miércoles, 26 de diciembre de 2007

Doña Mencía, 1936

El próximo viernes, 28 de diciembre, se presenta, dentro de las IX Jornadas de Historia Local de Doña Mencía, una exposición sobre algunos documentos que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía relativos al año 1936. En la misma se pueden ver documentos muy interesantes sobre nuestra historia local marcada obviamente por el golpe encabezado por Franco del 18 de julio. Tras el triunfo del Frente Popular y la efímera alcaldía de Manuel Moreno Rosa, que sería destituido el 10 de marzo, Esteban Cejudo Montes, de Unión Republicana, será el alcalde de Doña Mencía que deberá enfrentarse a los graves problemas de la localidad, sobre tode el elevado paro de la población jornalera. Cuatro días después del inicio del golpe militar se constituye en Doña Mencía una Comisión Gestora Municipal, con representación de todos los partidos que constituían el Frente Popularr. El texto es enormemente elocuente sobre las críticas circunstancias por las que pasaba nuestro país, pero también expresa el triunfo del ideal democrático afirmando que "los reunidos son los representantes de la soberanía popular". Este es el comienzo del acta de la reunión, "siendo las diez y nueve horas del veinte de julio de 1936...".

ACTA
En la villa de Doña Mencía, siendo las diez y nueve horas del día veinte de Julio de mil novecientos treinta y seis, reunidos en el salón de actos de este Ayuntamiento… los abajo firmantes que compone la Comisión Gestora … como representantes del Frente Popular … dadas las circunstancias graves en que se encuentra la Patria, y siendo los reunidos representantes de la Soberanía Popular encarnada en la República y para defenderla y mantener con todo rigor el orden público en esta localidad evitando se cometan actos delictivos o que tiendan a perturbar la paz, acuerdan por unanimidad:

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sábado, 22 de diciembre de 2007

Academia Nra. Sra Carmen 1952/53

Grupo de alumnos y alumnas con sus profesores en la Academia Nra. Sra del Carmen de Doña Mencía. Curso 1952/53. Foto cedida por Juan Jiménez Urbano (cuarto por la derecha, entre D. Francisco Blasco Vizcaíno y Eusebio Polo Recio). Si accedéis a la foto podéis ver los nombres de cada uno de los que aparecen en la misma. Con casi toda seguridad pertenece al curso 1952/53. Allí estamos todos los estudiantes de Bachiller elemental de Doña Mencía. En ese curso se produjo una de las primeras sublevaciones contra el profesorado cuando protestamos por un horario inflexible que no nos permitió ver al tío que mataba los pavos con una venda en los ojos, una de las atracciones que de vez en cuando amenizaba el pueblo. En otra ocasión nos visitó un hombre música que, con una sola mano y creo que también falto de un ojo, hacía malabares con los instrumentos. Muchos de ellos, la mayoría, eran mutilados de guerra, casi siempre del lado de los vencidos. En aquella época, la atención a la diversidad, tan de moda ahora, era la norma, pues después de dar clase a alumnos de todos los niveles de primaria, comenzaban las clases en la Academia en la que había también varios niveles de bachiller, aunque en la foto no están los que estaban en Cuarto (Pérez, Antonio Caballero, etc.). Ya contaremos más anécdotas de la escuela de aquella época y os hablaremos de la definición del cochino, así como memorizábamos las declinaciones en latín.
-Vamos a ver Paquito P., tú que ya llevas años entre nosotros. Demuéstrale a los novatos cómo se declina la primera: rosa, rosae.
Paquito sólo llegó al genitivo: rosatorum. Y una sarta de chuletas se dirigió hacia su persona y la clase terminó por aquel día. Paquito ya no volvió jamás a la Academia.
Poncho.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

IX Jornadas de Historia Local (II)

Os adjunto el programa de las IX Jornadas de Historia Local de Doña Mencía.

