domingo, 30 de septiembre de 2007

Doña Mencía en las cartas de Valera (I)

No soy un experto en la obra de don Juan Valera y estoy seguro que si hay en Doña Mencía una persona que conoce bien su obra es José Jiménez Urbano. Por tanto, si se escapa algún lapsus en mis consideraciones y si se quedan en el tintero cosas por decir, espero que nuestro buen amigo Pepe las subsane. (Nota: el segundo que más sabe de Doña Mencía y su relación con Doña Mencía es Poncho (Alfonso Sánchez Romero, coautor de este blog). Pero, manos a la obra. Estoy leyendo el largo epistolario de don Juan –hasta ahora he podido hacerlo con los tomos, I, II y V, de los seis que hay publicados- y nos gustaría hacer en este blog algunas consideraciones sobre las referencias de Valera a nuestro pueblo.

Veamos el primero. Llama la atención que el índice final de nombres del tomo I Doña Mencía aparezca citada en 46 ocasiones. Sin ánimo de molestar a nuestros amigos de Cabra, su ilustre villa sólo aparece nombrada en 15 veces. La colección de cartas ha sido editada por Castalia y su dirección ha corrido a cargo de Leonardo Romero Tobar, y María Ángeles Ezama Gil junto a Enrique Serrano Asenjo, a los hay que felicitar por su magnífico trabajo. En su edición han colaborado los Ayuntamientos de Córdoba y Cabra -¿por qué no está nuestro ayuntamiento?- y la Diputación de Córdoba. El primer tomo recoge las cartas publicadas entre 1847 y 1861. La primera carta es del 14 de enero de 1847. Juan Valera ya está en Madrid y como escribió Azaña[1], “Quería brillar, mover ruido en el mundo, ganar dinero”. Pero veamos las referencias de Doña Mencía. La primera aparece en la carta número 6, fechada el 22 de enero de 1847 en Madrid. Pronto va salir hacia Nápoles, como agregado sin sueldo a la Legación de Nápoles junto al Duque de Rivas y en dicha carta dirigida a Juan Navarro Siena le dice que a mediados de marzo debe estar en la bella Parténope y que tendrá tiempo para visitar a su padre que vive retirado y filosóficamente hundido en la ilustre villa de Doña Mencía. Desde allí pasaré a Granada a vera a mi hermana Ramona y su señor esposo y, por último, iré a esa –Málaga- para tomar el vapor de Marsella y ver a mi madre y a mis hermanos Pepe y Sofía. Es cierto, estuvo en Doña Mencía, según nos dice en la carta que con fecha del 17 de mayo del mismo año le dirige a Heriberto García de Quevedo. Al hablar de Doña Mencía lo hace en esta ocasión, como en otras muchas como su tierra. Textualmente en dicha carta se expresa así: Estuve en mi tierra (es decir, en Doña Mencía, adonde pasé desde Andujar) unos quince días, luego fui a Málaga, donde estaba mi madre… Pero en el tomo citado no aparece ninguna carta escrita en nuestro pueblo en esta corta estancia de paso hacia Málaga.


[1] Ver la biografía de don Juan Valera y Alcalá Galiano de GARRIDO ORTEGA, J.M en el número 1 de la colección: La Subbética, sus personajes. Cabra 2006.

viernes, 28 de septiembre de 2007

1761 Coplas denigrativas contra el honor

...concurrieron llevando una guitarra y estuvieron cantando en la calle Barranco diferentes coplas...

Allí estaban, en las Esquinas de Jesús, Cristóbal Rodríguez junto a su hermano y su primo, en la noche del 25 de agosto de 1761, cantándole coplas a una mujer de estado honesto que había rechazado los amores de Cristóbal. Y estaban cantando diferentes coplas muy deshonestas contra la mujer quitándole el crédito y entre ellas una que cantaban que decía: Dicen que te has alabado/ Que me dites calabazas/ Pero no te alabaras/Que te arrastré por tu casa.

Los afectados no negarán los hechos, aunque afirmarán que lo que estaban cantando era un romance sobre la pasión y muerte de Christo.

Texto de Antonio Gómez Pérez, ilustrado por Carmelo López de Arce.
Fuente: R-4324 del AHMDM.

jueves, 27 de septiembre de 2007

GUIA, número 1, marzo de 1957

Hace 50 años nacía en Doña Mencía un modesto boletín titulado GUÍA, Suplemento del Boletín Oficial del Obispado. En la primera página aparecía una foto del obispo de Córdoba rezando y, más abajo, una foto del cura párroco de Doña Mencía con un texto en que se hablaba de la celebración de sus bodas de oro. Constaba de seis páginas –un cuardenillo de cuatro más un hoja suelta en el interior y en su editorial, entre otras cosas se decía que “Queremos ser luz, queremos sembrar inquietudes en el alma, queremos guiar con caridad”. El director era César Sánchez Romero y el administrador Manuel Aceituno Gómez. En las noticias de Doña Mencía se decía que se ensaya a toda marcha “La Tela” de Muñoz Seca, entre jóvenes de ambos sexos de la localidad. También, en la misma página, se hablaba del movimiento demográfico del año anterior –con 113 nacimientos y 40 defunciones-. Y, como no, se hablaba de las baldosas de la calle Hermanos Sánchez –actual Granada- que al estar sueltas, cuando llueven, son un tormento para toda persona que sin mala intención las pisa… En el mismo número había opiniones de personas relevantes de la localidad, tanto del señor alcalde, José Sánchez Urbano, como del canónigo Agustín Murillo, del señor notario, José Mª López Fernández-Urrutia, de un menciano de fuera, Miguel Jiménez Gan, neurocirujano, y de los maestros Juan Muñoz –una de las personas que más ha hecho por la educación en Doña Mencía y a la que dedicaremos un espacio en este blog- y José Piernagorda. También había una poesía firmada por ALBOR y que comenzaba así: Están cayendo las hojas secas / como lluvia de muerte… Terminaba de esta guisa: ¡Ay, qué vacío más infinito!, ¡qué triste y cósmica soledad / en estas jornadas del invierno largo, ávidas de savia primaveral!

A comienzos de 1957 murió Bogart y en marzo, el mes en que se publicó el primer número de GUIA nace la CEE, Comunidad Económica Europea, tras el tratado de Roma.

Algunas vistas del Laderón

Adjuntamos, como complemento al artículo de más abajo de Poncho, algunas vistas -ya añadiremos más- del yacimiento de El Laderón, realizadas por Pepe Jiménez y por Poncho. En este blog iremos colgando información detallada de los yacimientos arqueológicos más importantes del término de Doña Mencía y colindantes.
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El Laderón en la Edad Media (IV)


Uno de los datos que viene a coincidir, en cierto modo, con la arqueología del Laderón, es el que nos facilita Escobar Camacho (55) cuando nos dice que, si bien la población musulmana permaneció a lo largo de la mayor parte del siglo XIII en las villas de Zuheros y Zuheret, esta última se despoblaría a fines de dicha centuria. Aunque, es cierto que, en el Laderón aparecen cerámicas de tipología tardía que podrían asociarse tanto a los almohades de los siglos XII y XIII, como a los repobladores cristianos y mudéjares que se asentaron con posterioridad en los territorios reconquistados; pensamos que, la aportación histórica resulta más convincente para explicar el despoblamiento de este hábitat, esto es, la decisión de las gente de la orden de Calatrava de construir una pequeña atalaya en la zona de poniente del castillo. Éste se construyó casi dos siglos después, con el fin de anular y contrarrestar la fortificación del Laderón que, posiblemente, se veía menos segura con una población poco fiable y difícilmente controlable tras su derrota y sometimiento. (Mapa: La frontera en el sur de Córdoba, extraído del Libro: "El antiguo reino nazarí de Granada 1232-1340, TORRES DELGADO).


En lo que afecta al resto de la población menciana, dispersa por los pequeños núcleos de población, alquerías y almunias antes citadas; opinamos que, si bien algunas debieron desaparacer, en cambio otras se mantuvieron, incluso aumentaron al servir de centro receptor de algunos habitantes del Laderón que decidieron permanecer en estas tierras, como pudieron ser los focos del Llano Medina-La Plata-Genazar, junto al camino de Metedores y, sobre todo, las Pozas-Perrilla cadena, próximo al camino Real. Creemos que se trataría de la población que, lenta pero paulatinamente, se fue acercando y edificando sus viviendas en torno al castillo de comienzos del siglo XIV.

