos durante el franquismo, calle Tránsito-. Después me dijeron, y la información provino de una persona de la que guardo un gratísimo recuerdo y que fue compañero de armas del propio Fernando Arrebola, que éste murió bajo los efectos del fuego amigo estando de guardia. Subida la pequeña cuesta de la calle Tránsito y rodeando por la izquierda o la derecha la antigua calle Abajo –el nombre de Juanita la Larga, tal y como se llama ahora, no cambió- nos topamos con la calle dedicada a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, aunque en el pueblo siempre se nombraba por la calle Arriba –y también hoy a pesar de que no se haya recuperado su nombre original-. Y al llegar a la Plazuela de la Cruz -¡Perdón, plaza de Calvo Sotelo!- y al acercarse a leer la placa de los caídos por Dios y por la Patria uno se topaba con la calle dedicada al sargento Sequeira. Aquello parecía un cuartel, pero la mili no fue corta. Duró, nada más y nada menos, que desde 1939 hasta 1975 –bueno en Doña Mencía desde primeros de septiembre de 1936-. Total: 39 años. Y para llegar al cambio de las calles con la primera corporación democrática: 43 años. ¡Mucha mili! Y había más: la calle Eras estaba dedicada a Sáenz de Buruaga, cuya ocupación de Baena al mando de una columna de Regulares y del Tercio (entre otras fuerzas) supuso uno de los mayores genocidios de la guerra en Córdoba y el exterminio de las organizaciones campesinas de Baena”, MORENO GÓMEZ, F. La República y la Guerra Civil en Córdoba (I). Córdoba. 1982. (pág 526). Y quedaban más: la calle Granada estaba dedicada a los Hnos. Sánchez, cuya familia también ocuparía puestos relevantes durante el franquismo en Doña Mencía; el coronel Cascajo –jefe del Cuartel de Artillería y director de la sublevación del 18 de julio en Córdoba, que en los meses siguientes convertiría la capital en un horrible cementerio (MORENO GÓMEZ, F, op. cit. pág. 402)- también tenía su calle en Doña Mencía y Cubero Padilla también (en su lápida del cementerio se dice que murió en defensa de la Patria). Y los otros muchos que se fueron de Doña Mencía y nunca volvieron, ¿por qué patria lucharon? Y los que regresaron y tuvieron que sufrir miles de humillaciones y pasar por los campos de concentración de Franco. Y los que se quedaron en Doña Mencía pensando que a ellos, que nunca se habían señalado, no les pasaría nada, y serían fusilados (paseados: ¡vaya eufemismo!). ¿Dónde están enterrados? ¿Cuántos fueron? ¿Deben saber sus familias qué fue de ellos? ¿Es esto abrir viejas heridas o es sólo hacer justicia? ¿Saben la mayoría de los mencianos y mencianas esta parte de la historia de su pueblo? ¿Tienen derecho a conocerla? Como anticipo os adjunto la primera página del listado de cabezas de familia de Doña Mencía que “se han ausentado de esta población y no ha regresado a la misma” -¡vaya manera de decir que huyeron para salvar el pellejo!- a petición de Queipo de Llano. El escrito fue remitido desde el Ayuntamiento de Doña Mencía con fecha 17 de septiembre de 1936.
Antonio Gómez Pérez

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