Foto: Antonio (Francisco) Montes Navas. Álbum familiar.
Semblanza de Antonio (Francisco) Montes Navas con motivo de su 104 cumpleaños
Antonio (Francisco) Montes Navas nació en Doña Mencía en octubre de 1908, poco después de que Genaro fuese indultado tras cometer en el verano de 1906 un cuádruple asesinato en la calle Baena, poco más arriba de donde vive ahora Antonio. Hoy estamos aquí para celebrar su 104 cumpleaños lo que es un gran motivo de alegría para él, para su familia, y para todos los que le acompañamos. No es muy frecuente ver a una persona centenaria dirigirse todos los días – o casi todos- ayudado de su andador por la mañana hacia el parque para charlar con los jóvenes -bueno, son gente mayor, pero en realidad a su lado todos son jóvenes-. Y, si puede, tampoco falta al café de la tarde en el bar de Carriles.
Antonio (Francisco) Montes Navas nació en Doña Mencía en octubre de 1908, poco después de que Genaro fuese indultado tras cometer en el verano de 1906 un cuádruple asesinato en la calle Baena, poco más arriba de donde vive ahora Antonio. Hoy estamos aquí para celebrar su 104 cumpleaños lo que es un gran motivo de alegría para él, para su familia, y para todos los que le acompañamos. No es muy frecuente ver a una persona centenaria dirigirse todos los días – o casi todos- ayudado de su andador por la mañana hacia el parque para charlar con los jóvenes -bueno, son gente mayor, pero en realidad a su lado todos son jóvenes-. Y, si puede, tampoco falta al café de la tarde en el bar de Carriles.
Pero
hoy no solo celebramos su 104 aniversario. De algún modo, Antonio
(Francisco) se ha convertido en testigo inteligente de ese pasado que
muchos quieren olvidar, de un siglo cuyas cicatrices no sé si
todavía hemos cerrado de verdad.
¿Francisco
o Antonio? El se enteró que se llamaba Antonio cuando fue llamado a
filas en el año 1929. Lo del nombre viene del encargado del
registro, un tal Maroño, que ponía el nombre que le daba la gana.
“Me aburría en la escuela y no aprendí a leer”, me decía el
verano de 2011, “A mí lo que me gustaba era jugar a las cartas y
desde los 10 años estuve sirviendo con los segaores en la
Campiña. Así durante cuatro años. Con 15 años cogí unas
calenturas, paludismo, dijeron. Menos mal que mi tío Manuel me llevó
a Aguilar y con quinina me la quitaron. En aquella época estaba
trabajando el cortijo de Camarero cerca de Los Cansinos”. Y salió,
como no, el nombre de su tío Manuel Montes Priego, junto al que
aparece en una gran fotografía que tiene en la salita de estar de su
casa. “Yo llevo siempre una foto de mi tío en el bolsillo”,
afirma Antonio, “Fue como un padre, para mí”, añade.
Manuel
Montes Priego es, sin duda, una de las personas más relevantes de la
historia de Doña Mencía del siglo XX. Junto a los Güeto y Cejudo
su nombre está ligado al movimiento republicano de Doña Mencía en
el primer tercio de siglo pasado, jugando un papel muy activo dentro
del mismo. Fue secretario de El Progreso Agrícola de Doña
Mencía ya en 1903 y tras proclamarse la II República, el 14 de
abril de 1931, formó parte junto a Juan Navas y Antonio Muñoz de
la gestora republicana que se constituyó en el pueblo, bajo la
presidencia de Francisco Güeto Vargas, como alcalde interino.
Vecino
de la calle Granada 42, su
nombre figura
el primero de la lista de los huidos del pueblo al comienzo de la
guerra -“se
dice marchó a Jaén”. Era una
persona culta, elegante e instruida. Fue corresponsal de la revista
Las Dominicales
y se conservan muchos de los artículos enviados a dicha revista en
la que narra las peripecias de los republicanos mencianos. En una de
las noticias publicadas se comenta que la autoridad le prohibió que
impartiera clases nocturnas a los trabajadores de Doña Mencía.
Tenía un acordeón y sabía tocar la bandurria acompañando con su
música los bailes de las Pérez Sastra. “Valía muchos dineros lo
que se llevaron de su casa, una vez ocupada Doña Mencía por las
fuerzas franquistas: libros, mesa de bufete, y otros enseres. El
sargento Berlanga, dicen, fue el que se llevó todo lo de valor de la
casa de mi tío”, me comentó Antonio, al que siempre protegió,
tanto a él como a su familia. Por eso, tras huir Antonio de Doña
Mencía, como uno más de los centenares de mencianos que se
“ausentaron” -según el listado que se envió a Queipo de Llano-
del pueblo, regresaría para llevarse a su tío a Jaén en donde
permanecería durante toda la guerra encargándose de la
contabilidad del hospital de Jaén.
Manuel
Montes Priego regresó a Doña Mencía tras la guerra y sería
encarcelado en Cabra y Montilla en donde murió. Algunos dicen que
envenenado. Este verano encontraba un nuevo documento en nuestro
archivo sobre la relación de individuos procedentes de la zona roja
y los haberes de los mismos “que han causado estancias en el
depósito municipal” (o sea en la cárcel del pueblo). Entre ellos
figura también Manuel Montes Priego, al que provisionalmente se le
permite estar en su casa al encontrarse enfermo.
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