28, 29 y 30 de diciembre de 2007

“La memoria histórica y el presente”

  • Día 28 de diciembre, viernes:
    • 20, 00 horas: Inauguración de las jornadas y presentación de las siguientes exposiciones:
      • “1936 en Doña Mencía: antes y después”, elaborada con documentos del Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía y otros materiales.
      • “Los protagonistas anónimos de la Memoria”, elaborada por el Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía

    • 20,30 h. Presentación del Mapa de fosas de la provincia de Córdoba a cargo de Mª del Mar Téllez Guerrero, Presidenta en Córdoba del Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía.

  • Día 29 de diciembre de 2007, sábado:
    • 20,00 horas: proyección de un documental con testimonios de mencianos que vivieron la Guerra Civil y la represión del régimen franquista.

    • 20,30 horas: Conferencia-coloquio a cargo de D. Manuel Morente Diaz, maestro de un Centro de Educación Permanente de Córdoba e investigador, sobre “La represión franquista de los maestros y maestras cordobeses”.

  • Día 30 de diciembre de 2007, domingo:
    • 20,00 horas: Conferencia – coloquio a cargo de Cecilio Gordillo sobre el Proyecto “Todos los nombres”.

    • 20,30 horas: Conferencia-coloquio a cargo de D. Ignacio Muñiz

sobre “ La recuperación de la memoria histórica desde los municipios : El ejemplo de Almedinilla”

martes, 18 de diciembre de 2007

30 años del PSOE en Doña Mencía (I)

Tuve el honor de ser invitado a los actos que se celebraron en Doña Mencía la semana pasada con motivo de la celebración de los 30 años del PSOE menciano de la reciente democracia. Me tocó presentar a Manuel García Parody, socialista y profesor de Historia, aunque ya jubilado, quien hizo una magnífica, a la par que didáctica, disertación sobre la República y el Socialismo. Y no escurrió el bulto: aludió al apoyo que el PSOE prestó a la Dictadura de Primo –que no fue, también lo dijo, como la que vino después-, no en vano se decía que los gustos de Primo de Rivera eran las mujeres, el vino y la política en ese orden. También se refirió a las desavenencias producidas entre Prieto y Largo Caballero a lo largo de la II República y terminó refiriéndose amargamente a las pugnas terribles existentes entre los socialistas cordobeses en la antesala del golpe militar encabezado por Franco.

A mi me tocó presentarlo y también hice un breve recorrido por el socialismo y por la evolución de los ideales socialistas en Doña Mencía. Me referí a las numerosas asociaciones políticas existentes en la Doña Mencía de principios del siglo XX, cuyos datos básicos ya ha sido comentados en este blog, y aludí también al nacimiento, allá por 1912, de la primera Agrupación Socialista de Doña Mencía, de la que se conservan muy pocos datos: sólo el borrador a mano de los estatutos. Más tarde comenté algunos aspectos de las numerosas huelgas producidas en Doña Mencía en el período bautizado por Diaz del Moral como el “Trienio bolchevique o bolchevista”, de 1917 a 1920, y mostré algunos documentos interesantes. Entre ellos una petición firmada Ángel Navas Ortiz el 27 de mayo de 1918 para celebrar una reunión al día siguiente en la calle Sta María 20 para exposición y defensa de los Ideales Socialistas. Y hubo más. Lo dejamos para la próxima entrada. Pero si alguien desea bajarse dicha exposición completa puede hacerlo ya que la he colgado en imágenes –he tenido problemas en el formato original-.

Desde aquí quiero agradecer a todas las personas que me invitaron a dicho acto, porque, como dije en el inicio del mismo, allí se estaba honrando al mismo tiempo que a todos los mencianos y mencianas que en defensa del Socialismo habían luchado por un mundo mejor, a todas las personas que lo también lo habían hecho desde otras posiciones ideológicas.

