viernes, 6 de julio de 2007

El Laderón II


EL LADERÓN EN LA EDAD MEDIA (2)

Alfonso Sánchez Romero

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, proponemos el poblado del Laderón como el lugar que reúne las condiciones más idóneas para un hábitat de esta época y en este territorio. En primer lugar, por su proximidad a Zuheros (unos 4 km. a poniente y en el mismo piedemonte de las sierras Subbéticas); en segundo lugar por la perduración de población de una manera casi ininterrumpida, desde el Bronce Antiguo (unos 2000 años a.C., en base al material que se conserva en el museo). También, porque se trata de un cerro amesetado de unos 10.000 m2, con forma de tell, de privilegiada situación y estratégicamente protegido al norte, levante y poniente con fuertes pendientes, y por el sur con el intrincado territorio boscoso de la sierra Abrevia; con agua relativamente abundante –manantiales de La Hortichuela, La Plata o Las Pilas-, y próximo a campos de cultivo junto al viejo camino de Metedores(15).

Sin embargo, son las pruebas arqueológicas las que aportan más evidencias sobre la identidad del Laderón con el Çuferet de la primera Crónica General de la Conquista de Zuheros. Ateniéndonos a los restos arquitectónicos, si bien los paños de muralla que todavía se conservan más o menos disimulados por la maleza en el arranque de la ladera norte se fechan entre los siglos V al III a.C., o el aljibe de opus caementicium junto a la pendiente sur y próximo a una de las rampas de acceso, y los restos de un silo –del mismo material- que hasta la década de los 80 del siglo pasado se conservaron parcialmente en la zona media de la meseta se fechan en pleno Imperio Romano; no puede excluirse que pudieran haber sido reutilizados por la nueva población que ocupó el asentamiento. Refuerzan esta hipótesis, las ruinas que todavía se mantienen en pie de la Torre de la Plata, de clara cronología almohade, situada a escasos metros al noroeste del cerro. Y hasta la toponimia viene a reforzar nuestra teoría, pues el término plata” asignado en estas tierras a la torre, a un paraje y a un viejo camino que comunica el de Metedores con el poblado del Laderón pasando por la citada torre(16); de las dos acepciones que plantea, hemos visto más acertada la filiación árabe.

Por último, el material procedente de este yacimiento y depositado en el Museo, también aporta pruebas muy decisivas para defender nuestro supuesto. Y de él, el numismático, pese a ser el menos numeroso pero más significativo: dos dirhemes de plata(17) y otro de cobre y/o bronce(18). De marfil: un fragmento de pequeño recipiente, ¿perfumario?(19) y medio botón decorado con círculos concéntricos incisos(20). Un par de hebillas de bronce con decoración calada a base de arabescos, y dedales también de bronce. Varios fragmentos de braseros de piedra caliza, uno de los cuales de forma cilíndrica estrellada con un número indeterminado de puntas y base plana, en la que sólo se conserva un pie, y decorado en la cara externa con motivos geométricos, fechado entre los siglos VIII-XII. Numerosos candiles de piquera, de cerámica, y fragmentos, fechados a finales del Califato (finales siglo X y comienzos del XI). Herramientas agrícolas, a destacar una hoz andalusí de hierro. Fragmentos de recipientes de vidrio. Placas de estuco rojo y fragmentos de losas de mármol. Diversos clavos, escarpias y otros elementos de hierro para la construcción. Y un sin fin de cerámicas de la más variada tipología y decoración, entre las que podemos destacar: un jarro con boca trilobulada y decoración digital en trazos verticales y tonos pardos, fechada en el primer tercio del siglo XI; varios fragmentos de grandes ánforas con decoración cúfica en relieve; un jarrito globular de cerámica vidriada en tono siena oscuro con cuello circular y un asa, fechable hacia el siglo XI; y dos cuencos vidriados en tono siena oscuro, fechados hacia el siglo XIII, por citar algunos ejemplos.

Otra de las Sujayras que se cita en estas tierras, podría ser el yacimiento arqueológico de Camarena y Hoyo del Gitano. Consiste en un cerro (700-750 metros de altitud) recostado y disimulado entre el macizo del Torcal y el Cerro de Camarena, a caballo entre los términos de Doña Mencía y Cabra. Se encuentra a dos kilómetros al suroeste del Laderón, y por lo tanto, a seis de Zuheros –dirección Cabra-, tajado por el norte y defendido en el resto de sus flancos por el intrincado terreno boscoso de la sierra. Abastecido de agua por los manantiales de Camarena y el nacimiento del arroyo de la Peñoncilla, vigila la encrucijada del camino de Metedores y Camino Real, en el valle a poniente y en la confluencia de los arroyos de Santa María o de la Cerona, el del Indiano y el de Villanueva.

