viernes, 26 de octubre de 2012

Semblanza de Antonio (Francisco) Montes Navas I


Foto: Antonio (Francisco) Montes Navas. Álbum familiar.


Semblanza de Antonio (Francisco) Montes Navas con motivo de su 104 cumpleaños

Antonio (Francisco) Montes Navas nació en Doña Mencía en octubre de 1908, poco después de que Genaro fuese indultado tras cometer en el verano de 1906 un cuádruple asesinato en la calle Baena, poco más arriba de donde vive ahora Antonio. Hoy estamos aquí para celebrar su 104 cumpleaños lo que es un gran motivo de alegría para él, para su familia, y para todos los que le acompañamos. No es muy frecuente ver a una persona centenaria dirigirse todos los días – o casi todos- ayudado de su andador por la mañana hacia el parque para charlar con los jóvenes -bueno, son gente mayor, pero en realidad a su lado todos son jóvenes-. Y, si puede, tampoco falta al café de la tarde en el bar de Carriles.
Pero hoy no solo celebramos su 104 aniversario. De algún modo, Antonio (Francisco) se ha convertido en testigo inteligente de ese pasado que muchos quieren olvidar, de un siglo cuyas cicatrices no sé si todavía hemos cerrado de verdad.

¿Francisco o Antonio? El se enteró que se llamaba Antonio cuando fue llamado a filas en el año 1929. Lo del nombre viene del encargado del registro, un tal Maroño, que ponía el nombre que le daba la gana. “Me aburría en la escuela y no aprendí a leer”, me decía el verano de 2011, “A mí lo que me gustaba era jugar a las cartas y desde los 10 años estuve sirviendo con los segaores en la Campiña. Así durante cuatro años. Con 15 años cogí unas calenturas, paludismo, dijeron. Menos mal que mi tío Manuel me llevó a Aguilar y con quinina me la quitaron. En aquella época estaba trabajando el cortijo de Camarero cerca de Los Cansinos”. Y salió, como no, el nombre de su tío Manuel Montes Priego, junto al que aparece en una gran fotografía que tiene en la salita de estar de su casa. “Yo llevo siempre una foto de mi tío en el bolsillo”, afirma Antonio, “Fue como un padre, para mí”, añade.

Manuel Montes Priego es, sin duda, una de las personas más relevantes de la historia de Doña Mencía del siglo XX. Junto a los Güeto y Cejudo su nombre está ligado al movimiento republicano de Doña Mencía en el primer tercio de siglo pasado, jugando un papel muy activo dentro del mismo. Fue secretario de El Progreso Agrícola de Doña Mencía ya en 1903 y tras proclamarse la II República, el 14 de abril de 1931, formó parte junto a Juan Navas y Antonio Muñoz de la gestora republicana que se constituyó en el pueblo, bajo la presidencia de Francisco Güeto Vargas, como alcalde interino.

Vecino de la calle Granada 42, su nombre figura el primero de la lista de los huidos del pueblo al comienzo de la guerra -“se dice marchó a Jaén”. Era una persona culta, elegante e instruida. Fue corresponsal de la revista Las Dominicales y se conservan muchos de los artículos enviados a dicha revista en la que narra las peripecias de los republicanos mencianos. En una de las noticias publicadas se comenta que la autoridad le prohibió que impartiera clases nocturnas a los trabajadores de Doña Mencía. Tenía un acordeón y sabía tocar la bandurria acompañando con su música los bailes de las Pérez Sastra. “Valía muchos dineros lo que se llevaron de su casa, una vez ocupada Doña Mencía por las fuerzas franquistas: libros, mesa de bufete, y otros enseres. El sargento Berlanga, dicen, fue el que se llevó todo lo de valor de la casa de mi tío”, me comentó Antonio, al que siempre protegió, tanto a él como a su familia. Por eso, tras huir Antonio de Doña Mencía, como uno más de los centenares de mencianos que se “ausentaron” -según el listado que se envió a Queipo de Llano- del pueblo, regresaría para llevarse a su tío a Jaén en donde permanecería durante toda la guerra encargándose de la contabilidad del hospital de Jaén.

Manuel Montes Priego regresó a Doña Mencía tras la guerra y sería encarcelado en Cabra y Montilla en donde murió. Algunos dicen que envenenado. Este verano encontraba un nuevo documento en nuestro archivo sobre la relación de individuos procedentes de la zona roja y los haberes de los mismos “que han causado estancias en el depósito municipal” (o sea en la cárcel del pueblo). Entre ellos figura también Manuel Montes Priego, al que provisionalmente se le permite estar en su casa al encontrarse enfermo.

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