viernes, 23 de mayo de 2008

Córdoba en 1950, II

Brenan se queda horrorizado ante la extrema pobreza de las gentes de Córdoba

Después de visitar el 20 de febrero de 1949, acompañado del maestro escuela como guía, la Quinta de la Arrizafa y las ermitas, Brenan se acercó al Instituto de Segunda Enseñanza-el actual IES Góngora-. Allí observó cómo todos los alumnos iban bien vestidos y procedían de familias de clase media. Brenan inquirió que cómo lograban entrar allí los hijos de las clases trabajadoras, a lo que el maestro le contestaría que sólo lo conseguían los que procedían de las escuelas primarias regentadas por la Iglesia y que las escuelas primarias del Estado se hallaban tan olvidadas que los niños no consiguen ningún progreso.

Pero lo más escalofriante del relato de Brenan es la descripción que hace de las gentes que ve por las calles de Córdoba. He utilizado este párrafo de Brenan que viene a continuación en mis clases de historia sin indicar el nombre de la ciudad y os puedo asegurar que los alumnos nunca podían imaginar que el lugar al que se refería este viajero desconocido para ellos era la ciudad en la que vivían pero hace poco más de medio siglo.

Uno –comienza Brenan- no puede caminar por las calles de Córdoba sin sentirse horrorizado por la pobreza. El estándar de vida ha sido siempre muy bajo entre los trabajadores agrícolas de esta parte de España, pero esto es peor, mucho pero que cualquier otra cosa que yo recuerde a lo largo de mi vida. Pocas veces y de manera tan gráfica se ha expresado la miseria de la España de posguerra marcada por la extrema pobreza económica y por la pervivencia de las huellas del conflicto acabado sólo diez años atrás. Y continúa Brenan en su relato estremecedor. Uno ve hombres y mujeres cuyos rostros y cuerpos están cubiertos de suciedad porque se sienten demasiado débiles o demasiado sumidos en la desesperación como para lavarse con agua. Se ven a niños de diez años con el rostro marchito, mujeres de treinta años que son ya auténticas brujas, exhibiendo ese ceño fruncido por la ansiedad que proporcionan el hambre perpetua ya la incertidumbre acerca de su futuro. Nunca antes había visto una tal miseria: incluso los leprosos de Marrakech y Taroudant parecen menos desdichados porque, aparta de hallarse mejor alimentados, están resignados a su destino.

¿Qué derecho tienes a comer buena comida, a beber café, a comprar golosinas, cuando la gente se está muriendo de hambre a tu alrededor? Se pregunta Brenan. Y el dramatismo de su descripción de la Córdoba de posguerra se acentúa cuando habla de los miles de mutilados que ve por las calles de la ciudad califal. Más terribles son aquellos que se arrastran por las calles sin brazos o piernas. El Gobierno les paga una pequeña pensión a aquellas personas que perdieron sus miembros en su bando, pero aquellos que tuvieron algo que ver con los Rojos, aunque fueran mujeres o niños, no reciben nada. Y exclama Brenan ante tamaña injusticia ¡Hubieran debido estar viviendo en algún otro lugar cuando estalló la guerra!

Tras referirse al latifundismo andaluz y las consecuencias nefastas de un reparto tan injusto de la tierra, Brenan nos habla del intento fallido de visitar las mazmorras de la Inquisición y de terror que impuso en la ciudad a fines del siglo XV Rodríguez Lucero. En la tarde del 21 de febrero visitó la iglesia de la Fuensanta y, como es lógico, quedó sorprendido de los numerosos exvotos del atrio, pero lo que más le llamaría la atención fue el cocodrilo disecado, quien quizá en un tiempo fuera considerado como un dragón comedoncellas que algún santo caballero al estilo de San Jorge había matado.

Al día siguiente Brenan se dirigiría al sur de la provincia visitando Aguilar, Priego, Cabra y Lucena, en la que, aunque sus palabras nos puedan llamar la atención ahora, nos vimos –afirma Brenan- desde el momento en que entramos en ella sorprendidos por su apariencia de podredumbre y descomposición y por la miserable y famélica apariencia de sus habitantes. Nada que ver con la Lucena actual.

De Lucena marchó a Málaga, la que debió abandonar en el otoño de 1936 y de allí a Granada buscando la tumba de Federico García Lorca. Un libro “La faz de España” que debe ser leído, entre otras cosas, para comprender la terrible huella que la guerra, que perdimos todos, dejó en nuestro país.

miércoles, 21 de mayo de 2008

¡Enhorabuena Manuel Luque Tapia!