Consecuentemente, hay que aceptar que al igual que las plazas fuertes limítrofes o próximas al territorio menciano –como Cabra, Baena, Zuheros, Priego- sufrieron los embates y nuevas ocupaciones musulmanas, la población de este territorio debió pasar por los mismos acontecimientos, experimentando nuevas emigraciones y posteriores repoblamientos. Así, Zuheros(56), en la primera mitad del siglo XIV, pasó de nuevo a la jurisdicción señorial, reforzando su fortaleza y recinto amurallado como consecuencia del debilitamiento y hundimiento de la frontera. Y, según el Libro de la montería de Alfonso XI, la mayor parte de sus tierras se encontraban sin cultivar, donde pastaba el ganado extremeño, destacando en el resto la producción de trigo, principalmente, junto con algunas viñas y olivares. De Priego(57) sabemos que, en 1253, se realizaron intentos para atraer repobladores a la zona. En agosto de 1341, Alfonso XI llevó a cabo la segunda y definitiva conquista pasando a reparar su recinto amurallado y, a partir de entonces, no cejaron de hacerse concesiones y repartimiento de tierras con el fin de repoblar el lugar. Cabra(58), bajo la orden de Calatrava, mantuvo su señorío hasta 1331, año en el que fue arrasada y llevada su población cautiva a Granada. Hacia 1344, Alfonso XI la da a doña Leonor de Guzmán, previo otorgamiento del fuero y carta de repoblación. Pasa de nuevo al realengo y, a fines del siglo XIV, es donada al infante don Enrique que ostenta el título de duque de Cabra. El 11 de agosto de 1267, Baena aparece ya como señorío de don Rodrigo Alonso, tío de Fernando III(59). En 1293, Sancho IV la devuelve a Córdoba, sufriendo un duro ataque musulmán unos años después. Su situación fronteriza le ocasionó serios conflictos. En 1300 Muhammad II sitió la villa. Y en 1394 se convierte en señorío de don Diego Fernández de Córdoba, siendo la villa mejor poblada del reino de Córdoba, en esta etapa, por el número de collaciones o feligresías. (Foto: supuesta torre de las Atalayas construida por los Calatravos a mediados del siglo XIII).

En lo referente a la población en la nueva tierra, la Historia de España de Menéndez Pidal(60) nos revela que, si bien en la cuenca del Guadiana podía imponerse fácilmente cierta uniformidad en régimen, procedimiento y actividad económica, en cambio, en buena parte de Andalucía y Murcia se exigía respeto a la población musulmana que permaneció, así como a los pactos, y de igual modo la atención a una frontera próxima y activa, y aún a las modalidades que aconsejaban el clima y la situación. La norma que se siguió fue conservar los límites antiguos para los territorios de los castillos y ciudades recién ganados. En los sometidos por pacto, con permanencia del pueblo musulmán, no era necesario fijarlos. En los términos que padecieron la salida de su población anterior se hizo necesario el amojonamiento en los deslindes, y para esos amojonamientos se buscó la cooperación de musulmanes conocedores de los términos anteriores, aun gestionando su ayuda en las tierras que ya hubiesen emigrado. En realidad, los campos de Andalucía y,. concretamente, la cuenca del Guadalquivir, ya venían padeciendo abandonos desde antes de la conquista. Los pobladores cristianos, en la mayor parte de sus campos, pudieron encontrar casas, molinos, huertas, viñedos y olivares, aunque parcialmente destruidos. Los villares se pueden documentar en los términos de Córdoba, Écija y en la banda morisca.

Menéndez Pidal también informa, que por ser la población rural la más numerosa, y para efectuarse una repoblación, era necesario que hubiesen desaparecido del territorio correspondiente, total o en su mayor parte, los propietarios musulmanes por capitulación o por disposición acordada. En los casos de ventas de heredades que se documentan, negociadas directamente entre moros y cristianos antes de hacerse la repoblación oficialmente, se respetaban los términos de la adquisición, al menos dentro de ciertos límites, haciendo así innecesario el reparto de la totalidad del término. Las ciudades y términos en que la emigración de los moros era acordada por capitulación, fundamental para una rápida penetración y afianzamiento de los castellanos, constituían la mayor parte de la superficie ganada, superior a la que había quedado en poder de los que por pacto de sumisión permanecieron en sus villas y términos(61).

Por último, se nos da a conocer un dato muy interesante al decirnos que, en un principio, don Fernando dejó buena parte de Andalucía sin repoblar por seguir allí la población musulmana, como consecuencia de los pactos de sumisión, en el disfrute de sus fincas, culto y justicia. En no pocos términos se debilitó la población musulmana a partir de la sumisión, de tal forma que a los pocos años de dominio cristiano ya se hacía necesario repoblar.

De los acontecimientos que se sucedieron a finales de la primera mitad del siglo XIII en el territorio del piedemonte de las Subbéticas cordobesas, donde se iba a levantar el castillo, aproximadamente un siglo y medio después, es decir, a comienzos del siglo XV, y a su alrededor las primeras casas del actual pueblo de Doña Mencía, sabemos muy poco por las fuentes antiguas. Montañez Lama(62), citando a la Historia genealógica de la casa de Cabrera, dice que, entre los territorios donados por Fernando III a don Álvar Pérez de Castro se hallaba el terreno comprendido al pie de la sierra de Cubillas y Oreja de la Mula y San Cristóbal(63). En esta zona fundó don Álvar un castillo –¿se refería el historiador a una atalaya anterior al castillo mudéjar de principios del siglo XV construida por el sistema de mortero y mampuesto típico de los calatravos, y del que hoy día se conservan algunos restos?-, y que a su pie formó una deliciosa heredad a la que puso el nombre de su esposa, doña Mencía López de Haro, hija de don Diego López de Haro, onceavo señor de Vizcaya.

En la Historia de España de Menéndez Pidal(64), se confirman algunos pormenores de la información que, según Montañez Lama, se citan en la Historia genealógica de la casa de Cabrera, como de la existencia de los personajes o el matrimonio de Pérez de Castro con doña Mencía. Así, nos habla de la inesperada muerte de Álvar Pérez de Castro, en 1239, que impulsó a Fernando III a efectuar una larga estancia en Andalucía, fijando su residencia, de febrero de 1240 a marzo de 1241, en Córdoba. Ello desconcertó a los musulmanes de la Campiña, que junto a las negociaciones y a las armas de los cristianos, entregaron a don Fernando villas y castillos de esta comarca, como Écija, Almodóvar, Setefilla, Lucena, Luque, Estepa y otras. Además de Hornachuelos, Mirabel, Fuente Tomiel, Zafra Pardal, Zafra Mogón, Rute, Bella, Baena, Zambra, Benamejí, Aguilar (Poley), Zueros, Zuerete, Montoro, Porcuna, Osuna, Cazalla y no lejos Morón y Cote. También, en lo referente a los problemas por los que estaba pasando Sancho II de Portugal para mantenerse en el trono, nos dice que, en 1245, aparte de estar casado con doña Mencía, la viuda de Alvar Pérez de Castro y sobrina de don Fernando, se vió desasistido de los suyos, teniendo que buscar la ayuda del infante castellano para resistir a los ataques del hermano Alfonso III sostenido por los eclesiásticos.

En otro capítulo, aparece el contencioso de la corona de Portugal(65), en la que uno de los factores desencadenantes de los enfrentamientos entre el rey, sus hermanos, la nobleza y el clero, fue el anuncio del matrimonio de Sancho II con Mencía López de Haro, hija de Lope Díaz, señor de Vizcaya, y viuda de Álvar Pérez de Castro. Esta unión era importante para el comercio exterior portugués pero, en cambio, una amenaza para las aspiraciones de Alfonso –hermano del rey-, por lo que se buscó considerar ilegítimo el enlace, alegando que los contrayentes eran igualmente biznietos de Alfonso Enríquez.