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domingo, 16 de diciembre de 2007

Yo también vivía en la calle Queipo de Llano


De vuelta del campo
Cargado originalmente por agomezperez7
Lo descubrí mucho más tarde. Averigüé que en todos los sitios había una calle con ese nombre. En Doña Mencía, la antigua calle Baena o Nueva –la de los crímenes de Genaro- se llamaba así cuando me trasladé a vivir a ella –allá por el año 1959-. Y para ir a la plaza del Generalísimo -¡como no!, en nuestro pueblo también teníamos una- estaba obligado a pasar por la calle dedicada a Fernando Arrebola Gan –ahora y siempre, menos durante el franquismo, calle Tránsito-. Después me dijeron, y la información provino de una persona de la que guardo un gratísimo recuerdo y que fue compañero de armas del propio Fernando Arrebola, que éste murió bajo los efectos del fuego amigo estando de guardia. Subida la pequeña cuesta de la calle Tránsito y rodeando por la izquierda o la derecha la antigua calle Abajo –el nombre de Juanita la Larga, tal y como se llama ahora, no cambió- nos topamos con la calle dedicada a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, aunque en el pueblo siempre se nombraba por la calle Arriba –y también hoy a pesar de que no se haya recuperado su nombre original-. Y al llegar a la Plazuela de la Cruz -¡Perdón, plaza de Calvo Sotelo!- y al acercarse a leer la placa de los caídos por Dios y por la Patria uno se topaba con la calle dedicada al sargento Sequeira. Aquello parecía un cuartel, pero la mili no fue corta. Duró, nada más y nada menos, que desde 1939 hasta 1975 –bueno en Doña Mencía desde primeros de septiembre de 1936-. Total: 39 años. Y para llegar al cambio de las calles con la primera corporación democrática: 43 años. ¡Mucha mili! Y había más: la calle Eras estaba dedicada a Sáenz de Buruaga, cuya ocupación de Baena al mando de una columna de Regulares y del Tercio (entre otras fuerzas) supuso uno de los mayores genocidios de la guerra en Córdoba y el exterminio de las organizaciones campesinas de Baena”, MORENO GÓMEZ, F. La República y la Guerra Civil en Córdoba (I). Córdoba. 1982. (pág 526). Y quedaban más: la calle Granada estaba dedicada a los Hnos. Sánchez, cuya familia también ocuparía puestos relevantes durante el franquismo en Doña Mencía; el coronel Cascajo –jefe del Cuartel de Artillería y director de la sublevación del 18 de julio en Córdoba, que en los meses siguientes convertiría la capital en un horrible cementerio (MORENO GÓMEZ, F, op. cit. pág. 402)- también tenía su calle en Doña Mencía y Cubero Padilla también (en su lápida del cementerio se dice que murió en defensa de la Patria). Y los otros muchos que se fueron de Doña Mencía y nunca volvieron, ¿por qué patria lucharon? Y los que regresaron y tuvieron que sufrir miles de humillaciones y pasar por los campos de concentración de Franco. Y los que se quedaron en Doña Mencía pensando que a ellos, que nunca se habían señalado, no les pasaría nada, y serían fusilados (paseados: ¡vaya eufemismo!). ¿Dónde están enterrados? ¿Cuántos fueron? ¿Deben saber sus familias qué fue de ellos? ¿Es esto abrir viejas heridas o es sólo hacer justicia? ¿Saben la mayoría de los mencianos y mencianas esta parte de la historia de su pueblo? ¿Tienen derecho a conocerla? Como anticipo os adjunto la primera página del listado de cabezas de familia de Doña Mencía que “se han ausentado de esta población y no ha regresado a la misma” -¡vaya manera de decir que huyeron para salvar el pellejo!- a petición de Queipo de Llano. El escrito fue remitido desde el Ayuntamiento de Doña Mencía con fecha 17 de septiembre de 1936.
Antonio Gómez Pérez

viernes, 14 de diciembre de 2007

IX Jornadas de Historia Local en Doña Mencía


En los días 28, 29 y 30 de diciembre se van a celebrar en la Casa de la Cultura de Doña Mencía las IX Jornadas de Historia local sobre Memoria Histórica. Próximamente publicaremos el programa detallado aunque podemos adelantar que en las mismas se inaugurará una exposición sobre el año 1936 en Doña Mencía. También se presentará el mapa de fosas de la provincia de Córdoba, a cargo de María del Mar Téllez Guerrero, presidenta en Córdoba del Foro Ciudadano por la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía y Manuel Morente nos hablará de la represión de los maestros y maestras cordobeses durante la Guerra Civil y el Franquismo. No faltarán testimonios grabados de los mencianos que sufrieron la represión franquista. En la última jornada se proyectará un documental y se comentarán diversos aspectos de la web Todos los nombres” y los objetivos de la misma. El cartel que adjuntamos es obra de Carmelo López de Arce.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Regocijo de toros en Doña Mencía