Después de leer la entrevista que publicó el Córdoba a Manuel Luque Tapia ayer en la contraportada, de nuevo el diario Córdoba de hoy nos regala otra buena noticia de Manuel Luque, al conseguir el Premio Internacional de poesía Noches del baratillo en Sevilla. Otro más para sus pesadas alforjas. ¿Servirá esto para que en Córdoba se sepa que en Doña Mencía hay un gran poeta? Esperemos que sí. ¿Enhorabuena Manuel! Gracias por tu sentida poesía.

En este blog podéis leer los comentarios que los profesores de Literatura, Rafael Ruiz Serrano y Bartolomé Delgado Cerrillo, hicieron sobre la poesía de Manuel Luque.

sábado, 17 de mayo de 2008

Noticias de la II República en Doña Mencía IX

El general Cabanellas ordena el cierre del Centro Obrero de Doña Mencía

Un día antes de que se redactaran los documentos referidos a las bases salariales generales y al gremio de albañiles citados anteriormente, el general de la 2ª Región Militar, D. Miguel Cabanellas y Ferrer hacía público un bando en el que en su artículo 1º se declaraba “por tiempo ilimitado el estado de guerra en las provincias de la Región”.

En el preámbulo del mismo, y tras hacer una serie de consideraciones sobre “la especialísima atención que (el gobierno de la República) presta a la cuestión social en Andalucía”, se refiere a como tal conducta “ha sido equivocadamente interpretada por algún sector del proletariado andaluz que, al amparo de las libertades concedidas, ha tratado y trata de imponer su predominio en las filas obreras, requiriéndolas por la amenaza y la violencia para que entren a formar parte de determinados sindicatos contra su voluntad”.

Alude también a que dichos “sindicatos” están siendo dirigidos por una “minoría de audaces e indocumentados, muchos de ellos antiguos pistoleros, profesionales de la revuelta y del desorden, que en la época de la dictadura fueron modelo de mansedumbre y contención”.

En dicho bando se ordena la clausura de los centros obreros, se consideran en vigor los pactos o contratos aprobados hasta la fecha, se “considera constitutivo de delito la presentación de nuevas bases de trabajo”, todo ello, se expresa al final del bando, en beneficio de la clase obrera “que es a la que, en fin de cuentas, quiere proteger el Gobierno de la República, para que organice y consolide sus asociaciones gremiales, libres del influjo de los que se introducen en sus filas para conducirlos a una anarquía que estamos enérgicamente dispuestos a reprimir.

A final aparece la fecha, 25 de mayo de 1931, firma del alcalde de Doña Mencía, Francisco Güeto y la de Diego Priego, en representación del Centro Obrero, como receptor del duplicado.

sábado, 10 de mayo de 2008

Noticias de la II República en Doña Mencía VIII

Bases salariales presentadas por el Centro Obrero a fines de mayo de 1931

Con la misma fecha, 23 de mayo de 1931, se conservan dos largos documentos referidos, uno a las bases salariales presentadas por la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Doña Mencía y el otro del gremio de albañiles, firmado por su presidente interino Segundo León López.

El primer documento consta de dos partes: en la primera figuran las condiciones económicas mientras que en la segunda se enumeran las condiciones morales. Veamos cada una de ellas. Los nueve apartados referidos a las demandas propiamente laborales comienzan con la petición de la abolición del trabajo a destajo y en el resto se establecen detalladamente los salarios de cada una de las actividades agrarias de la villa. Así, se solicita que el jornal mínimo para la siega sea de 10 ptas y fuera “de esta recolección el mínimo será de cinco pesetas cincuenta céntimos”. Respecto a los muleros y gañanes en el “tiempo de esta recolección ganarán el jornal mínimo de 7,50 pesetas y comidos, y fuera de esta recolección ganarán el jornal mínimo de 5 pesetas más un aumento de 25 céntimos, y los muleros que cuiden yuntas tendrán un aumento de 50 céntimos por cada una”. El jornal mínimo que deben percibir los caseros es el de 4 pesetas “y en la recolección ganarán 7,50 pesetas”. Tampoco quedaban fuera las mujeres y los muchachos, englobados en el mismo colectivo, para quienes ganarán 3,50 pesetas en “las faenas agrícolas”. Los amasadores de los molinos “cobrarán por cada saco de harina 2 pesetas” y las costureras 2,50 “si comen en su casa”; las lavanderas “cobrarán por peso de jabón que consuman 1,25 pesetas” y las “mozas de servicio ganarán 2 pesetas y comidas”.