NOTAS:

(55) Consultar la página 1780 del tomo 5 de Los Pueblos de Córdoba. Edad Media. Zuheros de J. M. Escobar Camacho.
(56) Ibídem., páginas 1780 y 1781.
(57) Consultar las páginas 1311 y 1312 del tomo 4 de op. cit. Priego de Córdoba de J. M. Escobar Camacho.
(58) Consultar la página 303 del tomo 1 de op. cit.. Cabra de M. Nieto Cumplido.
(59) Consultar las páginas 136 y 137 del tomo 1 de op. cit. Baena de M. Nieto Cumplido.
(60) Consultar las páginas 75 a 78 del capítulo V, del volumen I, del tomo XIII de la Historia de España de R. Menéndez Pidal.
(61) A. Sánchez y J. Hurtado en su obra Torreones y fortificaciones en el sur de Córdoba, en sus páginas 33 y 34, respecto al traspaso de propiedades tato urbanas como rurales, dicen que, el modo de llevarse a efecto el cambio de propiedad, varió según los distintos modos de incorporación de las tierras cordobesas. Los repartimientos que ya a mediados del siglo XIII se realizan en Castro del Río, Lucena y Cabra, entre otras, demuestran que dichos repartimientos condujeron a la existencia en el reino de Córdoba, no sólo de la gran propiedad, -de menor extensión casi siempre, que los anteriores grandes latifundios de la última época musulmana-, sino también de la mediana y pequeña propiedad. Otra cosa sería, la posterior compraventa de tierras y consiguiente concentración de las mismas, en unas pocas manos, lo que unido a la falta de interés económico de algunos, al retroceso producido a raíz de la crisis mudéjar, las quiebras demográficas ocasionadas durante el siglo XIV y debidas a las continuas epidemias, hambres y guerras, las propias herencias y dotes, las frecuentes apropiaciones ilegales de tierras, y las usurpaciones de tierras comunales y por último al proceso de señorialización iniciado por la nobleza cordobesa a finales del siglo XIII, y de concentración de tierras en manos de la Iglesia, llevan, en definitiva, al avance y predominio de la gran propiedad.
(62) Consultar la página 104 del número75 del Boletín de la Real Academia de Córdoba, donde se publica el Bosquejo histórico de la Iglesia Dominicana de Doña Mencía. 1901, de J. Montañez Lama. Cita la Historia genealógica de la casa de Cabrera, folio 337 por el P. Ruano.
(63) A. Sánchez y J. Hurtado en su op. cit., página 31, nos hablan del sistema de entrega de territorios o tenencia de castillos. La conducta heroica que siempre actuó como uno de los más eficaces procedimientos de promoción para el grupo nobiliario, adquirió en este ámbito un especial significado, y fomentó la generosidad monárquica, que se tradujo con frecuencia, en la entrega de la tenencia de fortalezas a aquéllos que se habían destacado en su conquista. La motivación de esta actitud de los monarcas fue doble: de un lado el deseo de la recompensa, y de otro, el interés por encomendar la defensa de la misma persona con probados recursos y suficiente preparación y sentido de la responsabilidad, como para desempeñar eficazmente dicha misión.
(64) Consultar las páginas 56 y 57 del capítulo IV, volumen I y tomo XIII; y página 38 del capítulo III de la Historia de España de R. Menéndez Pidal. Se cita a la Crónica general de España, caps. 1056 y 1057. Y a Jiménez de Rada, IX, XVII.
(65) Consultar la página 532 del capítulo II, volumen II, tomo XIII de la Historia de España de R. Menéndez Pidal. Se cita a L. Gonzaga de Azevedo, Historia de Portugal, VI, Lisboa, 1944, páginas 92-95.

Alfonso Sánchez Romero

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Arco

Surgió como un boceto más. Desde el principio se vió que tenía sentido monumental; pero durmió en el estante del olvido. A raiz de mi intervención en la Plaza de las Artes en el barrio de Fidiana de Córdoba se vió la posibilidad de utilizarlo como acceso simbólico a la plaza. Figúrense que tiene cuatro metros de altura. Figúrense que alguien lo subvenciona. Carmelo López de Arce. This album is powered by BubbleShare - Add to my blog

Breve historia negra de Doña Mencía (y IV)


Doña Mencía
Cargado originalmente por agomezperez7
La epidemia de 1786
Las fiebres intermitentes de tercianas ya habían afectado a los habitantes de la capital cordobesa en 1875, pero la epidemia se reprodujo en 1786 produciendo más de 1000 muertos desde primeros de mayo hasta fines de noviembre. En Doña Mencía el número total de entierros de este año de 1786 superó el centenar, como antes ya había ocurrido cuatro años antes, pero la epidemia empezó a hacer estragos en el mes de agosto y decayó en el mes de noviembre. No era, como era tradicional en los brotes de peste, una epidemia típicamente veraniega. En total, en estos cuatro meses, el número de muertes llegó a los 73 y, como había ocurrido cuatro años antes, 1786 vino precedido de un año malo, del que hemos hablado más arriba.

En las actas capitulares de 1786 la primera referencia que existe sobre dicha epidemia es del 24 de septiembre y en ella se acuerda que el diputado del Común, Francisco Muñoz de Alcaudete, asistido de D. Pedro Cubero, médico titular, recorran el pueblo, yendo calle y casa, para formar una lista de todos los enfermos que haya en el pueblo que por su notoria pobreza carezcan de alimento y medicina para su curación y socorro. Y en el acta de dos días después se indica que dicho número es de 150 y para socorrer a dichos enfermos en sus medicinas y pucheros se pase a las casas de los vecinos más pudientes del pueblo para que por cuestación y colecta entre ellos ayuden con lo que a bien tengan a dar, encareciéndoles a los que coadyuven a tan piadoso fin cuan del agrado de Dios, del Rey y de este Ayuntamiento será el apresto que hagan. Como ocurría con demasiada frecuencia, se acude a la misericordia de los ricos como el medio más eficaz para combatir la pobreza y, teniendo en cuenta que, tampoco éstos debido a lo escaso de sus cosechas, podían hacer mucho, se decide iniciar los trámites para poder prestar a los vecinos alguna cantidad de las 6.600 fanegas de trigo y de los más de 140.000 reales que había en el Pósito.

El número total de afectados es de 400 y se decide socorrerlos con la quina que la Real Magestad ha mandado. Además, se acuerda escribir al señor de la villa para que las siete limosnas en que diariamente socorre a estos pobres las deje fijas en los enfermos que hay. Pero la medida que mejor expresa la magnitud de la tragedia que asolaba al pueblo en aquellos momentos es la decisión de hacer un cementerio en el sitio de las Eras que está a espaldas de la cerca de la huerta de este Convento Parroquial, para el entierro de los que fallezcan fuera de la población en ermitas o cementerios por el riesgo de que las parroquias se inficionen amontonando cadáveres. Dicho cementerio se labraría y cercaría a expensas de Convento, quedando de su obligación su subsistencia y reparo en todos tiempos. El cual sitio es el más proporcionado para el sepelio de los cadáveres y que con su amontono se evite el contagio que se pude inferir.

No hay muchas noticias más sobre la terrible epidemia. Sólo sabemos que el duque de Sessa, señor de la villa, acordó conceder a los vecinos afectados una ayuda de 800 reales, los que sumados a los 1000 de la piedad del Rey, además de los 15 enfermos sostenidos por el Convento, aliviarían la situación de muchos mencianos que recordarán 1786 como uno de los años más negros de la historia de nuestro pueblo. Pero tras un paréntesis corto, de nuevo la amenaza de una nueva mortandad se abatirá sobre el pueblo en los comienzos del siglo XIX. De las mortíferas epidemias de 1834 y 1855 hablaremos en otra ocasión en este blog.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Fútbol en tierra


Fútbol en 1943
Cargado originalmente por agomezperez7
Fútbol en Doña Mencía. 1943. El pie de foto decía textualmente esto: Para que te acuerdes del emocionante encuentro entre los equipos del Brabo (Baena) y el frente de Juventudes de Doña Mencía, reforzado con el mejor elemento egabrense. Te tedica esta foto tu amigo Casto III. 24/9/43. Doña Mencía.

No están todos los que son, pero si son todos los que están. A todos ellos va dedicado este pequeño homenaje del fútbol en Doña Mencía. A todos los que coincidieron conmigo en los años 60 y 70 y a los que jugaban antes a la pelota y a los vinieron después. A los expertos en jugar en tierra… A todos los que disfrutaban en las tardes de verano y en las mañanas de domingo, culminadas con magníficas y fresquitas gaseosas en Capri.
A Joseillo, Domingo C., Adolfo Muñoz, Miguel Tienda, Rafael C., José Cubero, Quico, José Poyato Luna, Antoñín T., Chica, Ramón, Tienda, Juan Muñoz, Vicente, Antonio Luna, Santiago, Juli, Chomi, Pedro, Frasquito, Juan Marín, los hermanos Mateo, Telesforo, Julio, Rodri, F. Montañéz, Antonio Camacho, Antonio y Pepe Cantero, Rafael Cantero, Manolo M. y Juan M., Juanito, Pedro J., Barberito, Juanito, Paco, Salvador, Chema, Juanele, Antonio (el portero), Juli, Manuel M., Raimundo, Rafael C., Juan C., Molina, Poyato, Domingo, Sánchez, Juli, José Luis C., etc, etc. etc. A todos los que hemos amado el fútbol en tierra en aquellas tardes inolvidables de veranos añorados.

