sábado, 12 de abril de 2008

El Pilar de Abajo, 1928


  • Título: Doña Mencía, Pilar de Abajo.
  • Fecha: 1928
  • Fuente: Peña del Córdoba “Perico Campos”.
  • Autor: Anónimo

Lo primero es agradecer a Juan Marín que haya divulgado esta antigua fotografía de Doña Mencía. ¡Buen detalle Juan! Lo segundo es agradecer a Vicente Rodríguez (Cafetería Capri) que me regalara una copia.

Y ahora vamos a lo que vamos. Ya conocía esta fotografía pero nunca la había observado con tanto detalle. Es una buena reproducción lo que permite comentar mejor los detalles de la misma. Vayamos por partes. ¿Cuántas personas vemos? Me salen 28 -y 7 animales de labor- distribuidos en diferentes planos. En el primero, dentro del arco que forman los 15 niños que están anonadados mirando a la cámara, sobresale el que está más cerca de nosotros y cuyo rostro está desenfocado -me recuerda a la Mari Bárbola de Las Meninas-. Junto a él vemos al grupo masculino: en total, hay ocho niños -contando al citado antes-. Excepto los más pequeños, tres de ellos, los demás llevan su gorra correspondiente. En mi infancia todos los hombres que conocí llevaban gorra -o boina-. Antes era muy raro ver algún mayor con la cabeza descubierta. Lo que llama la atención en la foto es que los niños también llevaran su correspondiente gorra desde tan temprana edad. Los tres más pequeños van vestidos con una especia de babi y los demás portan el blusón abrochado en el botón superior. De los siete niños dos de ellos portan el brazalete negro de luto -algo que todavia era frecuente en la Doña Mencía de los cincuenta-.También uno de los jóvenes que en segundo plano están subidos a la grupa de su mula lleva el brazalete de luto. A la izquierda se sitúan las siete niñas que han ido a la fuente del Pilar de Abajo a por agua o a acompañar a sus hermanas. Las dos mayores, con su cántaro al costado, y las pequeñas con su botijo de La Rambla. Peinadas de igual manera visten con un austero bambo. La situada a la izquerda de nosotros se tapa el rostro al mismo tiempo que sonríe. ¿Quiénes son estos niños? ¿Vive alguno de ellos? No lo sé. Son de la generación de mis padres, de los nacidos a principios del 20 y, seguramente que, si investigamos un poco, sabremos algo más de alguno de ellos. A ellos les tocó vivir los años una época llena de ilusiones y tragedias.

Detrás de este gran grupo, el más numeroso, se sitúan los dós jovenes que, montados en su bestia -el de la izquierda en un borrico y en de la derecha en una mula-, también miran a la cámara. Uno de ellos lleva un sombrero más distinguido. Seguramente que ninguno de ellos pasa de los 12 años. Ya más cerca del pilar -de aquella fuente del ejido de la que tanto nos habla Valera- vemos a varias personas: dos más cerca del caño -que vertía un chorro tan grueso como el brazo de un hombre robusto, nos dice Juan Valera en Juanita la Larga- otros dos en el pilar de la derecha y un grupo más numeroso – en total nos salen cinco- junto al lavadero público que tiene sus muros derruidos. El mismo al que acudían las mujeres a lavar la ropa, remangadas las enaguas hasta los muslos y metidas en el agua hasta las rodillas. Por lo que vemos no exageraba Valera cuando dice que frondosos y gigastescos álamos negros y pino y mimbreras circundan la fuente y hacen aquel sitio umbrío y deleitoso.

Más cerca del puente vemos a otro grupo que ya se dirige al pueblo en el que se sobresale, junto a la torre del castillo, la antigua Iglesia Dominicana, que sería incendiada cuatro años más tarde, y, por lo que podemos ver en la foto, se observa el buen estado de la misma así como la blancura de los muros del Convento y de las restantes viviendas del pueblo.

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