A continuación se enumeran las “condiciones morales” distribuidas en ocho apartados. En el primero se indica que “saliendo de la localidad será el almuerzo caliente de lo que de el tiempo, de ocho a nueve de la mañana”. Se establecen en el mismo apartado que las horas de descanso serán las siguientes: “cinco paradas de media hora y tres horas al medio día comprendiendo la comida”. Acto seguido se puntualiza que estas horas de descanso se “comprenden en la recolección del verano y fuera de esta serán a usos y costumbres de la localidad”. El cocido para la faena de siega, se puntualiza en el apartado tercero, será con tocino. Cuando el trabajo sea con azada se “dará de mano a las dos de la tarde en el ruedo”. Y cuando los obreros salgan de parada “será de obligación de los patronos facilitar caballerías para el hato”. No podían ser olvidados en estas bases los numerosos caseros de cortijos quienes tendrán, según la petición que hace la Sociedad Obrera, “un sueldo mínimo de 1,50 pesetas”. Además, los patronos “quedarán obligados a poner buenas semillas, aceite y demás comestibles”. Y, como punto final, dichas bases regirán “desde su aprobación hasta el 15 de octubre del año actual” (1931).

Bases del gremio de albañiles

Con la misma fecha, como apuntábamos más arriba, el gremio de albañiles, bajo la presidencia interina del “compañero Segundo León”, presenta las bases que han de regir en el mismo período de tiempo que las referidas a los otros obreros de Doña Mencía.

El jornal mínimo, se establece en el apartado primero, de oficial de albañil será de 6 pesetas y el de los amasadores con ayudantes de 5 o de 4,50 pesetas si es sin ayudante; los arrimadores de 14 a 16 años ganarán 2,50 pesetas; los “maestros que dirijan más de una cuadrilla recibirán un plus de 0,50 pesetas por razón de vino de cada jornal; en los trabajos que se efectúen fuera de la localidad “teniendo que regresar diariamente a la misma, tendrán un aumento en el jornal de una peseta por cada uno invertidos en aquellos”. En el caso de que tengan que pernoctar fuera del pueblo por más de dos días “recibirán un aumento de dos pesetas en jornal”. En el último apartado se establece que el gremio de los albañiles de Doña Mencía “queda obligado a respetar la jornada máxima de ocho horas, castigándose las infracciones con multa de cinco a veinticinco pesetas”.

jueves, 8 de mayo de 2008

Noticias de la II República en Doña Mencía, VII

1 de mayo de 1931

Entre las peticiones de los manifestantes se solicita la abolición de la enseñanza religiosa y ataúd para todos los difuntos pobres

Tras la proclamación de la República en Doña Mencía, la Sociedad de Oficios Varios del pueblo se reafirma en sus propuestas de cambio, aprovechando las expectativas que despierta el nuevo régimen. Así, con fecha del 27 de abril dirige una petición al alcalde interino, en la que se hace referencia a una entrevista que han mantenido con el “Gobernador Civil de esta provincia estando presentes D. Juan Navas y D. Francisco Ortiz Gan y de nuestra parte José Úbeda y Francisco Gómez, para que “se nos aumente el salario hasta tres pesetas cincuenta céntimos”. Hay otra comunicación a la alcaldía para celebrar una reunión el día 30 de abril a las nueve de la noche y en esa reunión se acordó, entre otras cosas, solicitar permiso para celebrar una manifestación el día 1 de mayo - que “saldrá de nuestro domicilio social y partirá por la calle Prim y Bendición y tomando por la calle Granada y Aguas, Jaén, Martínez Campos, Juan Valera, Alfonso XII y Obispo Cubero de regreso a la plazuela de la Cruz y Santa María donde reside nuestro domicilio social”- y elevar las siguientes peticiones: “Creación de las escuelas y materiales gratuitos; abolición de la enseñanza religiosa a los niños y que las escuelas tengan higiene; un setenta y cinco por ciento del salario para resolverse el paro forzoso; ataúd para todos los difuntos pobres y medidas que intensifiquen la construcción de casas baratas”.