Que disfruten este pequeño recuerdo.
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sábado, 22 de septiembre de 2007

Breve historia negra de Doña Mencía III


Iglesia Vieja
Cargado originalmente por agomezperez7
De nuevo en 1786 Doña Mencía, como muchas otras zonas cercanas, incluida nuestra capital, Córdoba, se ve asolada por una nueva epidemia que producirá más de 70 muertes desde agosto a noviembre de ese año. En esta ocasión el azote es un brote de fiebres intermitentes, llamada de tercianas, ante la cual poco pudo hacerse y que obligaría a señalar una nueva zona para enterramientos en la zona llamada de Las Eras, a las espaldas del Convento de Doña Mencía. Pero veamos algunos aspectos de la Doña Mencía del último tercio del siglo XVIII.


Doña Mencía en el último tercio del siglo XVIII
En 1775 la población de Doña Mencía rondaba las 800 familias, aunque como se expresa en numerosas actas de este período, sólo una pequeña parte de ellos se considerarían como vecinos útiles para hacer frente a las numerosas cargas fiscales de la época. A lo largo del siglo se había producido un importante crecimiento de la población (461 vecinos en 1701), pero este aumento provocó, unido a las continuas malas cosechas, frecuentes motines de hambre -como veremos en un trabajo que tenemos en preparación- en el que los jornaleros se agolpaban en las puertas del Ayuntamiento pidiendo se les socorriera de alguna forma.

Pero además, la situación de las calles y la higiene general presentaban un panorama desolador. A finales de agosto de 1777 se indica en una de las actas de cabildo que las calles del pueblo están desempedradas lo que va en contra de la recta policía y aseo y por ello se acordó que cada vecino debía empedrar la pertenencia de su casa hasta el arroyo para que no se formen remansos en el centro. La mayoría de las calles eran auténticos lodazales en los meses de lluvias y caminos polvorientos en el verano. Y a ello se le sumaba que los fabricantes de aguardiente -más de una decena por esta época- echan a la calle los vinotes y las aguas del refriante produciendo un gran perjuicio en la salud pública por el hedor intolerable que exhalan dichas aguas y vinotes, sobre todo en este tiempo de tan riguroso de calor, por lo que se acordó que se saquen del pueblo dichos líquidos.
Había que cuidar la salud de la población en aquellos meses de verano, en los que las infecciones se extendían con tanta rapidez y es que el verano era la estación más peligrosa desde el punto de vista sanitario y por tanto nada asociada al carácter festivo que tiene en la actualidad.

El cementerio de Doña Mencía estaba, como era frecuente en aquella época, en el atrio de la Iglesia y pocos años más tarde el Convento Parroquial dirige un memorial al Ayuntamiento en el que pide se le ceda un pasadizo que hay en medio de la ermita de las Angustias y la casa de Pedro de Saabedra para hacer un osario, donde se depositen los huesos de los fieles difuntos (ver el dibujo adjunto de Carmelo López sobre Doña Mencía en el siglo XVIII). El Ayuntamiento accede a esta petición pero con la condición que los huesos de los cadáveres se introduzcan enteramente desnudos para evitar cualquier hedor que pueda infestar la vecindad y calles públicas. Habrá que esperar a los comienzos del siglo siguiente para que a instancias de las autoridades francesas se saquen los enterramientos a las afueras de los núcleos urbanos y evitar que fueran focos de infección constante.

El 16 de abril de 1784 es nombrado mayordomo de las fiestas de San Pedro D. Fernando Reynoso, alguacil mayor y regidor, y para las fiestas del Corpus el cabildo decide el 10 de mayo encargarle la organización de las fiestas a D. Antonio María Roldán y Solis, alférez mayor. Pero no estaría el pueblo para muchas fiestas ese año ya que la cosecha de grano de ese año no sería muy buena, por las continuas aguas de este invierno, y, como sigue expresándose en la misma acta de cabildo, lo que es más la uva será muy poca y por consiguiente endeble la cosecha de vino. Tampoco será muy buena la de aceite, se sigue expresando en un acta de principios de julio, y, por todo ello, se decide poner viñadores fieles para evitar los robos de uvas y que no permitan ningún abuso y que los cortadores traigan uva en la mochila, pasa o ceporro. Por lo que se ve, en los años malos la vigilancia se extremaba y no se fiaban ni siquiera de los mismos vendimiadores. Pero a pesar del mal momento el Cabildo autoriza al abastecedor de nieve, natural de Cabra, para que ponga puesto en Doña Mencía, siendo el beneficio principalmente para los pobres enfermos , y el 3 de septiembre se decide nombrar a D. Miguel de Alcalá Galiano como mayordomo de la fiesta de Jesús Nazareno.

La influencia ilustrada en Doña Mencía
Los ecos reformistas de los ilustrados también llegan a Doña Mencía y en abril del año siguiente se recibe una orden real referida a la necesaria reparación de los caminos del pueblo , lo que no era tan fácil de acometer debido a que las arcas municipales estaban vacías, aunque se decide a última hora obtener algunos fondos fijando arbitrios a las mercancías que carguen los forasteros en el pueblo, -en el vino, el vinagre y el aguardiente, principalmente-. Y es que las calzadas, salidas y entradas de este pueblo están bastantemente fatales y el Pontón quebrantadísimo por las piedras de molino que pasan coches y carretas para todo el Reyno de Jaén. ¿Es este el Pontón al que se refiere Montañéz Lama cuando habla de los entierros de la epidemia de cólera de 1834? No estamos seguros pero podríamos pensar que de los cadáveres encontrados junto al Puente -el Pontón como se expresa en esta acta- muchos fueron enterrados allí a raíz del gran brote de 1834, que tanta mortandad produjo en el pueblo. Pero de ello hablaremos en otro número de este boletín.

Pero el Duque de Sessa, señor de la villa, también se imbuirá del espíritu reformista de la época y a mediados de abril enviará desde Madrid una carta al Ayuntamiento de Doña Mencía en la que, instruido y lastimado de las necesidades que han padecido esos mis pobres vasallos, decidirá que todos los jornaleros, que sea posible, se empleen en sus Haciendas, aunque de esto se me sigan algunos mayores gastos. Sorprende el humanismo del señor duque y, además, conocedor del Discurso sobre el Fomento de la Industria Popular de 1774, pieza básica de la legislación ilustrada de Carlos III, en la misma misiva aconseja que en lo sucesivo se establezcan a costa pública alguna fábrica de Paños, bayetas, Gerjas u otras maniobras fáciles de que carezca el pueblo y en donde puedan trabajar bajo techado cuando las intemperies de los tiempos no les permitan salir a los trabajos del campo. Les aconseja que, para la financiación de tales empresas, se podía constituir un fondo público, pero la respuesta de los miembros del Cabildo es clara. Así, con fecha 4 de mayo se comunica al señor de la villa que en el pueblo no había personas pudientes con que establecer el expresado fondo y, además, hubo una experiencia anterior que no fue precisamente ejemplar, pues con motivo de una epidemia de tabardillos -de la que no hemos encontrado referencia exacta del año en que se produjo- sólo se recogieron 133 reales, pero no se desaniman y acuerda que discurrirán y pensarán lo más conforme.