Ya hablamos en otra ocasión de las fiestas -no han sido muchas, todo hay que decirlo- de toros celebradas en nuestro pueblo. Pero esto de los toros viene de lejos. En el acta capitular del 25 de abril de 1650 se dice que a instancias del corregidor de la villa se disponga “para la fiesta del señor San Pedro Mártir algunos capeos”. Y como los miembros del cabildo municipal de aquellos tiempos eran tan ahorradores como los de ahora y teniendo en cuenta que si se buscaba a los potenciales capeadores fuera de la villa ello “causaría mucha costa”, sobre todo cuando para el “regocijo hay labradores en esta villa que dan algunos capeos” –siempre ha habido jóvenes atrevidos en el pueblo- “y caso –continua- que en la plaza donde se librase se desgraciare alguno de ellos –que todo pude pasar- este Concejo los satisfará”. Fueron nombrados diputados de la fiesta el jurado Alonso Felipe Romero y Lucas de Vera “para que los dichos capeos los traigan a la plaza de esta villa” (la del Pradillo). En otras ocasiones, como ocurrió siete años después, y como se conserva en una hoja suelta de las actas capitulares de 1657, con motivo de una grata noticia del señor de la villa, duque de Sessa y Baena, “se hizo fiesta y regocijo” también, y este caso acompañado de “fuegos y cohetes y una procesión general en la Iglesia de María Santísima de la Concepción con su máscara”. Ya hablaremos aquí de algunos aspectos interesantes de las fiestas del pasado en nuestro pueblo.

Un paseo prenavideño

Os adjuntamos algunas imágenes de la Doña Mencía prenavideña con su árbol –con más bolas que nunca-, sus flores –más abundantes también que en años anteriores- y un espléndido y concurrido belén –más completo y decorado también que en pasados años-. Vaya por delante mi felicitación a los autores del mismo. Pero si hay algo que marca nuestra Navidad es el sosiego en las horas centrales del día en las que todas las familias –bueno, casi todas- están en el campo dedicadas a la recolección de la aceituna. Así ha sido en estos días de puente.
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Y como colofón del paseo os adjuntamos el primer cartel de la vendimia flamenca, la de 1970, que podemos contemplar en la sede de la peña Flamenca de Doña Mencía, a la que felicitamos desde aquí por su buen trabajo. Pronto, y gracias a su gentileza, colgaremos aquí los carteles de las vendimias celebradas desde entonces.


jueves, 6 de diciembre de 2007

Los aromas de la nada. de Manuel Luque Tapia

Los aromas de la nada es un libro serio. En todos los sentidos. Serio, porque revela a un autor que, alejado de cenáculos literarios, tiene una voz y un lenguaje propios; porque su contenido gira en torno a algunos de los temas más trascendentes de la poesía de todos los tiempos, y porque su autor ha optado por un tono poético acorde con esos temas. El resultado de esa combinación es una obra sobria e inquietante; una obra que no pretende curar la herida existencial, ni siquiera trata de convertirse en consuelo o analgésico para esa herida. Se limita a mostrarla.

En esta breve pero intensa obra poética, Manuel Luque Tapia describe con palabra precisa, sin misericordia, la vieja desazón del ser humano, el dolor de ser vivo del que hablaba Rubén Darío, la necesidad del autoengaño para soportar la existencia, el retorno nostálgico a la infancia, sinónimo de felicidad, el señuelo fugaz del amor, incapaz de sobrevivir a la corrosión del tiempo, y sobre todo, la omnipresencia de la muerte, que parece, como el aroma (o el hedor) de las flores mustias olvidadas en las tumbas, impregnarlo todo.

