domingo, 17 de febrero de 2008

Los asesinatos de Genaro y la violencia de género en Doña Mencía (VI)

(Ilustración: Carmelo López de Arce)

Genaro bebía algunas veces y los hermanos de Adela se burlaban de él”, declararía Antonio Jiménez, hermano de Genaro, en la segunda sesión del juicio.

Esta segunda sesión estuvo dedicada a las declaraciones de los testigos y, según se apuntaba en “El Imparcial” en su edición del 16 de julio de 1907, “la sala donde se celebran los debates fue ocupada desde primera hora por una concurrencia muy numerosa. Entre los testigos propuestos por el fiscal estaba Adela Muñoz “amante del procesado”, fallecida a los pocos días de los asesinatos “por la impresión que recibió”, según el reportaje firmado de nuevo por el Licenciado Lamparilla en “El defensor de Córdoba”, que otra vez da la noticia en su portada del 16 de julio. Entre los testigos de la defensa estaban el hermano de Genaro y la madre de ambos, que acogiéndose a la ley se retiró del estrado sin hacer ninguna declaración “notándose en su rostro una emoción intensa”. No se presentó D. José Delgado Monroy, cura párroco de Doña Mencía, propuesto por la defensa o la defensa renunció al mismo, como apunta “El diario de Córdoba” en las páginas interiores de su edición del miércoles 17 de julio de 1907.

El defensor de Córdoba: 16 de julio de 1907.

En la reforma de conclusiones, el fiscal considera que en la primera muerte hubo alevosía y premeditación; en la de María de los Santos, alevosía, ser la morada de la víctima, nocturnidad e incendio; en la de Martina, la mismas menos la de incendio y respecto a la de Francisca la de alevosía, nocturnidad y desprecio del sexo.


El diario de Córdoba, 17 de julio de 1907

Para la defensa, José Genaro Jiménez Cantero estaba completamente loco al realizar los hechos y, por tanto, debía estimarse en su favor esta circunstancia, además de la casi imbecilidad, embriaguez, arrebato y obcecación.

No hay comentarios: