jueves, 1 de mayo de 2008

Córdoba en 1950, I

Brenan llega a Córdoba en febrero de 1949

A finales de los 70 adquirí en una librería de viejo de Sevilla una Guía turística de Córdoba editada en 1950 y escrita por Antonio Sarazá Murcia. El título exacto de la misma es “CÓRDOBA. Ciudad de los califas. Itinerario del turista”. La misma no es sólo interesante por los textos que contiene sino también por las fotografías que recoge, destacando en sus primeras páginas la fotografía aérea que adjuntamos. ¿Cómo era aquella ciudad –verdadero relicario de un glorioso pasado- a finales de los años 40 del pasado siglo XX? La imagen aérea nos disipa algunas claves y si la observamos atentamente podemos ver los cambios que se han producido en los últimos 60 años. Pero lo que no vemos es la vida cotidiana de aquella Córdoba de posguerra, marcada por la miseria y la represión, que nos describe Gerald Brenan en “La faz de España” (Ed. Plaza y Janés, Madrid 1985) en el viaje que hace diez años después del término de la Guerra Civil. Ya en el tren que lo trae desde Madrid el médico que le acompaña –que había formado parte de la división Azul y participado en las campañas de Rusia- y una vez cruzado Despeñaperros, le comenta que las rocas y los picos que se ven estaban llenos de Maquis “que no son otra cosa más que bandido y asesinos... (Gente) que no tiene ideales, simplemente matan por dinero y porque les gusta la sangre”. Más tarde, al referirse a la pobreza reinante en la región, el acompañante de Brenan alude a que la razón de la misma es que “los terratenientes no pagan unos jornales que permitan vivir” y apunta que “Los rojos tendrían que haber fusilado a esa gente”. Al despedirse de él, ya en la estación, le entrega su tarjeta, a través de la cual pudo saber que “era una de las figuras principales en la Falange de la provincia”. Brenan se alojaría en el Hotel de Cuatro Naciones –el mismo que utilizaría Castilla del Pino cuando llega a Córdoba en octubre de ese mismo año-, cerca de la iglesia de San Miguel y visita -¡cómo no!- visita la Mezquita, las Ermitas y Medina Azahara. Le acompaña como guía un maestro escuela de un pueblo de la Sierra que había luchado en el bando Nacional y que, al ser la “paga insuficiente para poder vivir, había dejado como sustituto a un hombre del lugar y abierto un pequeño negocio en Córdoba”. A pesar de todo, nos dice Brenan, su acompañante “lamentaba haber tenido que hacerlo porque le gustaba enseñar, y sabía su importancia”.

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