Desde mediados del primer milenio antes de nuestra Era, se tiene constancia de un pequeño asentamiento de carácter agrícola, atestiguado por la presencia de cerámica fabricada a mano, bruñida y espatulada; pasando por las etapas de la Cultura Ibérica –en base a la abundancia de cerámica ibérica con decoración geométrica en tonos rojos-, de la Colonización romana –cerámicas sigillata, paredes finas, comunes, tégulas..., y monedas de bronce como ases de Marco Aurelio y centenionalis, entre otro material-. Ya en la etapa visigoda, el hábitat se hallaba muy reducido a causa del abandono ante la inseguridad y el miedo generado por las invasiones, y como consecuencia de las epidemias y la hambruna. En el museo se conserva un fragmento de piedra caliza decorada con motivos visigóticos, ladrillos estampados y fragmentos de cerámica común.

Esta población, aunque muy mermada y debilitada, debió permanecer en el asentamiento a lo largo del Waliato y primeros años del Emirato, hasta el reparto de tierras de mediados del siglo IX, en el que la zona de Cabra y, posiblemente, este hábitat pasaron a manos de los Wacitas o Vasitas mejorando sus condiciones y ampliando, consecuentemente, su población. Tras la reconquista de estas tierras a los muladíes, a finales del siglo IX, Cabra gozó del prestigio de cabecera de cora hasta el siglo XI(21). De él, se conserva en el Museo: un dirhem de plata califal(22) y otro aparecido en el lugar conocido como Colmenillas-Camarena, tierras abajo y como a un kilómetro(23), otro almohade de plata(24); candiles de piquera de finales del Califato; diversos fragmentos de cerámicas comunes, decoradas y vidriadas, y un azadón de hierro(25).

El resto de la población del territorio menciano y zonas limítrofes, que aún en los albores de la entrada de los árabes a la península permanecieron apegados a sus tierras, se encontraban dispersos en pequeños núcleos muy reducidos en población, resultado de los ajetreados siglos V al VII, por un territorio en forma de media luna (sur-noroeste), en los parajes del Alón-Piedra Almez con la necrópolis de Las Campanas, el de la Plata-Llano Medina y Huerta del Genazar. Y asimismo, Detrás de las Huertas, todos al pie del Laderón, al sur del arroyo Gudalmoral y concentrados en torno al camino de Metedores. Continuaría al norte, en Las Pozas-Perrilla Cadena con la necrópolis del Horcajo, y el complejo de las Ventas con la Cruz de Baena-Higueruela, más próximos al Camino Real. Esta población, con casi toda seguridad, permaneció conservando sus caracteres económicos, sociales y religiosos propios de hispano-romanos y visigodos hasta las invasiones almorávides y almohades. En el museo hay depositado material de época visigoda, como varias piezas arquitectónicas: capiteles compuestos, fustes octogonales, sillares con decoración fitomorfa, entre otro, procedente de una posible basílica paleocristiana que perduró en actividad hasta estas fechas en el Alón, así como también de los restantes yacimientos citados, y en especial del cerro de las Pozas, del que se han conservado más de cien monedas de la mayoría de los emperadores romanos del Bajo Imperio(26).

Vienen a apoyar el hecho de la permanencia de la población en estas tierras, las palabras de Al-Idrisi que dedica a la villa y campos de Baena: “es un gran castillo construido sobre una eminencia del terreno rodeada de olivares, campos de trigo e higueras”. A ella aluden tanto La crónica del moro Rasis, como Yaqut y Al-Himyari. Este último afirma que en Baena existía una mezquita aljama (27). De Priego, Escobar Camacho(28) nos dice, que la agricultura fue su principal actividad económica, destacando los cultivos hortícolas y los árboles frutales junto al cereal, la vid y el olivo y, especialmente, el azafrán, completándose con una mínima actividad artesanal, una industria alimenticia –presencia de numerosos molinos-, un mercado local y las exportaciones de azafrán.

