miércoles, 13 de agosto de 2008

Mencianos en los campos nazis, 06

José Lama Priego, deportado en Mauthausen (segunda parte)


La información que se transcribe a continuación ha sido obtenida tras la entrevista mantenida con Rafaela Lama Priego –hermana de José y nacida en 1919- y sus sobrinas Pepa y Manolita Jiménez Lama. Nuestro mayor agradecimiento a las tres que generosamente me atendieron en cuanto les expuse el motivo de la conversación.


José Lama Priego, tal y como aparece en todas las fichas que hemos consultado, nació en Montoro y no en Doña Mencía. Sus padres estaban de caseros en un cortijo llamado La Onza de esa localidad y allí pasaban largas temporadas trabajando de podadores. Él era el tercero de una familia de cuatro hermanos: Francisco, Ramón, José y Rafaela. Ésta última todavía vive en Doña Mencía y amable y emocionadamente nos ha contado cosas de su hermano al que no vio nunca tras su salida de Montoro durante la guerra civil. José Lama Priego nace en Montoro el 28 de diciembre de 1912, la misma noche y en el mismo hospital en que muere su abuelo.


El mayor de los hermanos, Francisco, estaba casado con Mª Antonia Jurado Calero, natural de Montoro, con la que tuvo dos hijos. En compañía de José, que marchaba con uno de sus sobrinos a hombros, huyeron de Montoro tras la caída de esta población en manos de los rebeldes. María Antonia Jurado Calero también será una de las muchas republicanas que pisará tierras francesas, con un destino menos trágico que el de su cuñado José Lama.


La madre de José, que estaba en Doña Mencía cuando supo los sucesos de Montoro habló con Agustin Vergara, quien le acompañó en su cadillac hasta el pueblo ribereño del Guadalquivir en busca de sus hijos y nietos, pero allí no vio más que viejecitos llorando, nos dice Pepa, una de las sobrinas de José Lama, según lo que recuerda de lo que le decía en continuas ocasiones su abuela. No se sabe mucho de los avatares de Francisco y José durante la guerra civil. El primero fue herido en Brunete y en el hospital pudo ser visitado por su hermano José. Más tarde, como muchos republicanos, los dos cruzarían la frontera francesa huyendo de las tropas franquistas.


Ya en Francia José estuvo recluido en uno de los campos de internamientos del sur, en Barcarés, junto a otro paisano de Doña Mencía, Frasquito Baena, padre de Paco Baena. En Barcarés solicitaron un aval para poder regresar a España y una vez obtenido éste, concedido por la familia Ortiz Lama, no sirvió para mucho, pues a Doña Mencía solo regresaría Frasquito Baena comunicando a la familia de José que éste cambió de opinión a última hora.


José Lama Priego, nos dice su hermana Rafaela, era una persona muy culta y elegante. Aprendió a leer en el cortijo y a pesar de su autodidactismo siempre demostró un gran interés por la cultura. De hecho sus cartas reflejan una pulcra caligrafía y un texto sin errores ortográficos. A pesar de la distancia –afincado en Toulouse no regresaría a España- José nunca perdió el contacto con su familia con la que siempre se carteó manteniendo una constante comunicación de la que quedan cartas, felicitaciones y fotos. Con la paga de deportado asignada por el gobierno francés mandaba desde Toulouse una ayuda económica a su familia y en ocasiones algunos regalos –ropa, impermeables, material escolar, etc-. Incluso llegó a enviar un giro para pagar la corona del funeral de su madre. En otra ocasión solicitó que le enviasen una foto con la sepultura de su madre. Nuestra abuela, nos dicen Pepa y Manolita, guardaba las cartas de su hijo debajo de la almohada y las ponía a la luz del sol para leerlas y ver con más detalle donde habían estado posadas las manos de su hijo.

El hermano mayor de José, Frasquito Lama Priego, al término de la guerra civil, como muchos vencidos pasó también por el penal de San Roque y cuando regresó a Doña Mencía, su cuñada, la esposa de Ramón y otras mujeres salieron a recibirlo antes de que lo llevaran al cuartel. Manuel, su padre, quiso verlo pero la Guardia Civil se lo impidió.


José hizo lo posible para que su hermano Francisco fuese a verlo a Toulouse, incluso abonándole el billete. Lo hizo en dos ocasiones y en una de ellas, según nos contó mi hermano, nos dice Rafaela, al ver la vieja maleta que llevaba Francisco desde España, le compró otra nueva tirando la vieja al río Garona. José también aprovecharía cualquier ocasión para ver a los miembros de su familia cuando éstos emigraron a Francia a principios de los años 60, y en varias ocasiones salió su encuentro, como hizo con otros grupos de mencianos. Nunca regresó a España y lo más cerca que estuvo fue en Perpignan. Las malas lenguas decían que “Boquerón” y Lama no venían porque tienen las manos manchadas de sangre; a nosotros –nos dice Pepa- mi madre nos tenía dicho que no regresaba porque le faltaban unos papeles. Nosotros sabíamos que nuestro tío era una buena persona y que había sufrido mucho. No podía tener las manos manchadas de sangre.


A través de las cartas continuas se mantuvo el cariño y el calor familiar a pesar de la larga distancia. La madre de José siempre le escribía y ella personalmente quería echar las cartas, aunque tuviera que encaramarse para llegar hasta el buzón del Ayuntamiento. La recuerdo –nos dice Pepa- con su toquita y sus zapatos de Carruchano, con la carta de su hijo bajo el brazo camino del Ayuntamiento. Una vez echada la carta siempre exclamaba: ¡Ay hijo de mi alma, ay hijo de mi alma!
A principios de 1967 nos llegó un telegrama de Petra, su compañera, comunicando la muerte de José Priego Lama. Se tiró al tren tras comprar el periódico de todos los días. Murió sin testar y tuvimos que ir a Toulouse –sus hermanos Ramón y Rafaela acompañados de Carlos - en dos ocasiones para arreglar los papeles.
Desde aquí, de nuevo queremos dar las gracias a Rafaela Lama Priego, y a sus hijas Pepa y Manolita Jiménez Lama, por la información que nos han ofrecido sobre su hermano y tío, José Lama Priego, menciano -aunque natural de Montoro-, deportado en Mauthausen quien, aunque sobrevivió al campo de exterminio nazi, nunca pudo superar el tremendo trauma que ello lo supuso.

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