De dicha manifestación se envió una nota mecanografiada a la alcaldía con las peticiones que antes se habían suscrito e indicando que la manifestación se había celebrado “con toda tranquilidad y orden."

Pero algunas de las medidas del nuevo gobierno, sobre todo la Ley de términos municipales, de Largo Caballero, por la que los patronos debían contratar a los jornaleros de su municipio, no fue recibida, por razones lógicas en nuestro pueblo, que, al tener un término tan reducido, era normal trabajar en los términos de los pueblos colindantes. Por ello, en la sesión municipal del 4 de mayo de 1931, además de ordenarse “la limpieza, aseo y reparación de rondas y calles del pueblo” como primera medida para atajar las negativas consecuencias del elevado paro entre los jornaleros mencianos, se alude a las repetidas veces en que se ha acudido al Gobierno Civil para protestar por el Decreto de términos municipales “por el cual son expulsados los vecinos de Doña Mencía de otros pueblos”. Y varios días más tarde, el 16 de mayo, se dedica una sesión extraordinaria con un único punto en el orden del día: “instancia de derogación del decreto ministerial en relación con el trabajo en los términos municipales” en la que se acuerda realizar una visita al ministro de Trabajo, Largo Caballero, hacia el 18 o 19 de mayo por parte del miembro de la corporación, Juan Navas Jiménez.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Noticias de la II República en Doña Mencía VI

Francisco Güeto Vargas, alcalde interino el 14 de abril de 1931

Tras una alcaldía de transición, constituida en la sesión extraordinaria del 15 de marzo, con Pedro Moreno Moreno como jefe de la corporación y con concejales, en su mayoría, pertenecientes a los propietarios del pueblo, en otra sesión extraordinaria, celebrada tres días después de los comicios municipales del 14 de abril de 1931, es nombrado alcalde de manera interina por el gobierno de la República Francisco Güeto Vargas, constituyéndose una Gestora republicana cinco días después formada por el dicho alcalde y Juan Navas Jiménez, Manuel Montes Priego y Antonio Muñoz Priego.

Francisco Güeto Vargas había sido ya alcalde en los años 20 –desde el 10 de enero de 1924 hasta mediados del año siguiente-. Su presencia como alcalde interino de la República –hasta el nombramiento de Manuel Moreno Rosa el 6 de junio de 1931- debe entenderse teniendo en cuenta la trayectoria republicana de su familia, de la que destaca también en los años veinte Juan Güeto Roldán, con una labor muy crítica hacia las efímeras corporaciones de Doña Mencía durante la Dictadura de Primo de Rivera. Así, en su intervención en el pleno de 13 de diciembre de 1923 se quejaría del la lamentable situación de las escuelas de Doña Mencía y de la miseria de sus maestros. Sería verdaderamente justo que se hiciera un acto de reconocimiento a la familia de los Güeto de nuestro pueblo que ha jugado un papel político en el primer tercio del siglo XX marcado por el compromiso con una República y con los cambios hacia una Doña Mencía más avanzada. Basta repasar la historia de las asociaciones políticas en nuestro pueblo para comprobar la constante presencia de los miembros de esta familia en las mismas.

De acuerdo con el artículo 29, según el cual si el número de candidatos era menor al número de concejales que se debían cubrir, en Doña Mencía no hubo elecciones el 12 de abril, pero tras la proclamación de la República se convocaron de nuevo comicios municipales para el 31 de mayo, de cuyos resultados hablaremos más tarde. La II República no llegaría en buen momento en nuestro pueblo.

En el acta municipal del 9 de abril, cinco días antes de que su proclamación, se hace constar que se han facilitado en concepto de ayudas a los más necesitados del pueblo 2.339 kgs de pan, 1.883 raciones de alubias y 2.594 de aceite. Todo ello supuso un monto total de 2.221 ptas de las arcas municipales. En la sesión del 17 de abril, como no, se trató del tema que más preocupaba a la corporación, el problema de las subsistencias, por lo que se acordó celebrar una cita con los panaderos del pueblo para ver de qué manera se podía abaratar el precio del pan. También, en la misma sesión, fue destituido el jefe de la policía municipal y se da la bienvenida a la República. Más tarde dimitirían dos guardias municipales y un guardia de campo, haciendo constar los primeros que su dimisión era libre y no obedecía a presión alguna.


