EL LADERÓN EN LA EDAD MEDIA (1)
Alfonso Sánchez Romero
Cuando en Abril del 711, un contingente de unos 7.000 hombres, formado en su mayoría por beréberes, al mando de Tariq ben Ziyad –valí de Tánger-, pasaron el Estrecho y desembarcaron en la Península, en la punta de Tarifa, nunca hubieran sospechado que en apenas medio año, Mugith, liberto de Tariq, al mando de un ejército iba a recorrer de suroeste a nordeste la Baja Andalucía para llegar a las puertas de Córdoba y rendir la ciudad.
En la actualidad, es difícil encontrar algún investigador o estudioso de la conquista árabe de España que ponga en duda la teoría de la ocupación por pactos y acuerdos, y que sólo en situaciones extremas y puntuales hicieran uso de la fuerza. En esta forma de proceder de los árabes, reside la clave para entender la rápida conquista que llevaron a cabo en tan poco tiempo, proceder que, en cierto modo, era obligado teniendo en cuenta el escaso número de árabes que entraron, por lo que no podían prescindir completamente de la población autóctona ni de su administración, sino solamente sobreponerse a ella, como así lo hicieron. Y ello estaba avalado por el célebre tratado concluido en el rachab del año 94 de la héjira (abril del año 713) con el visigodo Teodomiro –Tudmir en los textos árabes-, gobernador de la región de Murcia, el cual gobernaba de modo casi independiente del poder central de Toledo.(1)
Aunque desconocemos si Mugith, después de la toma de Córdoba (octubre de 711, comienzos de 93 de la héjira) y tras cruzar el río Genil por Écija, continuó hacia el sur para someter toda la Campiña y las sierras Subbéticas cordobesas, o por el contrario, se reunió con Tariq en su marcha hacia Toledo; pensamos, por los restos arqueológicos que aparecen en estas tierras –califales y almohades, principalmente-(2), así como por la opinión de la mayoría de los especialista, que la conquista de Granada, Málaga y la región de Murcia –en esta ruta- quedó postergada para bastante más tarde. Debió seguir hacia el norte junto con su valí, quedando este territorio momentáneamente aislado de los conquistadores. y en manos de una exigua población autóctona compuesta de algunos visigodos e hispano-romanos residuales de la Crisis del siglo III y de las invasiones bárbaras, pero muy polarizada en ciertos lugares o puntos estratégicamente defendidos y protegidos. Estarían junto a tierras de cultivo, caminos de paso y fuentes de aprovisionamiento de agua –El Alón, Llano Medina, La Plata, Henazar, Las Pozas, entre otros; todos en el piedemonte de la sierra y en el término municipal de Doña Mencía.
El período de unos cuarenta años que abre el asesinato de Abd al-Aziz hijo de Musa (marzo de 716, comienzos de rachab 97) y cierra la restauración de la dinastía Omeya en la Península Ibérica (marzo de 756), es uno de los peor conocidos en la historia de la España musulmana. Este período conocido por el de los gobernadores, que precedió inmediatamente a la fundación del emirato omeya de España, estuvo totalmente ocupado, tal como los comienzos del mismo emirato, por las sangrientas luchas que enfrentaban, de un lado, a qaysíes y yemeníes y, de otro, a árabes y beréberes.
Sin embargo, Escobar Camacho (3), en lo referente a este período de inestabilidad e inseguridad, concretamente sobre el año 745, cita a Ibn al-Abbar que nos informa a su vez del establecimiento en el territorio de Priego de un contingente de soldados egipcios, a los que se unirían otras familias árabes, entre ellas un clan de procedencia yemenita. ¿Respondía a uno de los chunds o circunscripciones, a la vez militar y feudal, implantados en el waliato, que ya funcionaban en Siria, y que al parecer eran calcadas de los antiguos temas bizantinos?. Ésta sería una de las medidas adoptadas por el gobernador Abu-l-Jattar con el fin de pacificar el país tras los abusos de los sirios, y debido a la concentración de árabes del partido medinés y de beréberes en Mérida.