El Procurador Síndico pide la construcción de un hospital en Doña Mencía
Pero la situación social no mejoraba y en noviembre del mismo año, D. Juan Josef Saavedra Peñalosa, Procurador Síndico del Común, especie de representante popular en el Ayuntamiento -otra de las reformas impulsadas por Carlos III para sanear la vida municipal- dirige una carta al Cabildo instándole a construir en el pueblo un Hospital o Casa de Misericordia, teniendo en cuenta el estado infeliz y deplorable en que se halla el pueblo, y para evitar que los pobres, la mayoría de los 800 vecinos del pueblo, sufran los imponderables daños y perjuicios que se dejan ver experimentándolos particularmente en su salud pues por falta de asistencia en sus enfermedades son infinitos los que mueren miserablemente y vendrá a verificarse su total exterminio. El tono empleado por el síndico popular expresa la dura realidad que soportaba la mayoría de los vecinos en los años malos. Además, no debemos olvidar que el número de entierros de este año -82- duplicó la cifra del año anterior, mucho más benévolo. En la respuesta, las autoridades municipales le indican que, teniendo en cuenta los escasos ingresos públicos, promoverán dicha pretensión, que consideran justa y arreglada, ante el Consejo de Su Majestad en el Supremo de Castilla.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Cabra el el recuerdo

Dicen que los verdaderos amigos se hacen en el Bachillerato. Puede que sea verdad. En mi caso se cumple la norma casi en su totalidad. Luego después uno hace amigos muy exigentes con este blog y no te dejan pasar ni una, aunque vivan en Madrid y sean mencianos de adopción. En el fondo son buena gente. Los que aparecen en este álbum son viejos amigos que permanecen. Estos son los de verdad. No sé que pensarán cuando se vean aquí. Yo creo que les van a gustar esta pequeña broma, que en el fondo es un homenaje hacia ellos: a José Miguel, a Pablo, a Mari, a Pepe, a Alfonso, a Antonio, a Ezequiel, y a muchos más...
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Breve historia negra de Doña Mencía II


1751 Mapa de Doña Mencía
Cargado originalmente por agomezperez7
1680: annus horribilis
En el mes de junio de 1680 hubo en Doña Mencía casi un entierro diario -29 fue el total del mes- y los primeros afectados por el contagio -por lo menos los entierros de los que antes se abonaron a las arcas del Convento Parroquial- corresponden a Francisco Gómez Jurado y su mujer María Roldana. Ya hemos hablado en otras ocasiones de esta epidemia, al referirnos a los orígenes de la fiesta de Jesús Nazareno, y las actas capitulares de este año, son la fuente que nos ofrece más información al respecto y de la que hemos extraído lo fundamental para este artículo.

A partir de 1676 y hasta 1700 se producen tres importantes brotes de peste que afectan a la península ibérica. El primero de ellos, de 1676 a 1678, afectó sobre todo a la costa murciana y sur de Alicante y a partir del verano de 1678 otro brote contagioso se extiende por el oeste de Andalucía. En su libro sobre la España de Carlos II , Henry Kamen nos dice que "El 28 de mayo de 1678 atracaba en Málaga una embarcación procedente de Orán. Algunos marineros se alojaron en la ciudad; dos días después moría un muchacho en la misma casa...". La peste estaba ya extendida por las ciudades más pobladas Andalucía oriental, como Málaga y Ronda, en la primavera de 1679 y al año siguiente la epidemia afectó a la costa de manera más suave, pero causando estragos en el interior de Andalucía, en poblaciones como Doña Mencía, Rute, Cabra, Puente Genil, Lucena, Benamejí, Aguilar, que se habían librado en anteriores ocasiones.

Los malos temporales que Dios nuestro Señor nos ha servido de dar...
1680 había sido un año negativo desde el punto de vista climático -...los malos temporales que Dios nuestro Señor nos ha servido de dar a esta república pues hace muchos días que no llueve...- y, por ende, agrario y ya en la primavera los efectos de la sequía se hacía notar en la población que se encontraba ...en estrecha necesidad y falta de medios para el sustento de sus casas y familias... El terrible contagio empieza a asolar a la población en junio y a mediados de este mes se nombran a Justo Cantero y Andrés López Montilla como diputados para la peste. Cuatro días más tarde se decide que Juan Jiménez y Juan Romero Roldán, regidores del cabildo, vayan a la villa de Baena, acompañados del médico, para obtener información sobre los ... remedios más eficaces para la curación de los enfermos que hay en esta villa...

¿Cuándo se produjeron las primeras muertes? En el acta del 18 de junio todavía no se alude a que se haya producido alguna, y la primera fecha que aparece en el libro de entierros es del día 24, pero este es el día en que se pagó el importe del entierro.
En la misma acta se acuerda destinar dos casas de la calle Granada, una de Andrés Cubero y otra de Antonio Jiménez - que se sirve por la calle de San Sebastián- para la convalecencia donde aparte puedan estar las mujeres con separación de los hombres. Y dos días después, en el Molino del duque -porque no hay otra parte que sea más a propósito- se constituye el retiro para la separación de las personas que se hallan con entera salud de achaque que se padece en esta villa. Además se nombra a Jerónimo Cubero y al alférez mayor, Juan Romero Roldán, como diputados encargados de abastecer a los retirados en el Molino, en un momento en que los problemas de escasez afectaban a toda la población. Por ello, y ante la imposibilidad de conseguir el permiso para la venta de grano del Pósito se decide panadear una parte del mismo como limosna para los pobres -que esto sólo lo es para el fin de los pobres y no para otro fin alguno, se dice textualmente en el acta de este día.

...Se acordó abrir carneros en el Tejar viejo a la salida de la calle Granada...
A finales de junio -siendo la magestad de Dios nuestro señor ser servido de que mueren algunos vecinos más los que hasta aquí han muerto- la situación, como se expresaba de manera tan gráfica en el acta que citamos más arriba, se hacía cada vez más dramática y se consideró abrir carneros para enterrar los difuntos que mueren del contagio que al presente está padeciendo esta villa que para ello es buen sitio el Tejar viejo que está a la salida de la calle Granada... Dicho terreno era propiedad del Duque, señor de la villa, y además, era el más adecuado por el hoyo que tiene para ello como por el terruño de la tierra y la cercanía donde mueren los cuerpos...
Esta es la única referencia que tenemos en nuestro archivo municipal de que esta zona se utilizara como enterramiento y ni siquiera en los brotes posteriores -tanto los de 1786 como los de 1834 y 1855- se habla de ella. ¿Esto quiere decir que los restos que se han encontrado pertenecen todos a los afectados por la peste de 1680? Quizá la mayoría de ellos procedan de esta época, pero no sería raro que también haya restos de otros momentos. El número de muertos total del año 1680 es de 71, disminuyendo en los tres años siguientes que no sobrepasaría ninguno la cifra de 20. Pero en el año 1684 la mortalidad se dispara de nuevo y en el libro del archivo parroquial se anotan 81 entierros. Habrá que esperar algún análisis y un estudio más detallado -si es que se lleva a cabo- para saber a cuántos cuerpos en realidad pertenecen los restos encontrados en la calle San Sebastián.

Con fecha 30 de junio se indica que el retiro del Molino se halla muy lleno de gente y es preciso habilitar otro espacio para separar a los afectados, para lo cual se decide que la ermita de Santa Catalina es el sitio más adecuado, colocando dos guardas para su custodia. A lo largo de julio el contagio seguirá sembrando el horror en Doña Mencía y en el cabildo del día 9 es necesario nombrar nuevo depositario del Pósito, ya que su titular también ha sido afectado por el contagio -ha muerto su mujer- y debe ser retirado al hospital. El nuevo depositario tampoco se verá libre del peligro y se debe nombrar un tercero, según consta en el acta del 4 de agosto.

La epidemia debió cesar en este mes - sólo hay 1 entierro en agosto y 6 en septiembre- y en el acta del 21 de este mes se acuerda conceder ...dos suertes de tierra de 4 fanegas al médico y al boticario por la asistencia que han prestado durante la enfermedad.

La peste de 1680 y la fiesta de Jesús
Respecto al origen de la fiesta de Jesús, ya hemos hablado en otra ocasión de ello y de los efectos positivos -según nos dice el padre Cantero (Córdoba, 1801)- que produjo la imagen de Jesús Nazareno, pero no tenemos ningún documento de la época que lo confirme. De lo que no hay duda es que aquel año, que se recordará porque dio origen a una de las fiestas más tradicionales del pueblo, o, mejor dicho aquel verano, fue uno de los más tristes en la historia de Doña Mencía y que por diversas razones ha vuelto a ser recordado a raíz de los restos que se han encontrado en nuestro pueblo y que tanta expectación despertaron en un primer momento.

Nota: la ilustración de arriba corresponde al mapa que aparece en el Libro de Interrogatorios del Catastro de Ensenada, conservado en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Guía, septiembre de 1960


Esta imagen corresponde a la portada de GUÍA de septiembre de 1960 (número 40). GUÍA fue una revista modesta nacida en Doña Mencía en marzo de 1957. La estampa que vemos es un cartel elaborado por Poncho, uno de los colaboradores de este blog, cuando aún no había cumplido los 20 años. La portada está dedicada a la feria de Jesús de aquel año y representa una vista de la antigua iglesia de la Plazuela o Plasituela. GUIA salía como una especie de suplemento del Boletín Oficial del Obispado de Córdoba, único camino para publicar algo en aquellos momentos de la Dictadura de Franco. Pero, incluso el propio Obispado, en varias ocasiones, amenazó con su cierre, como así ocurrió en diciembre de 1961 con los números 54 y 55, que saldrían a la luz por última vez en marzo del siguiente. En este blog seguiremos recogiendo noticias de esta revista nacida hace cincuenta años y en la que se guardan retazos de la historia de nuestro pueblo. Poncho fue uno de los habituales colaboradores de la misma en la que publicaría numerosos dibujos.