domingo, 4 de mayo de 2008

Noticias de la II República en Doña Mencía V


El Reglamento de la Sociedad de Oficios Varios de Doña Mencía

Afortunadamente conservamos un ejemplar de imprenta del Reglamento de la Sociedad Obrera de Doña Mencía, aunque también disponemos de una copia manuscrita. El ejemplar, hecho a imprenta en la Tipografía y Relieves de S. Peñalba de Cabra, perteneció al socio número 196, Ignacio Morales Jurado, quien tenía abonados casi todos los meses de 1931. Es un pequeño documento, breve pero de gran interés, que consta de 17 páginas y que contiene los 30 artículos que regulaban el funcionamiento de la asociación obrera de Doña Mencía. En el capítulo I se establecen los fines de la misma y en su primer artículo se indica que dicha “Sociedad tiene por objeto mejorar material y moralmente las condiciones de sus asociados para la mutua defensa de sus intereses…” y, más tarde, en el artículo tercero, en un ejemplo del papel e importancia que se concedía entre las clases populares a la educación, se expresa que “Cuando sus recursos se lo permitan”, dicha sociedad, “establecerá a beneficio de la Asociación y bajo las bases que acuerden, clase de instrucción primaria, que estará informada en el principio de libertad de conciencia”.

En el capítulo II y el artículo 11 se exponen alguno de los ideales básicos de la asociación obrera de Doña Mencía, al afirmarse que “Cada socio de esta Sociedad en los momentos difíciles de su vida o cuando se vea agobiado por una enfermedad o por cualquiera otra desgracia, tendrá derecho a la especial protección de la colectividad y asistencia de los individuos de la misma”.

Además de los capítulos específicos dedicados a los Derechos y Deberes de todos los miembros de la Junta Directiva, existe un capítulo específico, el quinto, dedicado a la Instrucción con un solo artículo, el 28, que tiene 8 apartados. En el primero se indica que “Se procederá a la celebración de conferencias científicas, artísticas o de otro género invitando a los individuos que se crean competentes” y, apartado 2º, “Si algún socio deseara explicar un curso científico, artístico o literario, lo solicitará igualmente, se abrirá matrícula, y si llegan a reunirse el número suficiente de matriculados, podrá concedérsele”. Podrán llevarse a cabo debates o, como se dice en dicho Reglamento, “conferencias de controversia”, y en las mismas “tienen perfecto derecho a manifestarse todas las ideas, y no podrá nunca recaer votación sobre ellas porque siendo su objeto la investigación de la verdad, ésta no se destruye ni se robustece con una votación en pró o en contra”. Y en el apartado 6º se expresa que “se procurará organizar en lo que sea posible veladas de propaganda societarias, artísticas, literarias o musicales con los socios que tengan especiales conocimientos y con los artistas extraños a la Sociedad que quieran prestarse a ello”.

El capítulo VI está dedicado íntegramente a regular la discusión y en el último artículo del documento, como especie de declaración de intenciones, se indica que “Esta Sociedad prescinde por completo de todo carácter político y religioso”.

En este enlace se pueden consultar integramente el texto del Reglamento de la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Doña Mencía.

También conservamos el texto manuscrito del reglamento con fecha de 27 de mayo de 1931. Al final del mismo aparecen las firmas del Presidente José María Úbeda y del secretario Manuel Moreno Rosa.