Pero hasta finales del emirato no tenemos referencias que nos hablen de la ocupación del piedemonte de las Subbéticas cordobesas. Según Arjona Castro(4), a finales del siglo IX los Banu Himsi se asientan en estas tierras ocupando los puntos de poblamiento o hábitat ya existentes –el actual pueblo de Zuheros, Camarena y Hoyo del Gitano entre Cabra y Doña Mencía- al pie de las sierras Subbéticas, próximos a campos de cultivo, junto a caminos…, o bien recuperando otros asentamientos abandonados durante la Crisis del siglo III y las invasiones bárbaras –el Laderón de Doña Mencía-, asentando la población en torno a castillos o fortificaciones que edificaron sobre atalayas prácticamente inexpugnables.(5)
Por otra parte, también disponemos de otras fuentes que retrasan estas fechas a mediados del siglo IX, citando un reparto de tierras, como las de la zona de Cabra que pasan a poder de los Wacitas o Vasitas, y dan a la ciudad el nombre de Wasseth o Vaset. El historiador añade que a partir del año 862, con el emir Muhammad I, empieza a emplearse el nombre de Cabra en algunos documentos árabes y cristianos(6). Creemos, que al no precisarse la extensión ni los límites del territorio de Cabra que pasó a manos de los Wacitas, es probable que parte, o la totalidad, de las tierras de Doña Mencía entraran a formar parte del referido lote y, por lo tanto, ya en estas fechas tan tempranas el territorio menciano hubiera sido objeto de repoblación por parte de los conquistadores.
Las fuentes históricas no volverán a citar a Cabra hasta años después con motivo de las incursiones de Umar ben Hafsun, cuando sus habitantes, por miedo, se sumaron a la causa del muladí. Al año siguiente (888), el emir Al-Mundir recupera la plaza, y hasta el siglo XI la villa gozó del prestigio de cabecera de cora, pasando posteriormente a depender del reino zirí de Granada(7). Es posible que la suerte del Laderón y, por supuesto, de Camarena-Hoyo del Gitano –por razones obvias de su proximidad a Cabra- hubieran seguido estos mismos avatares.
La rebelión del muladí (886-928) también alcanzó a Zuheros y Priego, distrito o iqlim de la cora de Elvira (Granada) donde, según Escobar Camacho(8), actuó Ben Mastana aliado de Umar ben Hafsun, apoderándose de varias fortalezas y, fugazmente, de Priego. En nuestra opinión, es posible que estas fortalezas que se citan fuesen las de las Subbéticas cordobesas y las del piedemonte de estas sierras, y que entre ellas estuviesen las Sujayras de Zuheros, del ¿Laderón?... Tras un control del territorio, por parte de los rebeldes, hasta el emirato de Abd-Allah, a principios del siglo X, los musulmanes fueron recuperando las plazas ocupadas. Muerto Umar en el 912, Abd al-Rahman III sometió definitivamente los últimos focos de sublevación liderados por los hijos de éste.
Volviendo a Arjona Castro, dice que el geógrafo Ahmad ibn Umar Anas al-Udri distinguía varias Sujayra(s) en la cora de Elvira (Granada) y, que precisamente una de ellas era Zuheros, que era la cabeza del término comunal. Señala, este autor, en ese mismo distrito dos núcleos de población, uno Zuheros, el más grande, y Zuheret el más pequeño(9). Sin embargo, en lo que no estamos de acuerdo con Arjona Castro es en la localización de la Sujayra más pequeña, es decir Zuheret, que la asigna al lugar conocido por el Castillo de Allende, de la Liendre o del Duende, situado a poniente del río Bailón y sobre una peña tajada(10). Y en su libro Zuheros, comenta que ya en la primera Crónica General de la Conquista de Zuheros se cita Çuferos y Çuferet, dos poblaciones distintas, una más importante y la otra una alquería(11) sobre la peña hoy llamada Castillo de la Liendre, en la que por la parte del camino hay restos de construcciones que servían para proteger su único acceso.