Breve historia negra de Doña Mencía I

La epidemia de 1680 y la fiesta de Jesús

A finales de los 90 y con motivo de las obras que se llevaron a cabo en el solar de las antiguas bodegas Lama, se descubrieron más de 50 cadáveres al comienzo de la calle San Sebastián. Ya antes, a mediados de los 50, aparecieron algunos restos humanos en esta zona a raíz de unas obras de ampliación que se realizaron en la bodega. Según algunas fuentes, los restos fueron apilados y apartados a otra zona del solar. Los restos aparecían apilados y todo hace pensar que allí pudo haber una fosa común. Todo apunta a que tales restos corresponden a los carneros -así está expresado en las actas capitulares- que se abrieron con motivo del contagio que afectó a nuestro pueblo en el verano de 1680, y que, debido al poder curativo que demostrará la imagen de Jesús Nazareno, según nos cuenta el padre Cantero, dio origen a la fiesta de Jesús.


1680, 1786, 1834 y 1855: los peores años de la historia de Doña Mencía

Pero, aprovechando este suceso, vamos a trazar unas breves líneas sobre las mortandades catastróficas que han afectado a Doña Mencía y sobre las medidas que se ponían en marcha para evitar los trágicos efectos de una epidemia. Cuatro han sido los años negros en la historia de Doña Mencía, desde el punto de vista demográfico. De las epidemias que asolaron nuestro país en el siglo XVII, sólo una nos afectó gravemente y esta fue la peste de 1680, que ya hemos citado. Más de cien años más tarde, en 1786, otra vez la población menciana se verá afectada por una epidemia de fiebres tercianas y en el siglo XIX se producirán las mortandades más terribles: las epidemias de cólera de 1834 y 1855, las peores de todas y de más triste recuerdo.


Hasta comienzos del siglo XIX la mayor parte de los cementerios estaban en el interior de los núcleos urbanos, junto a los centros religiosos, como ocurría en nuestro pueblo, y así en la explanada de la antigua Iglesia, el popular paseo de la Iglesia, con motivo de la instalación de la red de agua -a comienzos de los años 50- se exhumaron abundantes cadáveres. También a comienzos de los 80 aparecieron en esta zona restos de unos 15 cadáveres, así como un pequeño depósito, hecho a base de piedra, que contenía pequeños crucifijos de cerámica. Será después del contagio de 1834 cuando se construya el cementerio cerca de la ermita de Santa Catalina, donde está situado en la actualidad, aunque con motivo de la terrible mortandad de 1855, debió ser reformado y ampliado.


Las epidemias del siglo XVII

El siglo XVII está marcado, en la que a la población se refiere, por la difusión de continuas oleadas epidémicas que en distintos momentos - 1637, 1647, 1649, 1651, 1678, 1680, entre otros- causaban estragos en la población. Es cierto que las mortandades se extendían con mayor rapidez en los momentos de escasez y hambre, cuando una parte de la sociedad se encontraba sin defensas para hacer frente a los brotes epidémicos. Pero también es verdad que las condiciones de vida y la atención médica dejaban bastante que desear.

A través de la documentación que se conserva en los dos archivos de Doña Mencía, el de la Iglesia y el Municipal, podemos conocer mejor la historia de la demografía menciana y los momentos de mayor tensión y tragedia.

Los libros de entierros comienzan en 1639 -no así los de bautismos que lo hacen en 1529- y las primeras muertes producidas por contagio -así se expresa en los libros de entierros- que hemos encontrado corresponden a 1680, aunque la amenaza de la peste había rondado al pueblo en años anteriores como veremos seguidamente.

Los contagios de 1637 y 1649

En la primavera de 1637, según consta en tres actas de este año, las autoridades municipales, para evitar el contagio procedente de Málaga y Antequera, deciden tapiar y cercar el pueblo estableciendo controles y guardas en las puertas de acceso al pueblo que eran las de la calle Granada y de la Plaza.[1] Doce años más tarde, en la primavera de 1649, también el Cabildo se ve obligado a tomar medidas similares a las de 1637. Pero en este caso, la información es más explícita y se afirma que el control de acceso al pueblo debe hacerse en la puerta principal -¿la de Granada?- por donde salen y entra la gente y se reciban los testimonios. Además, se indica que cuatro hombres vecinos de la villa todas las noches ronden con sus armas de fuego y por de fuera del lugar dando vueltas por él dos por una parte y otros por otra de forma que en llegándose a juntar se vuelvan a dividir en la forma referida.[2]

Medidas para evitar la peste de 1651

No se conservan referencias a ningún contagio en las actas capitulares del contagio de 1651, pero sí disponemos de un amplio documento en el que se expresan con detalle las medidas que puso en marcha el Cabildo para prevenir y atajar semejante daño y preservar esta villa mediante la voluntad nuestro señor. [3] En esta ocasión se fijan dos puertas de acceso al pueblo: la del Convento, donde se establece el punto de control principal para los que trataban de entrar en Doña Mencía, y otra, que no llega a citarse -se apunta que la que más conviniere-, pero que sería, con casi absoluta seguridad, la de la calle Granada.

Además, se acuerda, como ya se hizo en anteriores ocasiones, tapiar el pueblo y levantar bardillas en todo el contorno, con las dificultades que ello suponía en nuestro pueblo. De hecho, fue bastante frecuente denunciar el mal estado de las tapias y los numerosos huecos y boquetes existentes. No debe admitirse, se ordenó, a ningún forastero, aunque traiga testimonio, y debe ser examinado en la puerta del Convento, y a los mencianos que necesiten salir al campo para trabajar, debe entregárseles una cédula para su control, lo que también afecta a los arrieros del pueblo.

Los guardas no podían ausentarse de su puesto, ni siquiera un cuarto de hora, y el encargado del cierre, que debe hacerse a la diez de la noche, entregará la llave al alcalde, para que éste la pase al encargado del día siguiente. También, se acuerda sacar el ganado -sobre todo el de cerda- del casco urbano y que las calles del pueblo se barran, se rieguen ... y se quite de ellas todas las inmundicias que hubiera, de forma que no cause malos olores... Todas estas medidas se pregonaron en la plaza del Llanete, y Doña Mencía, por ahora, se vio libre del contagio, lo que no ocurrirá, desgraciadamente, en el próximo azote de 1680.



[1] Leg. R- Actas Capitulares de 1637.

[2] Leg. R- Actas Capitulares de 1649.

[3] Leg. R-5826. Medidas para evitar el contagio de 1651.

martes, 18 de septiembre de 2007

Doña Mencía, 20 de noviembre de 1950


Doña Mencía, años 50
Cargado originalmente por agomezperez7
No sabemos cómo fue la celebración en la Cruz de los Caídos de Doña Mencía de aquel 20 de noviembre de 1950 que aparece en la foto de arriba (cedida por L. López), pero lo imaginamos si leemos lo que se publicaba en el GUIA menciano -suplemento del Boletín Oficial del Obispado- al describir la celebración de dicha fecha 7 años más tarde (núm. 10, 8 de diciembre de 1957). En el apartado NOTICIARIO, y en su página 2 se decía textualmente: "DÍA DEL DOLOR. El día 20 de noviembre, aniversario de la muerte de José Antonio, se celebraron diversos actos conmemorativos de la histórica fecha. A las 6 de la mañana y desde la puerta de la Parroquia las autoridades y jerarquías junto con numeroso público se trasladaron en procesión rezando el Rosario y portando antorchas hacia el monumento a los Caídos donde fueron depositadas tres coronas de laurel y las cinco rosas simbólicas; el camarada F. J. N., secretario local del movimiento leyó en voz alta y a la luz de las antorchas el testamento del Fundador de la Falange. Después el Jefe Local del Movimiento, camarada J. S. U. entonó el Cara el Sol, dando al mismo los gritos de ritual.
A las 6,40 y coincidiendo con la hora en que José Antonio cayó muerto dio comienzo la Misa de Requien oficiada por el Capellán Local del frente de Juventudes y Censor Eclesiástico de "GUÏA", D. A. P. H., y escoltada por la escuadra de Gastadores de la Centuria "Juan de Austria" del Frente de Juventudes. En el Ofertorio de la Misa el celebrante dirigió una plática a los fieles que llenaban la Iglesia, alusiva a la conmemoración".

