Antonio
(Francisco) Montes Navas figura en la lista de “los mozos que han
estado en zona roja” entre los miembros de la quinta de 1929, en la
que figuran también, Fermín Gómez Sevillano –exiliado en
Francia-, la de Marcelo Navas Caballero –muerto en Gusen en
diciembre de 1941, la de Gregorio Porras Moreno, la de Ramón Priego
Salamanca, muerto en 1947 en Baena por la Guardia Civil y acusado de
colaborar con la partida de maquis, la de Domingo Poyato Jiménez, el
padre de Jose Poyato, mi amigo, la de Antonio Córdoba Moreno,
-también exiliado en Francia- tío de Pedro Córdoba, la de
Francisco Flores Montes, la de Manuel
Barba Montañéz, Santiago Güeto Urbano –detenido en Montilla-, de
Antonio Gómez Moreno, detenido en Córdoba, José Priego Cubero,
exiliado en Francia y cuyo datos también aparecen en la base del
centro Documental de Memoria Histórica, Manuel Priego Gómez,
detenido en Cabra, etc.
Tras
“colocar” a su tío en Jaén, a donde fueron también muchas
mujeres de Doña Mencía, Antonio (Francisco) se enrola en el
ejército republicano en Jaén. Desde Úbeda, junto a Manuel Perrete,
a Ciudad Real, en un escuadrón de enlaces, donde coincidió con el
maestro don Alejandro Alcaide Redondo, Pedro Córdoba y Pedro
Durazno, para participar en la batalla de Guadalajara luchando contra
los italianos –también había muchos marroquíes con ellos, me
recuerda- y después en Albarracín, donde nace el Tajo, apunta.
Todos los meses enviaba dos cartas a mi mujer y a mi familia a través
de la Cruz Roja Internacional.
Una
vez terminada la guerra y tras pasar un mes en la cárcel de Alcalá
de Henares -¡Allí si que se
fusilaba a gente! Me decía Antonio-, acompañado de otro
soldado de Jaén y de Vicente Porras, de Doña Mencía, se montaron
en el tren en Espeluy. Venía vestido de
soldado con sus leguis y una carpeta, que le quitaron al llegar a
Doña Mencía.
“Cuando
volvimos de la guerra no nos querían dar trabajo, querían que nos
muriéramos de hambre. Vino un hombre de Córdoba y dijo: Mis
cortijos -por encima de Torres Cabrera (Torres Guajil)- tienen que
ser segados por los rojos. Y allí fuimos. Al regreso ya no íbamos a
trabajar y todas las noches íbamos al Cuartel y cantábamos el cara
el sol en el patio... o al José Antonio, en la calle Juan
Valera. Pasábamos lista en la
plasituela.
y nos
obligaban a cantar el Cara
el sol
también en la plaza abarrotada de mujeres en los balcones, con el
uno del pueblo dirigiendo hasta que llegó un teniente y aquello se
acabó.
En
enero de 1940, en medio de las aceitunas, nos llevaron a San Roque.
En total fuimos cerca de 100 hombres de Doña
Mencía. “Allí estuve cinco meses y medio trabajando de barbero.
Tenía pase y conseguía comida en los barcos. Estábamos cerca de la
estación y los domingos,” recuerda” había plaza. Allí coincidí
con Rafael Muñoz, El ajero,
con Laureano Muñoz Jiménez (Rompehigos)
y con Zerote,
Manuel, el más valiente de todos”.
Y
no para de hablar y quiere que me calle y le escuche, que me quiere
contar muchas cosas de las que ha vivido. Me habla de que estuvo
muchos años trabajando con los Vergara acarreando sacos... y me
cuenta más cosas del pueblo... Me habla de don Carlos Toro, de don
Pedro Membrillo y de otras personas de las que nunca había oído
historias...
Pero
hoy, decía al principio, no solo celebramos el 104 cumpleaños de
Antonio (Francisco) Montes Navas sino que de algún modo con ello
también estamos haciendo un merecido homenaje a toda la generación
de hombres y mujeres de Doña Mencía que fueron víctimas de la
crueldad de la guerra y la posguerra franquista. Muchos no
sobrevivieron a la misma y otros se vieron obligados a salir del
pueblo para no volver jamás. Otros regresaron al término de la
guerra sufriendo los efectos de la represión. Pero Antonio ha tenido
el privilegio de conocer años mejores y de disfrutar de la compañía
de los suyos, por lo que puede considerarse una persona afortunada.
Los que estamos aquí nos alegramos de ello y le agradecemos los
recuerdos que nos ha regalado. Por ello le deseamos un feliz
cumpleaños y esperamos verle de nuevo un año más para celebrar el
105 aniversario. ¡Y que nos siga contando cosas del pueblo, de
nuestras gentes, o sea de nosotros!
Gracias
Antonio (Francisco) y ¡Feliz cumpleaños!
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