miércoles, 1 de abril de 2009

Doña Mencía 70 años después


La foto de los vencedores
La había visto hace ya cierto tiempo. Creo que fue en una de las exposiciones de fotografías antiguas que se hicieron en el pueblo a finales de los 90, aunque no estoy seguro de ello. Llegó a mis manos y ya está y, ya es hora, suponéis, que la demos a conocer y que cada cual haga los comentarios que considere oportunos. ¡Han pasado –se cumplen ahora- setenta años nada más y nada menos! Vayamos por partes, como Jack el Destripador.

¿Dónde está hecha la foto? En eso no hay duda: sabemos que está tomada en el patio del actual castillo, o mejor dicho en el patio del Colegio de Religiosas Hermanas de Cristo Rey. A sus espaldas estaría la torre del Homenaje o torre de las Atalayas de la fortaleza –que cada cual la nombre como quiera-. A la derecha vemos la puerta por la que se accedía si entrabas en el colegio desde la calle Juan Valera, o calle del Pósito o de la Audiencia, ya que así se ha llamado a lo largo del tiempo. Allí, en el vestíbulo, había un macetón con una gran palmera, que es lo que vemos desde donde se hizo la foto. A propósito, yo he salido de nazareno con la ropa del Calvario de mi padre por ese vestíbulo cuando era mucho más joven que ahora y también allí estaban las máquinas de escribir en las que, en uno de aquellos veranos de los que hace mucho tiempo también, aprendí mecanografía –en la mano derecha sólo uso el dedo índice aunque la izquierda me ha salido más hábil, todo hay que decirlo-.

¿Cuándo? Imaginamos que, por la satisfacción que muestran, una vez terminada la guerra ¿Se hizo después de la concentración celebrada el día 28 de marzo en la plaza del Generalísimo como hemos podido leer en la entrada anterior? No lo sabemos, pero no debió ser en una fecha muy distante. Se les ve contentos y satisfechos, felices porque todo ha terminado. Todo terminó para ellos, pues a los vencidos les esperaba todavía años de sufrimiento. En realidad, deberíamos hablar en femenino puesto que la mayoría de los que aparecen en la foto son mujeres, muchachas bastante jóvenes en gran parte.

¿Cómo se hizo la fotografía? No fue fácil, estoy seguro, teniendo en cuenta el elevado número de personas que sale en la misma –algunos se quedaron fuera, aunque no sabemos si se ven la fotografía original y ha llegado hasta mí un poco recortada-. Seguramente que llamaron a un fotógrafo profesional, pues no era fácil colocar a un grupo tan numeroso y debieron sacar los bancos de las aulas -¿o eran los de la capilla?- para situarlos en niveles distintos. Y seguramente que fueron convocados tras un evento importante para el que todos y todas lucían sus mejores galas –bélicas, sin lugar a dudas-. Todo apunta a esa tarde del 28 de marzo de 1939.

¿Están todos? No, pero hay muchos. Está todos los que son, pero no son todos los que están. En total, aunque me puedo equivocar, unas 71 personas, de los que sólo 21 son hombres. ¿Dónde estaban aquel día los niños del orfanatorio que se había constituido en el convento para acoger a los hijos de los republicanos? A finales de julio de 1939 se acogían en el mismo a más de 100 niños. No vemos a ninguno de ellos, aunque más de uno lo observaría todo desde alguna ventana. ¿Qué celebran? Se preguntaría.

¿Quiénes son? ¿Quieren que les diga una cosa? Me da igual identificarlos. Conozco los nombres de algunos. Y seguramente que muchos mencianos también, sobre todo los de mi edad y –todavía más lógico- los mayores sabrían identificarlos a casi todos. Pero es lo de menos. Sabemos que en primera fila destaca don Juan Navas, el párroco del pueblo –cuyo féretro vi pasar por el Brillante desde el Paseo, a principios de los 60, acompañado de uno de los colegas de la escuela que se había roto una pierna pocos días antes- al que vemos flanqueado por cuatro monjas del convento, dos a cada lado; delante de todos están sentadas en el suelo cuatro niñas, vestidas de falangistas, como la mayoría de las mujeres de la foto –sólo cuatro de ellas situadas a la derecha visten de calle-. Detrás de don Juan se sitúan algunas autoridades, de entre las que destaca un apuesto militar que según varios testimonios es el jefe del puesto de la guardia civil Antonio Ferrero Peral, de triste recuerdo para muchos mencianos. Los hombres cierran la foto y, excepto el que vemos a la derecha trajeado con brazalete negro y otro en el lado izquierdo que posa sus manos sobre los hombros del que tiene delante, visten el uniforme falangista con su cinto cruzando el pecho, algunos con gorro cuartelero.

Ellos pudieron reconstruir sus vidas. La guerra había terminado para ellos, pero no para los perdedores. De éstos vamos a hablar en las próximas entradas, de sus peripecias, de sus sufrimientos y de sus humillaciones, porque lo que vino después fue tan horrible como la guerra misma. Y nuestra obligación es conocer su historia, si queremos saber definitivamente la verdad.

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