Entendemos que si se cita un hábitat o un lugar de poblamiento en la Crónica General, por muy importante que fuese éste, el cronista no se detendría en apuntar una alquería(12), teniendo en cuenta la relativa densidad y la frecuente movilidad de estos tipos de explotaciones que por aquellos años se podrían contabilizar en las zonas rurales; en cambio, sí lo haría al tratarse de una aldea o pequeño poblamiento –parecido al Çuferos de la Crónica-, aunque fuese más reducido.
Por otro lado, y desde fundamentos arqueológicos, podemos aportar que en las prospecciones que llevamos a cabo en este yacimiento en marzo de 1977 y febrero de 1982(13), nunca encontramos tipo alguno de construcción antigua, ni en la parte del camino, único acceso, ni en ninguna otra zona de la reducida e irregular meseta. Es extraño que del castillo, al que se hace referencia, no quede ni una sola piedra, cuando se trata de un lugar elevado, escondido y apartado, mientras que en el actual Zuheros se han conservado bastantes restos de su castillo de similar cronología, por no citar los muros del recinto fortificado de la Fuente del Carmen a escasos metros y a poniente de este asentamiento y, fechable en los últimos años de la República Romana.
Respecto al material cerámico que aparece en superficie, hay que hacer notar que corresponde a una etapa tardía, Del que se conserva en el Museo de Doña Mencía(14) podemos contabilizar ocho trozos de cerámica común: uno es del cuello de una redoma almohade (siglo XII); otros ocho de vidriada por ambas o por una sola cara, en tonos siena tostada, una en verde monocromo y otro en blanco; y cuatro con decoración digital en tonos pardo o estucados en rojo. Todo ello nos lleva a la conclusión, que el cerrillo conocido por el Castillo de la Liendre, de Allende o del Duende, pudiera ser una alquería, como así lo defiende Arjona Castro, pero de época muy tardia –posiblemente entre finales del siglo XII y XV-; en cambio la Çuferet de la citada Crónica o la Zuheret fechada a fines del siglo IX, habría que buscarla en otro lugar.
NOTAS:
(1) El Tratado venía a respetar su status que le permitía conservar cuanto poseía. Página 21 del tomo IV de la Historia de España de R. Menéndez Pidal. 1982.
(2) Consultar registros de almacén núms. 84, 301, 95, 177, 261, 220, 459, 44, 287, 70, 109, 272, 405, 77, 121, 68, 311, 320, 116, 443, 326, 120, 86, 333, 265, 353, 63 y 58, del M. H.-A. M. de Dª. M. (Museo Histórico-Arqueológico Municipal de Doña Mencía).
(3) Consultar la página 1310 del tomo 4 de Los Pueblos de Córdoba . Edad Media. Priego de Córdoba de J. M. Escobar Camacho,
(4) Consultar la página 1780 del tomo 5 de op. cit. Zuheros.
(5) Recibían el nombre de sujayras –plural castellano de la voz árabe suhayra y a su vez diminutivo de sajr = peña-. Página 3339, tomo 7 de la Gran Enciclopedia de Andalucía.
(6) Consultar la página 556 del tomo 1de op. cit.
(7) Consultar la página 302 del tomo 1 de Los Pueblos de Córdoba. Edad Media . Cabra de M. Nieto Cumplido
(8) Consultar las páginas 1311 y 1780 de los tomos 4 y 5 de op. cit. Priego de Córdoba y Zuheros de J. M. Escobar Camacho.
(9) La actual villa, lleva el sufijo romance –os (plural, colectivo), y la segunda el sufijo romance o mozárabe –et (diminutivo). Página 1780 del tomo 5 de op. cit. Peña fortificada de A. Arjona Castro.
(10) Op. cit., Zuheros.
(11) Similar a una torre. Página 3339, del tomo 7 de la Gran Enciclopedia de Andalucía.
(12) Casa de labranza o granja lejos de poblado.
(13) Consultar ficha de registro del yacimiento núm. 103 del M. H.-A. M. de Dª. M.
(14) Consultar registro de almacén núm. 103/1 del M. H.-A. M. de Dª. M.
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