martes, 6 de noviembre de 2007

A Antonio Borrallo Sequeira, “Morejón” (I)

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El texto que os muestro fue publicado en El Bermejino hace ya algún tiempo y fue como un pequeño homenaje a una gran persona. Publicarlo aquí es como rendirle un segundo homenaje, no por ello menos merecido. No he querido cambiar nada. Seguramente que aquellos que lo conocieron sabrán juzgar mejor lo que sigue. A Antonio y a las buenas personas, que son muchas, de Doña Mencía y que todavía merecen un pequeño homenaje, aunque sea no olvidarlos del todos. A Antonio, con mucho afecto.

Fue una tarde de invierno, de un invierno frío y lluvioso. Y allí estaba Antonio al calor de la mesa camilla mientras Cecilia no paraba de coser. Después se incorporó su hermano Vicente y empezamos a charlar. Con Antonio me he pasado tardes enteras y por la noche, en verano, en la visita obligada que hacíamos a su taberna, siempre nos buscábamos los dos para empezar a contarnos cosas del pasado y de algunos libros que siempre nos recomendábamos mutuamente. Hablábamos de todo, y nos íbamos de un tema a otra con una facilidad pasmosa. Pero lo que me contaron aquella tarde –Antonio y su hermano- sí lo conservo grabado y en parte lo que sigue es fruto de aquella conversación, aunque a la hora de escribir se mezclan tantas cosas, las que me dijo aquel día y la de tantos otros, que no sé si considerar esta pequeña artículo póstumo como mi pequeño homenaje a un gran amigo en donde hay cosas que me dijo Antonio y otras que, supongo, también las dijo alguna vez.

Las eras del pueblo

Yo empecé a trabajar en el campo a los 10 años, pues entonces eso era lo que había. Los muchachos tenían que salir a la plaza y allí los contrataban por 5 reales para coger aceitunas. Estamos hablando del año 1928 –yo nací en el 1918- y entonces no había bases para nadie, ni para los hombres ni, mucho menos, para las mujeres. Un hombre adulto en la recolección podía ganar 4 o 5 pesetas y un pan costaba entonces 2 reales, aunque mi padre sacaba las 4 pesetas diarias. Un talaor podía alcanzar el duro por jornal y a los que dormían en la casa le descontaban un par de reales. Se trabajaba sobre todo en la aceituna, pero en aquella época había mucho cereal en Doña Mencía y el “rueo” del pueblo estaba lleno de eras que ya ha desaparecido. En el Puente había dos o tres eras y también había otras en la Cruz de los Arrieros -como no había que ser rico para tener una-, aunque la mejor para que se quedara la parva atrancá era la de Paco Urbano, al lado del arroyo de La Junta. Aquí no se utilizaba el trillo de madera sino el de hierro y el que iba en el trillo cantaba nanas, para que se durmiera la paja. Todavía tengo guardadas nanas de Marchena, a ver si un día las escuchamos. ¡Anda que no tenían que trabajar los hombres que trillaban! Tenían que barcinar la paja después de haberla segado y se levantaban a las 12 de la noche para llevarla a la era y que estuviera preparada para la mañana siguiente. Empezaban a trillar a eso de las 10 de la mañana y si había aire la aventaban por la tarde para después llevarla a la casa del dueño.

Antes llovía mucho más que ahora

Si llovía en septiembre ya había trabajo y estando de vendimia ya se podía ir a coger aceitunas. Es que antes llovía mucho más y las aceitunas se caían al suelo. ¡Menudas solás se formaban! Yo iba con mi hermano y entre los dos ganábamos 10 reales, lo que era una ayuda para la casa. Ten en cuenta que en aquella época si te ponías malo no te daban ni siquiera una aspirina. Había años en que llovía tanto que para el Pilar muchas bestias no podían atravesar el campo. También había escarda y muchas mujeres iban a coger aceitunas por 5 o 6 reales, o a lo más 2 pesetas. Y es que antes había mucha pobreza y se ganaba muy poco. Sólo unos cuantos ricos vivían bien en el pueblo. Los más necesitados, los que no podían tener casa propia vivían en las casas de vecinos que había en el pueblo que eran muchas. Estaba la de las Moreas, de la que nosotros fuimos vecinos. Allí vivían 8 o 10 familias y en una habitación con una cortina como puerta llegaban a meterse dos familias, ¡Anda que como el hombre se equivocara! Allí se dividía bien el trabajo y varias mujeres eran las encargadas de hacer las jornillas y aznapes que después lo vendían por 3 o 4 gordas. En la calle Angosta estaba el conocido Cuartel de la Bomba y en la Tercia, en la carretera, se alojaba un montón de vecinos, pero esto fue después. Esta era del Morenito, que con cerca de 70 años se volvió a casar con una muchacha de 18. Yo conocí a la Morenita, porque una hermana de mi padre estaba con ella. Luego había otra casa de vecinos en la calle Juanita la Larga, esta era la de Cesáreo, aunque el propietario era Huevos Largos. También en la calle Recodos había otra, donde ahora está el supemercado cuyo dueño huyó a la zona roja durante la guerra.

