1911 fue un año significativo entre los republicanos mencianos, pues en las elecciones municipales de noviembre de ese mismo año consiguen unos buenos resultados. Acisclo Cejudo Gómez y Francisco Güeto Vargas consiguieron 134 votos cada uno en el distrito primero, ocupando el tercer y cuarto puesto, y Manuel Priego Muñoz, Cristóbal Montes Priego y Salvador Cubero Jiménez 296 votos cada uno en el distrito segundo, ocupando el tercero, el cuarto y el quinto puesto respectivamente. En el distrito primero se elegían sólo tres concejales y una vez hecho el sorteo salió elegido Acisclo Cejudo Gómez y en el segundo el elegido fue Manuel Priego Muñoz. Todos, excepto, Cristóbal Montes Priego, pertenecían a
También conservamos dos solicitudes de la agrupación republicana para celebrar actos de propaganda electoral. La primera solicitud está firmada por uno de los electores, Francisco Güeto Vargas -con fecha del 28 de octubre de 1911- y pide autorización para celebrar un acto público en el local de la casa de la calle Torres número 7 para el día
Los jornaleros eran mayoría entre los republicanos mencianos
Conservamos dos relaciones nominales de los socios de la “Juventud Obrera Republicana”. En la primera, que corresponde al 4 de septiembre de 1912, figuran 314 socios y sólo aparece el nombre y los dos apellidos de los asociados. En la segunda, que corresponde a dos meses después, el número de socios es ahora de 228 y se señala no sólo el nombre y los dos apellidos sino también el domicilio y la profesión de los mismos. Destaca, lógicamente, la aplastante mayoría de jornaleros (207), y también aparecen en la lista 2 barberos (de la familia Cejudo), 3 comerciantes (2 de la familia Güeto y Salvador Cubero Jiménez), 1 confitero (Agustín Segura Morales), 1 industrial, 4 zapateros, 2 horneros, 1 albañil, 2 odreros (los hermanos Guillermo y Andrés Carabaño Alcobendas), 1 cantero y 1 posadero. Pero de entre los 10 miembros de
En 1911 los republicanos y socialistas se sintieron más fuertes y unidos contra la derecha. El 6 de marzo nació Juventud Obrera Republicana, de la que hablamos en el número anterior, y poco después, en abril del mismo año, surge
Corrían malos tiempos en nuestro pueblo. A primeros de marzo del año 1912, el alcalde y presidente de la corporación, Francisco Campos Navas, se refiere a los "destrozos que en esta villa y su término habían causado los fuertes temporales y torrenciales -casi los mismos términos que aparecen en las actas de dos siglos atrás- del presente mes y el anterior... lo que provocó el paro casi general de la clase obrera y sumió en la miseria a muchos pobres por falta de trabajo. (2)
Las medidas que se toman para paliar los efectos del desastre fueron tres y ninguna de ellas fue realmente efectiva. Por un lado se debían aportar socorros por parte de cada uno de los individuos que componen la corporación; además a la vez, por todos y cada uno, se exciten los sentimientos caritativos y filantrópicos de las personas más acomodadas para que acudan en auxilio de los damnificados. Otra vez la caridad y la filantropía como soluciones ante una realidad social absolutamente injusta. Y la tercera medida consistiría en que el alcalde acudiera a Córdoba, a la capital de la provincia, para obtener alguna cantidad de las 25.000 pesetas concedidas. Desgraciadamente sólo pudo traer al pueblo 250.
En julio de ese mismo año el ayuntamiento también pone en marcha algunas mejoras en el sistema de alumbrado público y se acuerda sustituir las 50 lámparas de filamento carbón de 10 bujías existentes por otras tantas de 16 bujías y las 23 de 8 por igual número de 10 bujías todas de filamento metálico con lo que se obtendría un aumento de intensidad luminaria de 330 bujías. No salen los números en el cálculo de aumento de bujías, pero la intensidad luminaria creció, sin lugar a dudas.
Pero no habían cambiado mucho los tiempos respecto al pasado. En Doña Mencía se había entrado en el siglo XX, pero la pervivencia de las amenazas del pasado todavía pendía sobre nuestro pequeño pueblo. El verano, en aquella época, no era la estación festiva y alegre con la que es identificada en nuestra actual sociedad del bienestar y los problemas con la potabilidad del agua o con las infecciones que producían los estercoleros próximos al pueblo creaban continuos quebraderos a las autoridades. Así en el acta del Ayuntamiento del 10 de julio de 1911, se ordena retirar los estercoleros y demás inmundicias a una distancia mínima de
Y desde finales del siglo pasado a través del ferrocarril empiezan a llegarnos las novedades. Se conservan en las actas capitulares referencias de los productos que arribaban a la estación y a finales de enero de 1911 nos llega la primera bicicleta. Y también se recibían garrafas, vino, café, sosa y drogas, productos de ferretería, azúcar y chacinas.[3]
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