lunes, 17 de septiembre de 2007

Sucedió en Doña Mencía (1901- 1930) V

  • Finales de 1901: A finales de 1901 presenta su reglamento ante el gobierno civil de la provincia la sociedad “El Progreso Agrícola” de Doña Mencía que llegará a tener 450 socios.
  • Agosto de 1903: Nacimiento del “Casino Republicano” de Doña Mencía cuyo primer presidente fue Manuel Güeto Roldán.
  • 17 de octubre de 1904: El nuevo presidente del Casino Republicano, Antonio Rodríguez-Carretero, pide que se amplíe el local que existe para dar sepultura a los que mueren fuera de la religión católica.
  • 19 de abril de 1905: Muere en Madrid don Juan Valera.
  • 17 de diciembre de 1905: Se constituye la agrupación “Unión obrera” de Doña Mencía cuyo primer presidente fue Mariano Recio Priego.
  • 15 y 19 de julio de 1906: José Genaro Jiménez Cantero comete un cuádruple asesinato en la calle Baena. Ver más arriba la noticia publicada en El Imparcial el 25 de julio de 1906. Juzgado al año siguiente será condenado a muerte de la que se librará al ser indultado en 1908.
  • 12 de septiembre de 1907: Nace la sociedad menciana “El Fomento del Trabajo”, cuyo primer presidente fue Rafael Sotomayor Vargas.
  • 26 de enero de 1909: Renace el antiguo Casino Nuevo, que había sido constituido el 26 de febrero de 1885. Su presidente fue Ángel Vergara Vargas. A partir de 1909 se llamará Círculo de Labradores.
  • 3 de diciembre de 1909: El Comandante de la Guardia Civil denuncia a Vicente Muñoz Gan (Pichobigote) por apacentar 30 cabezas de ganado cabrío en los taludes de la carretera de Baena-Cabra y sitio que llaman por Arroyo del Judío.
  • 28 de marzo de 1910: Se acuerda adornar la plaza Mayor y el paseo de la Estación con 100 acacias.
  • 18 de febrero de 1911: Constitución de la agrupación “Juventud Obrera Republicana” cuyo primer presidente fue Acisclo Cejudo Gómez.
  • 22 de marzo de 1911: Nace la agrupación “Unión Benéfica de Obreros” de Doña Mencía
  • 7 de mayo de 1911: Manifestación republicana
  • 22 de abril de 1912: Nace la “Agrupación Socialista de Doña Mencía”
  • 14 de junio de 1913: Constitución del “Centro Obrero de Mutuo Auxilio” cuyo presidente fue Vicente Tapia Jiménez
  • Octubre-noviembre de 1918: El Centro Obrero de Oficios Varios se suma a la propuesta de huelga acordada en Castro del Río.
  • 10 de diciembre de 1918: El alcalde de Doña Mencía recibe una puñalada en medio de un clima de tensión social grave.
  • Finales de mayo de 1919: A pesar de los intentos mediadores del alcalde Miguel Lama Úbeda se declara la huelga en Doña Mencía.
  • Del 14 al 23 de noviembre de 1919: Nueva huelga en Doña Mencía. Los jornaleros piden en sus bases salariales que el jornal mínimo durante la recolección de la aceituna sea de 3,75 pesetas para los hombres. Los patronos aceptaron subir medio real.
  • 20 de noviembre de 1920: Se firman entre los patronos y obreros del pueblo las bases salariales que regirán durante la recolección de la aceituna: avareadores, 4 pesetas; cogedores 2 pesetas y molineros 4,25.
  • Del 4 al 7 de diciembre de 1921: Nueva huelga obrera. El 6 de diciembre el Alcalde acompañado del oficial de la Guardia Civil inspeccionan la sede del Centro Obrero.
  • 16 de julio de 1923: El Ayuntamiento acuerda la demolición del torreón adosado a lo que fue casa paneras del Pósito que hace esquina con la calle Torres por los desprendimientos de piedras que con frecuencia se producen de la parte alta...”
  • 25 de octubre de 1923: Otorgamiento de la escritura de compra de la casa de la calle Sánchez Guerra, 6 adquirida por el Ayuntamiento para casa cuartel de la Guardia Civil
  • 21 de abril de 1924: Es elegido como concejal corporativo Cecilio Polo Lama en representación del Centro Obrero de Oficios Varios.
  • 23 de noviembre de 1926: Un soltero de Zuheros y vecino actual de Baena que conducía un Ford CO-281 es multado porque en completo estado de embriaguez se hallaba dando grandes carreras por la calle Granada produciendo extraordinario ruido y la alarma consiguiente.
  • 11 de enero de 1929: A las dos de la tarde es multado el camión CO-2678, propiedad de D. Pablo Recio Cantero, con domicilio en la calle San José, 14 por haber entrado en la calle sin salida Santa María para hacer una carga de pellejos de vino, cuyo vehículo estaba conducido por su hijo Pablo Recio Guijarro.
  • 21 de enero de 1929: Sale a subasta la pavimentación de la Plaza Mayor.
  • 22 de junio de 1929: Se adjudica el remate para alumbrado público a favor de la sociedad Electra Industrial Española por la cantidad de 2800 pesetas y 1600 bujías diarias.

domingo, 16 de septiembre de 2007

¡La última era de Doña Mencía!

No estamos seguros. Las imágenes están tomadas en la era del Tinao, a mediados de los años 80, hace ya 25 años. El ruedo de nuestro pueblo estaba cercado de cereales y viñedos, pero en los últimos años estos cultivos han dejado paso a la expansión urbana y al olivar que se ha convertido en el auténtico monocultivo de Doña Mencía. Ya no quedan eras en el pueblo, y, seguramente que, los jóvenes no saben en qué consiste un trillo ni para qué sirve. Tampoco imaginarán que muchos de los que nacimos a mediados de los cincuenta hemos montado en ellos y hemos dado vueltas por la era pisando la parva para, posteriormente, separar el trigo de la paja. En la Doña Mencía del siglo XVIII, las tierras de pan sembrar ocupaban casi la mitad de las tierras de cultivo de nuestro término pero en épocas de escasez y carestía, demasiado frecuentes en el pasado, el Cabildo debía acudir a Baena para poder adquirir trigo que, a medida que pasaba el tiempo, su precio se disparaba. A pesar de guardar las reservas en el Pósito del Castillo, éstas, en muchos casos, no garantizaron el sustento de toda la población de Doña Mencía.

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jueves, 13 de septiembre de 2007

1767, Corrales es soprendido en el patio por el alguacil

...y abriendo la puerta se halló con un hombre y junto a él Juana de Tienda, de estado soltera...

En la mañana del 1 de septiembre de 1767 cuando el alguacil mayor don Juan Thomas Valera estaba de ronda por el pueblo para la cobranza de los repartimientos le movió el vientre a orinar y al pasar por las casas de Francisco de Tienda, alias Corrales, en la calle de Abajo (hoy Juanita la Larga), se encontró con el patio a Juan López, hortelano de Cabra, junto a Juana. La dueña de la casa afirmará que Juana entraba en su patio con frecuencia a hacer lejías y a tender cuatro trapitos y, aunque no se pudo demostrar que hubiera relaciones deshonestas entre ella y el hortelano, éste pasó en la prisión del pueblo más de veinte días.

Texto de Antonio Gómez Pérez, ilustrado por Carmelo López de Arce.
Fuente: R-4338 del Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía.

martes, 11 de septiembre de 2007

Paseo en un domingo de septiembre

Imágenes de un paseo por nuestro pueblo en una tranquila y casi solitaria mañana de domingo de primeros de septiembre. Muchas casas han sido transformadas y han perdido el sabor tradicional. Otros edificios emblemáticos de interés también desaparecieron –el mesón de la calle Llana, el magnífico molino de los Urbano en la Plazuela, la mayoría de las casonas de la Plaza de las que habla Valera de “Doña Luz”, etc.- En otros se han cometido tropelías significativas –el antiguo cine y bar Capri que ha perdido todo su encanto, los túneles abiertos a la plaza, el callejón de La Bodega que desemboca en la calle Higueras, etc-. Pero la modernidad mal entendida gana pequeñas batallas. Entre el vehículo y el tranquilo paseo por el centro de la villa, en el resto de las ciudades –como es el caso de Córdoba que tantos espacios ha recuperado para el paseante en detrimento del coche- la batalla la ha perdido el vehículo. En nuestro caso, parece que no es así. Lo lamento.

domingo, 9 de septiembre de 2007

En la campiña de Córdoba 1963


En la campiña
Cargado originalmente por agomezperez7
La foto corresponde a un grupo de muchachos de Doña Mencía que en el verano de 1963 trabajaban en el cortijo de Gallos de Valdepeñas, junto a Santa Cruz (Córdoba). "Estábamos quitándole la hierba al algodón y casi todos teníamos la misma edad -unos 13 años-", nos cuenta José Salamanca Pérez (el segundo por la derecha, de pie). El segundo por la izquierda agachado es Cecilio Poyato Caballero".
Fuente: álbum familiar de José Salamanca Pérez.