Antes había muchos molinos en el pueblo. Esta casa era un molino, también estaba el molino de Arévalo y en la calle Llana había dos. También estaba el molino del Señorito la Lástima, en los pisos de don Ezequiel y otro había en donde ahora está la discoteca. Si, en la casa del Litero había otro, pero este es más tardío y también estaba el de Paco Campos. El primero que funcionó con gasoil fue el de Felipe Gan que estaba en el Convento. Luego en el campo había muchos más.

El agua del pueblo

Es verdad, antes llovía mucho más aunque el agua la trajeron al pueblo cuando yo había puesto la taberna. Estamos hablando del año 1950 y yo fui uno de los primeros que engancharon el agua y, ¿sabes cuánto me costó? Muy pocos pudieron poner el agua en su casa cuando la trajeron, como puedes imaginar. Yo había metido en la lotería al de Alcaudete y me tocaron mil pesetas y con ellas pude enganchar el agua a la taberna. Las mujeres iban a lavar a muchos sitios –en la huerta de Paco, en la fuente Gabrielico, en el Pilar de Abajo- e incluso en la calle de Miguel Lama se hacían lavaos cuando reventaba la fuente de la Madrona.

Había muy pocas cosas para divertirse en el pueblo y el cine era una manera de pasar el rato. Lo trajeron en los años 20 y fue al lado de la Iglesia donde echaron cine por primera vez. El cine del Brillante fue después, como lo del Cine Mari en el Capri. Después todos los cines han cerrado. La televisión ha acabado con todos. Pero en las fiestas de Semana Santa y en las ferias de San Pedro y Jesús había mucha animación en el pueblo y la gente se venía a horgar. En la feria la gente bebía, no había yesca para tapas, aunque la tapa que más se vendía en la taberna eran los pajarillos.

La II República: la manifestación de los tiros, el incendio de la iglesia...

Los años 30 fueron años malos y además vino la guerra y ya te puedes imaginar. Aquí había republicanos y el más destacado de todos era Paco Güeto, que estuvo de alcalde hasta que entró en mayo de 1931 Manuel Moreno que estuvo poco tiempo, hasta septiembre de 1931 en que se produjo la famosa manifestación. Yo estaba en la viña de mi padre, pero me enteré bien de lo que pasó. El sargento de la Guardia Civil, que era muy buena persona el hombre, salió con buenos modales para decirles a los que iban en la cabeza que aquella manifestación era ilegal... En la puerta de Frasquito Priego les dijo que no tenían permiso –entonces se hablaba de la disolución de la Guardia civil y expulsión del territorio español-. Entonces Canales, que vivía en frente del horno de Lorenzo, se avalanzó sobre el sargento para desarmarlo y un guardia le disparó y al sargento también le volaron las quijadas de un tiro. A raíz de este incidente fueron detenidos más de 50 mencianos y entró de alcalde Don Paco el médico que era del partido Radical.

En aquella época había muchos mítines... Hubo uno que se hizo en casa de Fernandito Contreras, que amasó muchos dineros, pero al morir su mujer, las cosas se vinieron abajo, como ahora ha pasado con el imperio de Rusia. Se quedó sin yesca y como había sido oficial en el Ejército, lo colocaron como oficial en el Ayuntamiento con cerca de 50 años. Y vino Manuel Roldán – que ocuparía un cargo de responsabilidad en el Partido Comunista de España- a dar un mitin y como los ricos eran los dueños de los locales y no querían ceder ninguno, el mitin se celebró en casa de Fernandito -después se lo llevaron de “paseo” con el secretario del Ayuntamiento, que era más de derechas el hombre-. Y allí en la casa de Fernandito, mientras que se celebraba el mitin, alguien llevó unos gatos que maullaban cada vez más. Hasta que Manuel Roldán se para en su discurso y dijo que aquel que había traído los gatos bien podía preocuparse de lo que estaba haciendo su mujer a aquellas horas.

Es verdad, aquí había un núcleo obrero muy fuerte y bien organizado. Yo no sabía lo que era un mitin y allí en el Corralón del Paseo habló José Diaz –después vendría más veces-, Manuel Roldán Jiménez y Miguel Adame. Y también vino otro que fue diputado y que lo mataron. Se llamaba Bautista Garcés. Después vendría más gente al Centro que estaba en la callejuela de Santa María –se refiere al local del Centro Obrero de Oficios varios y con la proclamación de la República a esa calle se le llamaría calle de la Libertad-. Había mucha miseria y en la primera propaganda se oía: “los muchachos en Rusia no trabajan hasta que no tienen 14 años y los obreros van al trabajo con un fusil por si viene el enemigo” . Se leía mucho el “Mundo Obrero” y cualquiera lo tenía. También un libro de aquella época se llamaba “La educación sexual” y otro “La religión al alcance de todos”. Mi madrastra, la pobre, enseguida los quemó.

