lunes, 29 de diciembre de 2008

Las calles de Doña Mencía toman el nombre de los rebeldes

La memoria de los vencedores 02

Si la relación de desaparecidos mencianos del lado republicano todavía no está cerrada y no sabemos con exactitud donde y cuántos murieron, si disponemos de la información relativa a las víctimas del lado franquista. Así, en el acta capitular del 19 de enero de 1937 aparece la primera reseña de un oficial franquista de Doña Mencía muerto en acción de guerra. Nos referimos a Eduardo Sánchez Fernández, teniente de la Legión, muerto en la toma de Aravaca, en el frente de Madrid, el 7 de enero de 1937, cuando en plena juventud siguiendo la gesta heroica de nuestro glorioso ejército, salvaguardia de la civilización mundial (sic), se alistó al tercio, ese puñado de valientes que tan alto ha puesto el nombre de España, y de triunfo en triunfo iba cosechando laureles hasta que en la toma de Aravaca (frente de Madrid) como si Dios quisiera un héroe más para su corte celestial le envió una bala certera del campo enemigo, que le llevó para siempre a la Gloria. Su pueblo natal, desde que conoció la noticia, está de luto por la pérdida del amigo noble, bueno, leal y caballerosoLa Comisión Gestora municipal acuerda, entre otras cosas, nombrarlo hijo bueno de Doña Mencía, que conste en acta el sentimiento del Ayuntamiento y del pueblo por su pérdida, que la calle Granada tome el nombre del teniente Eduardo Sánchez Fernández y que se coloque una lápida en la casa en la que nació. El excesivo tono falso y grandilocuente del escribano municipal concuerda bien con la demagogia que ostentó el régimen franquista hasta su fenecimiento. No sería el último soldado menciano en caer del lado franquista. Así, en el acta del 2 de abril de 1937, dedica igual trato a Miguel Ortiz Lama, muerto a consecuencia del criminal bombardeo de la aviación roja del hospital militar de Córdoba el día uno del corriente. También, no podía ser menos, se le nombra hijo bueno del pueblo, se le pone su nombre a la calle Aguas y que la placa sea costeada por el Ayuntamiento.

Cambio de nombre de las calles del pueblo

¿Cuántos cambios se han producido en las calles de los pueblos de España? ¿Sabe el lector de cuántas maneras se ha llamado la calle Arriba de Doña Mencía? Y, como no, los que ya se creían vencedores de aquella guerra cruel, en la sesión del último día de agosto de 1937, deciden, erigiéndose en portavoces de un gran sector de opinión de este vecindario de que sean variados los nombres de algunas calles del pueblo sustituyéndolas unas por los representativos del nuevo Estado, por los de los hijos del pueblo que han dado su vida por la Patria –se refiere, obviamente, no a todos los hijos del pueblo sino sólo a los de una parte-, otros por fin que no debieron nuca de ser cambiados y debe pues volverse a su primitivo nombre que una política sectaria borró en mal hora. Y estos son los nuevos nombres, los que perduraron hasta el advenimiento de los primeros ayuntamientos democráticos tras las elecciones de 1979. La plaza Mayor se denominará, como no, plaza del Generalísimo Franco; la plazuela de la Cruz, plaza de Calvo Sotelo; la calle Arriba que, tras el triunfo de las izquierdas en las elecciones de mayo de 1931, se llamó 14 de abril, toma el nombre del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera; la calle en la que vive el que esto escribe, la calle Baena, se dedicó al virrey de Andalucía, Gonzalo Queipo de Llano; la calle Prim ahora se dedica a uno de los organizadores de la rebelión y posterior represión en Córdoba, el coronel Cascajo; el nombre de Sainz de Buruaga, el jefe de las fuerzas que entraron en esta población el día 30 de agosto del año anterior, se aplica a la calle Eras; la avenida de la República, antes Granada, tomará el nombre de los hermanos Sánchez ampliándolo a su hermano Manuel, capitán del ejército que también ha sucumbido en la actual campaña; la calle Alta pasará a llamarse Cubero Padillo, hijo de este pueblo muerto en el frente de Peñarroya; la antigua callejuela de Los Gitanos –actual calle Tránsito-, se llamará Fernando Arrebola Gan, muerto por la patria en Villafranca de Córdoba; la dedicada a Pi y Margall recobrará el nombre de Bendición y la de Pilar de Arriba recobra su nombre original después de llamarse Joaquín Costa, antes Martínez Campos.

En la misma reunión se acordó conmemorar el día de Jesús con fiesta religiosa y procesión, en desagravio al tiempo reciente y por fortuna pasado en que los poderes constituidos no daban libertad a los sentimientos de veneración que siempre tuvo y tiene este pueblo por su protector. Se acordó contratar a la banda de música del Ave María de Cabra para que amenizara la fiesta.

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