Dos pasquines anónimos de 1854


Con fecha del 19 de octubre de 1854 y a las ocho de la mañana el alcalde de Doña Mencía, D. Juan Moreno Cubero, recibe noticia de que han sido colocados dos pasquines anónimos dirigidos al pueblo de Doña Mencía, uno en la plaza de la Constitución y otro en el Llanete de las Angustias. El texto es el que sigue y que podéis ver en la reproducción. Después de entrevistar a varios vecinos y que D. Juan Güeto, maestro de instrucción pública de la villa examinara la letra de ambos escritos no se pudo averiguar quienes fueron los autores de dicha proclama anónima en la que se criticaba duramente a las autoridades locales que actúan, según dice el texto, con modales jesuíticos que es lo mismo que el gato que se agarra y no suelta.


Texto del pasquín:

“PUEBLO DE Dª MENCIA

ALERTA, ALERTA, ALERTA=

Se está habusando de nuestra sensatez y cordura, tanto para el nombramiento de los jefes de la benemérita milicia Nacional, como para Ayuntamientos; hay hombres que se balen de mil susterfujios raptiles pª hapoderarse del mando, como lo hejecutan por tal de no soltar nunca y ser los halbitros despotas de este infelis becindario; hombres que no debían figurar nunca en el Ayuntamiento se quieren poner sin responsabilidad; y con una politica obscura y diferente a las actuales circunstancias; con modales jesuíticos que es lo mismo que el Gato que hagarra y no suelta. Meditarlo bien bosotros que sois los que teneis que sufrirlos, tiempo os queda que el público jusge que es a quien le corresponde sus nombramientos y no ha cierto numero de personas que quieren ser los adbitros y esclusibamente mandatarios. Con el nombre de unión, nombre maltenido cuando por todos estos se habusa con solo el objeto marcado .

Viva la libertad, Viva la Reyna constitucional. Abajo las Camarillas y mueran los traydores.

Polacos ladrones”.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Sucedió en Doña Mencía (1830- 1897) IV

Foto cedida por G. Luque. Semana Santa en torno a 1950.

  • 31 de agosto de 1830: El Prior del Convento se queja al Ayuntamiento de que no se ha respetado la inmunidad eclesiástica por haberle repartido el impuesto de consumos.
  • 1834: Grave epidemia de cólera. Entre junio y julio de este año mueren más de 80 párvulos. En agosto el ayuntamiento plantea la necesidad de construir un nuevo cementerio y para ello se podría vender el solar que ha servido de hospital para recoger a los pobres transeúntes. Montañéz Lama nos cuenta que hubo que llevar a enterrar los cadáveres al sitio que llaman los Nogales por bajo del pontón donde hay un huerto.
  • 20 de abril de 1835: Se inicia el expediente para la venta de terrenos del común para la construcción de un cementerio.
  • Abril de 1854: Tras su estancia en Río de Janeiro y su paso por Lisboa, don Juan Valera se traslada desde Madrid a Doña Mencía en abril de 1854 para, entre otroas cosas, pasar unos días con su padre. En la carta que le envía a Serafín Estébanez Calderón, fechada el 19 de abril, le cuenta que ha pasado (en Doña Mencía) una Semana Santa divertidísima, y he visto a lo vivo la pasión y muerte de Jesús. Rodeaban a este buen señor, cuando iba al suplicio, más de cuarenta soldados romanos, con estandarte de mil colores, águilas y lanzas larguísimas. Detrás venían los judíos vestidos de majo, con carátulas de disformes narices, y llenas de verrugas como las de Tomé Cecial. En medio de estos judíos iba Judas, más feo y más narigudo que ellos aún; y, asimismo, iban los demás apóstoles, tristes y devotos, con sus rosarios en las manos, el bueno y el mal ladrón, y los cuatro evangelistas escribiendo en unas tablillas el evangelio… Y continúa más tarde afirmando que En fin, yo he asistido en Roma y en Sevilla a las fiestas de la Semana Santa, y hallo, con todo, que son mejores y más ejemplares las de aquí. Con fecha del 28 de abril envía otra carta a su amigo Estébanez Calderón en la que, entre otras cosas, le dice que Mañana es el día del patrón del lugar, S. Pedro Mártir de Verona, de quien, por ser la imagen de plata y pequeñuela, aunque milagrosa, dicen los devotos que es tamaño como un pepino y jace (sic) más milagros que cinco mil demonios. Cuatro carretadas de santos han querido cambiarle por nada. Cuando faltan lluvias no hay más que amenazar a S. Pedro con que se le dará un buen baño en el pilar de abajo, que es donde beben las bestias, y enseguida llueve. La última carta de esta estancia en Doña Mencía tiene fecha del 6 de octubre.
  • 1855: De nuevo el pueblo se ve afectado por una epidemia más mortífera aún que la anterior. El número global de muertos entre los meses de junio, julio, agosto y septiembre fue de 215 y cerca de la mitad de los mismos tenía menos de 10 años. El 12 de agosto un grupo de borrachos solicitó que se sacara en procesión la imagen de Jesús, lo que tras el rechazo inicial se llevó a cabo cuando las muertes disminuyeron.
  • 2 de septiembre de 1858: Don Pedro María Cubero López de Padilla es nombrado obispo de Orihuela, conocido popularmente entre nosotros como el obispo Cubero
  • 14 de abril de 1859: Muere en Madrid el marino menciano Don José María Valera y Viaña, padre del escritor don Juan Valera.
  • 1868: Se inicia el pleito entre el marqués de La Paniega, don José Freuller, y don Francisco Muñoz Reinoso por el patronazgo de la hermandad de Nuestro Padre Jesús.
  • 1874: Don Juan Valera publica “Las ilusiones del doctor Faustino”, primera de sus novelas en que la acción se desarrolla en Villabermeja (Doña Mencía).
  • 1890-1891: como efecto de las pertinaces lluvias de 1890 a 1891, se produjeron corrimientos de terrenos en las trincheras construidas para la instalación de la vía férrea en las Hazas de la Vera, la Torre y Piedra del Mez.
  • 1893: Llegada del ferrocarril.
  • 1894: a mediados de febrero es extraído un cadáver del pozo denominado Martinete.
  • 1894: Los viñedos de Doña Mencía, que formaban la principal riqueza de este reducido término municipal, también son atacados por la plaga de la filoxera. Por ello, la clase jornalera de esta población, así como la industria y el comercio y en general casi todas las clases, salvo excepciones, se encontraban en estado precario.
  • 1895: Don Juan Valera publica “Juanita la Larga”, la más mencianas de las obras de Valera y en la que nuestro pueblo se oculta bajo el nombre de Villalegre
  • 5 de noviembre de 1895: El Ayuntamiento decide cambiar el nombre de algunas calles del pueblo teniendo en cuenta que no hay causa tan noble para un pueblo culto y civilizado como la manifestación de constante admiración, cariño y respeto hacia aquellos varones ilustres que por sus grandes méritos y elevados talentos fueron y son honra de las patrias:

Antes Ahora
Barranco Prim
Sacramento Obispo Cubero
Vuelta de Sacramento Sánchez-Guerra
Pilar de Arriba Martínez Campos
Pósito Juan Valera
Nueva Baena
Arriba Alfonso XIII
Reñidero San Pedro Mártir de Verona
Tienda Cervantes
Lagartos Cristóbal Colón

  • 28 de noviembre de 1895: Sigue sin aparecer, con fecha 28 de noviembre de 1895, el agraciado con un pañuelo de Manila y un par de pendientes de oro que se rifaron hace tres años.
  • Diciembre de 1895: Tras la época de la matanza se acuerda limpiar las calles y paseos de la población que se encuentran muy sucios por las basuras del ganado de cerda.
  • 14 de febrero de 1897: bajo la presidencia de don Calixto Vargas, se llevó a cabo el sorteo de los mozos. En el Salón de Plenos se situaron dos globos, uno contenía los nombres de los mozos y otro el de los números. Dos niños menores de diez años extrajeron las bolas y Francisco Córdoba Gómez, del reemplazo de 1896 y que tenía el número 17 de alistamiento, es el primer nombre en salir.