
Una vez reducido por la fuerzas de orden público, Genaro, nos cuenta Frasquito Priego en su crónica para “El defensor de Córdoba”, permaneció durante todo el viernes, 20 de julio de 1906, acostado en la cama. Desde allí pudo escuchar los gritos que le dirigían los vecinos y lamentó no haber podido llevarse por delante también a “

Durante mucho tiempo se seguiría hablando en Doña Mencía de Genaro y de sus horrendos crímenes y todavía cuando se ve venir alguna desgracia es corriente decir: “Ese va a hacer una de Genaro”. Y pocos mencianos se atreverán a poner el mismo nombre del asesino a uno de sus hijos. El último Genaro que conocí, me contaba Antonio “Morejón”, estaba de manijero en un cortijo y la gente de guasa apuntaba: “El cortijo se llama Matasanos, el amo Caraescopeta y el manijero Genaro”.
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