Mi padre vino al pueblo aquella mañana, la del 14 de septiembre de 1932 en la que quemaron la Iglesia, y ya se sabía, por lo menos eso decía la gente, quién había sido. Lo habían dicho ellos mismos y la policía no los descubrió. Llegaron dos policías secretas en el mixto y en el Puente se hicieron los despistados tratando de sacarle algo a los que estaban allí. Dijeron que eran viajantes e incluso les regalaron caramelos a los mencianos que hablaron con ellos. Fue una pena que quemaran la Iglesia. Era hermosísima. Yo estaba en el campo limpiando las zanjas y cuando volvimos al pueblo dijo mi padre: “Allí están haciendo picón”. Y cuando llegamos a la carretera uno que se llamaba Tomás el de la Serena dijo: “La Iglesia está ardiendo. Yo me voy a las Cumbres que esto se va a poner mal. Va a haber presos”. Y es verdad, pues ten en cuenta que en la República fue cuando más jornaleros metieron presos. Era una iglesia tan hermosa. Frasquita estaba pariendo cuando quemaron la Iglesia.

La guerra

Después de los hechos de 1931 no hubo incidentes en Doña Mencía, ¿pero cómo iba a haberlos? Había tres cuarteles de la Guardia Civil: uno en la calle Arriba, otro aquí en donde hacen jeringos y el de siempre. A algunas les vino bien porque encontraron marido. Después de producirse el golpe de Franco Doña Mencía estuvo en manos de los obreros unos 15 días. Desde luego si hubieran tomado las medidas rápidamente en todos lados, no hubiera triunfado el Movimiento tan fácilmente. Aquí el sargento de la Guardia Civil detuvo a algunos dirigentes comunistas, eso lo vi yo. Después los soltó y la Guardia Civil se fue a Cabra. El pueblo pasó a manos de los obreros y encerraron a los de derechas en el Sindicato pero fueron muy bien tratados. Algunos jóvenes dijeron que les iban a meter fuego, pero Manuel Moreno les frenó, aunque dijo que sabía que los de derechas tenían lágrimas de cocodrilo. Cuando llegaron los moros a Baena los obreros de Doña Mencía se fueron. Es verdad que el pueblo tuvo suerte, porque los moros que entraron por Fernán Núñez y Nueva Carteya iban arrasando por donde pasaban. Era la forma de imponer el terror. Pero todo esto se produjo por la falta de cultura y también la represión que hubo después se produjo por las órdenes que venían de Córdoba, pero de esta historia es mejor no hablar.

Y hablaba y hablaba sin parar, y yo lo escuchaba con atención y Antonio me hablaba de su jueventud y de Doña Mencía. ¡Cuántas cosas sabía del pueblo y de nuestra gente! ¡Cuántas cosas hemos perdido con é!

Nota: Gracias a su familia por las fotos cedidas del álbum familiar.


Antonio Gómez Pérez

4 comentarios:

Grego Luque dijo...

Antes de nada,quiero darte mi mas sincera enhorabuena por la crónica sobre Antonio "morejón", que es fantástica,de verdad, y todo el blog en general,es que no tiene desperdicio.Tires para donde tires lo encuentras todo,historia,cultura,información,en fin de todo loque busques referente a Doña Mencía,ahí está.
Un dia que tengas tiempo vamos a ir a ver a mi padre que te va a contar de las suyas que hacía cuando era un chiquillo,como cuando se entretuvieron él y unos amigos en llenar una cántara de polvo,y dice: na cuatro chiquillos que estabamos aburrios y recogimos un monton de polvo del suelo, lo metimos en una cántara y no tuvimos mas que subirnos al campanario de la iglesia vieja,esperamos a que llegaran los viejos,que acostumbraban a ir todos los dias a tomar el sol y cuando mas contents estababan,pum ahí va y tiramos la cántara desde lo alto del campanario,cuando aquello llegó al suelo ni la bomba atómica tuvo que ver con aquello,una nube de polvo que no se veía ni la iglesia.Ylo mas gracioso,dice,es que cuando ya se fue la polvarea,había una solá de garrotes tiraos en el suelo y los abuelos se habian perdio,anda que no corrian na,y sin garrote pa correr mas.
Entonces le pregunto,bueno y que fue lo que te pasó despues?.Na lo de costumbre,tres dias a quitar chinos de las calles,que las dejé mas limpias que los chorros del oro.
Bueno y de estas para escribir un libro.
Enhora buena por todo














y cuando

Edebair dijo...

¡¡¡ Excelente entrada Antonio !!! Da gusto leer historias de nuestro pueblo tan bien contadas como lo hacéis tan a menudo en este blog. Espero esa segunda parte imaginándome sentado en el patio de Morejón.

Salud

merchxp dijo...

Hola mi abuelo se llamaba Joaquín Morejon borrallo, de Montilla, tienen ustedes conocimiento de si podemos tener parentesco? Creo que el nació sobre el 1927 aprox.
Mi correo es mercemorejonsalvador@gmail.com

merchxp dijo...

Hola mi abuelo se llamaba Joaquín Morejon borrallo, de Montilla, tienen ustedes conocimiento de si podemos tener parentesco? Creo que el nació sobre el 1927 aprox.
Mi correo es mercemorejonsalvador@gmail.com