martes, 2 de diciembre de 2008


Antonio León López, albañil, 31 años.

Natural de Doña Mencía y fusilado en Córdoba el 6 de diciembre de 1936

Tras un merecido y largo descanso reiniciamos el blog con alguna de las aportaciones de las últimas jornadas de historia local celebradas los pasados 14, 15 y 16 de noviembre en la Casa de la Cultura de Doña Mencía y dedicadas a la recuperación de la memoria histórica. Por primera vez y públicamente se leyó la lista de desaparecidos en nuestro pueblo víctimas de la represión franquista durante la guerra civil y en la posguerra. Entre ellos figuraba Antonio León López, jornalero con 31 años de edad, que, según los datos recogidos por Francisco Moreno Gómez en su primer libro (pág. 711) publicado en los años 80 –también figura en el que acaba de publicar en Crítica sobre El genocidio franquista en Córdoba- fue fusilado en Córdoba el 6 de diciembre de 1936.

La última expedición fue la de los once y se produjo a principios de diciembre de 1936 y se los llevaron a Córdoba. A los demás los llevaban a fusilar a Monturque, al Salinero.”, nos cuenta V.B.

“Antonio León López era del campo y albañil. Una persona amable y buenísima nos dice I. Él no hizo nada –como tampoco los que se fueron del pueblo- ni se había destacado políticamente y por eso se quedó en Doña Mencía. Vivía en el paseo y, según me comentó un familiar suyo se lo llevaron a principios de noviembre o diciembre. Pedro, uno de sus dos hijos, sólo tenía tres años cuando fueron a por él. Llegaron por la noche, a eso de las 10,30 horas. Antonio tenía a su hijo Pedro en las rodillas. Todavía no se habían ido a la cama porque estaban partiendo aceitunas. A su hijo se lo arrancaron a la fuerza de los brazos y aquello, Pedro, no lo superó nunca. No quería tampoco hablar de aquel terrible suceso, pero poco antes de morir todavía reconocía la foto de su padre. Varias vecinas vieron al camión en la puerta de la casa y contemplaron la detención. Al parecer, una de las personas de derechas del pueblo pregunto a la madre de Antonio si éste no se iba del pueblo. Ella le respondió que su hijo no había hecho nada y no tenía por qué irse. Más tarde se enfrentaría a él al recriminarle que no le había dicho todo lo que sabía”.

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