La situación de este territorio y de su población durante el Califato, sospechamos tuvo que haber sido de una relativa tranquilidad, supeditada a los momentos problemáticos y de dificultades, por una parte, y por otra a las situaciones de prosperidad y acertadas actuaciones del califa y sus altos dignatarios. En el caso del campo de Priego(29), antes de la sublevación muladí de Umar ben Hafsun (886-921) pertenecía a la cora de Elvira (Granada), junto con Zuheros. Durante ella adquirió la categoría de cora, para reintegrarse a su antigua categoría administrativa –según Ibn Hayyan- para mediados del siglo X. Zuheros, una vez controlada por el poder central, pasó a depender provisionalmente del gobernador residente en Priego, fortificándose en los últimos decenios del siglo XII. Y al final del Califato, pasó a formar parte del reino zirita de Granada, al igual que Zuheros, interviniendo en las disputas internas por la sucesión del mismo. Cabra(30), por su parte, tras la recuperación de la plaza por el emir Al-Mundir de los sublevados muladíes (888) hasta el siglo XI se convirtió en cabecera de cora pasando, posteriormente, a depender del reino zirí de Granada. Y Baena, en el año 899, fue conquistada por Umar ben Hafsun, como previo paso a la conquista de Córdoba, para poco después, en el 929, se convierte en la capital de la cora de Cabra.

Con la fitna, en el 1031, el Califato se desmembró y el territorio se fragmentó en una serie de pequeños estados, conocidos con el nombre de Reinos de Taifas –banderías-. Entre los más importantes, el de Zaragoza, Sevilla, Badajoz, Toledo, Córdoba, Almería, Granada, Valencia. Los de Sevilla, Córdoba, Zaragoza, entre otros, conservaron el mando de la antigua aristocracia árabe. Aunque no tenemos referencias ni datos puntuales en las fuentes medievales, ni pruebas arqueológicas de la situación en que quedó, o de los acontecimientos que pudieron ocurrir en el territorio del piedemonte de las Subbéticas cordobesas en estos años, podemos deducir que la zona de Priego y Zuheros permaneció formando parte del reino zirita de Granada. En cambio, de Cabra, tenemos la noticia de la disputa entre los ziríes y el rey Al-Mutamid de Sevilla, que obligaron al rey Alfonso VI de Castilla a intervenir mediante sus ricos-hombres enviados para cobrar tributo al granadino, los cuales terminaron aliándose con el rey de Granada contra el de Sevilla. El Cid Campeador, junto a Cabra, terminaría por vencer a los coaligados en 1079. Así como también de Baena, que al final del Califato acabó saqueada por los beréberes sin haber podido recuperarse en el siglo XII (31).

NOTAS:

(15) Este camino comunicaba las vías romanas de la Vereda de Granada y la de Corduba-Malaca, según recoge E. Melchor Gil en su obra Vías Romanas de la provincia de Córdoba, páginas 144 a 147.

Aunque el Itinerario de Antonino, ni alguna otra fuente antigua, hacen mención a este Camino de Metedores, sí en cambio la epigrafía ha dejado constancia de que se trató de una vía romana de época Imperial, concretamente del siglo III, como lo atestigua la inscripción aparecida en el Llano Medina: viator viam/ publicam dex/tra pete; y el miliario publicado en el CIL. II. 6207, hallado al pie norte del Laderón y próximo a este camino.

Igualmente, las fuentes medievales también lo hacen al describir, el geógrafo árabe Edrisi, una ruta de Alcaudete a Cabra pasando por Baena, así como también, el cronista Ibn Idari, al narrar el recorrido de Alfonso I el Batallador, en 1125, en su retirada de Granada, pasó por Baena, Cabra y Lucena.

Por último, y en la opinión de J. Fortea y J. Bernier, en su obra Recintos y fortificaciones ibéricos en la Bética, identifican este camino con el de Ipagro a Obulco y Cástulo.

(16) Ha sido objeto de estudio por el profesor Roldán Hervás, en su obra Iter ab Emerita Astvricam. El Camino de la Plata. En la acepción que hace derivar el nombre griego, a través del latín, lata, dice: “...el nombre de vía lata para esta calzada no aparece atestiguado en ninguna fuente antigua...” Por otra parte, continúa: “...Todos aquellos que propugnan la acepción de vía lata como ancha no tienen en cuenta que esta calzada tenía una anchura normal frente a otras también hispánicas, bien conocidas...” También: “Nunca, sin embargo, dio plata, a menos que se haga derivar el apelativo de este metal, cosa muy improbable ya que la calzada nunca fue un camino de transporte de dicho metal. Más aún hay que descartar por absurda la etimología que hace derivar plata o platea de la magnificencia o de belleza argentea de su trazado...”