jueves, 1 de mayo de 2008

Córdoba en 1950, I

Brenan llega a Córdoba en febrero de 1949

A finales de los 70 adquirí en una librería de viejo de Sevilla una Guía turística de Córdoba editada en 1950 y escrita por Antonio Sarazá Murcia. El título exacto de la misma es “CÓRDOBA. Ciudad de los califas. Itinerario del turista”. La misma no es sólo interesante por los textos que contiene sino también por las fotografías que recoge, destacando en sus primeras páginas la fotografía aérea que adjuntamos. ¿Cómo era aquella ciudad –verdadero relicario de un glorioso pasado- a finales de los años 40 del pasado siglo XX? La imagen aérea nos disipa algunas claves y si la observamos atentamente podemos ver los cambios que se han producido en los últimos 60 años. Pero lo que no vemos es la vida cotidiana de aquella Córdoba de posguerra, marcada por la miseria y la represión, que nos describe Gerald Brenan en “La faz de España” (Ed. Plaza y Janés, Madrid 1985) en el viaje que hace diez años después del término de la Guerra Civil. Ya en el tren que lo trae desde Madrid el médico que le acompaña –que había formado parte de la división Azul y participado en las campañas de Rusia- y una vez cruzado Despeñaperros, le comenta que las rocas y los picos que se ven estaban llenos de Maquis “que no son otra cosa más que bandido y asesinos... (Gente) que no tiene ideales, simplemente matan por dinero y porque les gusta la sangre”. Más tarde, al referirse a la pobreza reinante en la región, el acompañante de Brenan alude a que la razón de la misma es que “los terratenientes no pagan unos jornales que permitan vivir” y apunta que “Los rojos tendrían que haber fusilado a esa gente”. Al despedirse de él, ya en la estación, le entrega su tarjeta, a través de la cual pudo saber que “era una de las figuras principales en la Falange de la provincia”. Brenan se alojaría en el Hotel de Cuatro Naciones –el mismo que utilizaría Castilla del Pino cuando llega a Córdoba en octubre de ese mismo año-, cerca de la iglesia de San Miguel y visita -¡cómo no!- visita la Mezquita, las Ermitas y Medina Azahara. Le acompaña como guía un maestro escuela de un pueblo de la Sierra que había luchado en el bando Nacional y que, al ser la “paga insuficiente para poder vivir, había dejado como sustituto a un hombre del lugar y abierto un pequeño negocio en Córdoba”. A pesar de todo, nos dice Brenan, su acompañante “lamentaba haber tenido que hacerlo porque le gustaba enseñar, y sabía su importancia”.

Noticias de la II República en Doña Mencía IV

El Centro Obrero en la antesala de la II República

No tenemos noticias sobre la actividad del Centro Obrero desde el 1 de diciembre de 1930. El último mes de 1930 fue movido. A raíz de las agitaciones obreras que afectaron a toda la provincia, los Centros Obreros fueron clausurados y habrá que esperar a principios de febrero de 1931 para que estos reabran sus puertas. Mientras tanto, Berenguer convoca elecciones a Cortes para el 1 de marzo, pero ante la negativa de republicanos y socialistas de participar en las mismas y la debilidad del gobierno, dimite el día 14 de febrero para que pocos días después tome las riendas el último gobierno de Alfonso XIII con el almirante Aznar a la cabeza.

La Sociedad de Oficios Varios de Doña Mencía reinicia su actividad y con fecha del 12 de febrero comunica a la alcaldía que va a celebrar una sesión extraordinaria con un orden del día protocolario. Seis días más tarde se recibe en el Ayuntamiento otra comunicación de la asociación obrera en la que se indica que en la reunión anterior se había decidido que continuase la Junta directiva anterior, excepto el presidente Francisco Navas Jurado que deja paso a José María Úbeda Montes, casado y domiciliado en la calle San Sebastián 13.

Se conservan dos comunicaciones más de sendas reuniones, en principio de trámite, celebradas el 1 y el 25 de marzo, pero sobre esta última, y no confiando que en la misma se hablase sólo de los puntos que se figuraban en el orden del día que se enviaba al alcalde, éste envía un delegado quien observó –y esto es lo que comunica el alcalde al gobernador civil al día siguiente- que lo único recibido –el punto del orden del día se refería a la lectura de la correspondencia- y que leía era una circular de propaganda comunista, prohibiendo la lectura y solicitando copia de la mentada circular, cuyo original adjunta el alcalde y que, desgraciadamente, no conservamos.

Eran malos tiempos. Como comenta Moreno Gómez (p. 26), el mes de marzo el “paro forzoso en la mayoría de los pueblos revestía caracteres de calamidad pública” y, como consta en las Actas Capitulares, otra vez volvían los jornales de miseria, a tres pesetas el de los braceros del pueblo. Por ello, y, debido a la grave crisis de trabajo, a finales de marzo de 1931 se decide conceder algún socorro a los mencianos más necesitados. Precisamente, el último día del mes de marzo, la Sociedad Obrera solicita permiso para celebrar una sesión extraordinaria en su sede social, en la calle Santa María 18. Los puntos del orden del día eran de trámite, pero en la misma hoja manuscrita que se conserva figura al margen un breve texto mecanografiado en donde consta que dicho documento fue presentado por duplicado a las nueve y media horas del 31 de marzo, haciéndole saber al presentante que se abstengan de celebrarla sin permiso expreso de la Alcaldía que ha de consultar si lo concede por ser día que se solicita el Miércoles Santo, que vacan ya los expectáculos (así en el original) y demás centros públicos.