viernes, 26 de octubre de 2012

Semblanza de Antonio (Francisco) Montes Navas II

Antonio (Francisco) Montes Navas figura en la lista de “los mozos que han estado en zona roja” entre los miembros de la quinta de 1929, en la que figuran también, Fermín Gómez Sevillano –exiliado en Francia-, la de Marcelo Navas Caballero –muerto en Gusen en diciembre de 1941, la de Gregorio Porras Moreno, la de Ramón Priego Salamanca, muerto en 1947 en Baena por la Guardia Civil y acusado de colaborar con la partida de maquis, la de Domingo Poyato Jiménez, el padre de Jose Poyato, mi amigo, la de Antonio Córdoba Moreno, -también exiliado en Francia- tío de Pedro Córdoba, la de Francisco Flores Montes, la de Manuel Barba Montañéz, Santiago Güeto Urbano –detenido en Montilla-, de Antonio Gómez Moreno, detenido en Córdoba, José Priego Cubero, exiliado en Francia y cuyo datos también aparecen en la base del centro Documental de Memoria Histórica, Manuel Priego Gómez, detenido en Cabra, etc.
Tras “colocar” a su tío en Jaén, a donde fueron también muchas mujeres de Doña Mencía, Antonio (Francisco) se enrola en el ejército republicano en Jaén. Desde Úbeda, junto a Manuel Perrete, a Ciudad Real, en un escuadrón de enlaces, donde coincidió con el maestro don Alejandro Alcaide Redondo, Pedro Córdoba y Pedro Durazno, para participar en la batalla de Guadalajara luchando contra los italianos –también había muchos marroquíes con ellos, me recuerda- y después en Albarracín, donde nace el Tajo, apunta. Todos los meses enviaba dos cartas a mi mujer y a mi familia a través de la Cruz Roja Internacional.

Una vez terminada la guerra y tras pasar un mes en la cárcel de Alcalá de Henares -¡Allí si que se fusilaba a gente! Me decía Antonio-, acompañado de otro soldado de Jaén y de Vicente Porras, de Doña Mencía, se montaron en el tren en Espeluy. Venía vestido de soldado con sus leguis y una carpeta, que le quitaron al llegar a Doña Mencía.

Cuando volvimos de la guerra no nos querían dar trabajo, querían que nos muriéramos de hambre. Vino un hombre de Córdoba y dijo: Mis cortijos -por encima de Torres Cabrera (Torres Guajil)- tienen que ser segados por los rojos. Y allí fuimos. Al regreso ya no íbamos a trabajar y todas las noches íbamos al Cuartel y cantábamos el cara el sol en el patio... o al José Antonio, en la calle Juan Valera. Pasábamos lista en la plasituela. y nos obligaban a cantar el Cara el sol también en la plaza abarrotada de mujeres en los balcones, con el uno del pueblo dirigiendo hasta que llegó un teniente y aquello se acabó.

En enero de 1940, en medio de las aceitunas, nos llevaron a San Roque. En total fuimos cerca de 100 hombres de Doña Mencía. “Allí estuve cinco meses y medio trabajando de barbero. Tenía pase y conseguía comida en los barcos. Estábamos cerca de la estación y los domingos,” recuerda” había plaza. Allí coincidí con Rafael Muñoz, El ajero, con Laureano Muñoz Jiménez (Rompehigos) y con Zerote, Manuel, el más valiente de todos”.

Y no para de hablar y quiere que me calle y le escuche, que me quiere contar muchas cosas de las que ha vivido. Me habla de que estuvo muchos años trabajando con los Vergara acarreando sacos... y me cuenta más cosas del pueblo... Me habla de don Carlos Toro, de don Pedro Membrillo y de otras personas de las que nunca había oído historias...


Pero hoy, decía al principio, no solo celebramos el 104 cumpleaños de Antonio (Francisco) Montes Navas sino que de algún modo con ello también estamos haciendo un merecido homenaje a toda la generación de hombres y mujeres de Doña Mencía que fueron víctimas de la crueldad de la guerra y la posguerra franquista. Muchos no sobrevivieron a la misma y otros se vieron obligados a salir del pueblo para no volver jamás. Otros regresaron al término de la guerra sufriendo los efectos de la represión. Pero Antonio ha tenido el privilegio de conocer años mejores y de disfrutar de la compañía de los suyos, por lo que puede considerarse una persona afortunada. Los que estamos aquí nos alegramos de ello y le agradecemos los recuerdos que nos ha regalado. Por ello le deseamos un feliz cumpleaños y esperamos verle de nuevo un año más para celebrar el 105 aniversario. ¡Y que nos siga contando cosas del pueblo, de nuestras gentes, o sea de nosotros!

Gracias Antonio (Francisco) y ¡Feliz cumpleaños!

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