“Sobre la hipótesis de su origen árabe, se puede decir, que apenas ha contado con seguidores. Sólo la hemos visto citada por Gómez Moreno como original de Saavedra. Éste, según Gómez Moreno, creía que el nombre provenía de que significa pavimento y se pronuncia balath. Nos llamó la atención la homofonía del nombre árabe en relación con plata y su significado de pavimento. El sonido que en español suena como plata puede adscribirse a las siguientes palabras árabes: BaLaTa cortar, BaLaTa enlosar, BaLâTa losa, ladrillo. Con este sonido se han formado una serie de topónimos españoles, así Albalat (Valencia), Albacete (Cuenca, Guadalajara, Huesca y Teruel), Albalatillo (Huesca). Aún hoy, en Siria, se conoce con el nombre de , BaLaTa, el camino que aparece enlosado con piedras irregulares y grandes. En esta palabra, la a entre B y L es tan cerrada que apenas se pronuncia, dando entonces al oído el sonido de plata. Es característico que aún hoy el nombre de camino de la Plata se conserve precisamente sólo allí donde el camino tiene estas características de embaldosado, por las provincias de Cáceres y Salamanca. No existe en absoluto en la zona norte de la calzada, ni tampoco en el tramo que desde Zamora se desviaba a Zaragoza, donde cambia el método de fabricación de la vía. Por tanto creemos acercarnos bastante a la realidad si pensamos que el pueblo tomó el sonido extraño del árabe y lo hizo suyo en la palabra homófona castellana que más se le aproximaba y que evidentemente era plata, lo mismo que también tomó las palabras Alconétar, puentes, Alcántara, puente, y tantas otras precisamente en una zona fuertemente arabizada hasta época bastante tardía (siglo XI). Con ello el nombre Camino de la Plata viene a ser una redundancia, puesto que significa camino del camino empedrado, lo mismo que también lo es puente de Alcántara, puente del puente.”

Queda bien claro, para el caso nuestro, que este viejo Camino de la Plata y del que tomó su nombre la torre, se acopla mejor a la hipótesis árabe del señor Roldán, ya que ni se trataba de un camino lo suficientemente ancho que lo destacara de otros, ni por él, por supuesto que sepamos, se transportaba plata, ni tampoco conocemos fuentes antiguas que hablen de este camino. Sin embargo, sí presenta estas características de camino enlosado con piedras irregulares y grandes, como muy bien , todavía en Siria se conoce con el nombre de ..........., BaLaTa.

(17) Consultar fichas registro del M. H.-A. M. de Dª. M. 29/15-466 y 29/16-467.

(18) Ibídem., 29/14-465.

(19) Ibídem., 29/30-1.

(20) Ibídem., 29/30-2.

(21) Consultar la página 302 del tomo 1 de Los Pueblos de Córdoba. Edad Media. Cabra de M. Nieto Cumplido.

(22) Consultar ficha registro del M. H.-A. M. de Dª. M. 59/7-481.

(23) Ibídem., 120/3-247.

(24) Ibídem., 59/4-456.

(25) De este último material, véase registro de almacén del M. H.-A. M. de Dª. M. 59/1 a 4.

(26) Consultar registros de almacén del M. H.-A. M. de Dª. M., números 95, 177, 335, 44-287, 70, 272, 405, 77, 121, 331, 311, 68 y 326.

(27) Consultar la página 136 del tomo 1 de Los Pueblos de Córdoba. Edad Media. Baena de M. Nieto Cumplido.

(28) Consultar la página 1311 del tomo 4 de op. cit. Priego de Córdoba de J. M. Escobar Camacho.

(29) Consultar las páginas 1311 y 1780 de los tomos 4 y 5 de op. cit. Priego de Córdoba y Zuheros de J.M. Escobar Camacho.

(30) Consultar las páginas 136 y 302 del tomo 1 de op. cit. Baena y Cabra de M. Nieto Cumplido. (31)

(31) Op. cit.

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