Desde Reflexión ante el espejo hasta ¡Quién sabe!, el poemario encerrado en Los aromas de la nada nos muestra la pesadumbre de la vida consciente, la sensación casi insoportable de fracaso que arrastramos por el simple hecho de estar vivos, unida a la necesidad de fingir una felicidad inexistente, para continuar caminando, aunque no sepamos ni en qué dirección ni para qué. La idea reiterada en los distintos poemas parece ser esa angustiosa percepción de la existencia humana como un absurdo y doloroso camino que sólo conduce a la nada, esa certidumbre que, una vez descubierta, no sólo dinamita la esperanza, sino que termina también por distorsionar y contaminar el recuerdo. La vida, desde esa perspectiva existencial, se contempla de un modo desesperanzado: las lágrimas del nacimiento se explican como una anticipación de la muerte; la infancia es el único refugio al que volver, pero no es más que un espejismo justificado por la inocencia; la juventud, una ramera que nos engañó una noche, y que había desaparecido antes de amanecer; la madurez, la consciencia plena de ese sinsentido. De ahí el vocabulario que de forma insistente salpica este poemario: miedo, presagio de muerte, sueños enterrados, el humus putrefacto de los muertos, espejismos…

Y sin embargo, no creo que el dolor existencial que desborda las páginas de esta obra sea un dolor paralizante y estéril. No creo que sea tampoco una pose entre literaria y estética, de ésas que han estado de moda más de una vez en la literatura y en otras artes. Creo más bien que la aceptación plena y consciente de nuestra nada puede ser la única forma vivir también de forma plena y consciente nuestra vida. Con todos sus límites. Con todas sus potencialidades.

Quizás eso es lo que quiera decir el autor en el poema que cierra el libro: ¡Quién sabe!

Rafael Ruiz Serrano

martes, 4 de diciembre de 2007

“Los ángeles de la noche” de Manuel Luque Tapia

IX

ELLOS LO SABEN

Ellos lo saben, pero callan.

Saben que trafican con la carne morena

y con la blanca.

Lo saben,

y aunque pueden evitarlo, callan.

Saben que negocian con el miedo,

y la soledad y el desamparo, pero callan.

Saben que trafican con el frío de las pateras

y la amenaza del regreso.

Todos lo saben, pero todos callan.

Saben que existen neones de lepra encendidos en la noche,

que dormitan bajo su luz, arracimados,

los obligados vientres de la lujuria.

En las áreas de descanso, en los moteles de carretera…

Lo saben, porque también ellos entran

y aspiran el sándalo de los peep chow

donde se exhiben esas niñas desgastadas por el uso.

Por eso la historia de este tiempo

será la historia de la infamia,

que alguien, algún día, escribirá con rotunda mano

sin el dolor que supone

la palabra por fuerza detenida en la garganta,

la palabra muda de ellas ahora,

su dolor de siempre disfrazado.

De “Ángeles de la noche”, LUQUE TAPIA, Manuel

(Doña Mencía, 1962).

Colección de poesía. CXXXI Instituto Leonés de Cultura.

Diputación Provincial de León. 2005.

(págs 35-36).

En Ángeles de la Noche, Manuel Luque no exhorta con un lenguaje tan humano y real que parece manar a borbotones, como caudal espontáneo e inagotable de las profundidades mismas de sus entrañas… Ángeles de la Noche es un poema social y regresivo, como la vida de sus protagonistas, que sin poder evitarlo, se encaminan hacia su propia destrucción.

(Texto extraído de la contraportada del libro).

Gracias Manuel por una poesía tan humana.

lunes, 3 de diciembre de 2007

El crimen del estanco, 1725 (y III)

Al día siguiente de los hechos, la justicia dicta requisitorias para encontrar el asesino y las envía a las ciudades, villas y lugares de los contornos, sin obtener resultado positivo alguno. Las declaraciones continúan y así, puesto que la mujer del estanquero había aludido a lo escuchado por su vecina Isabel Muñoz, hasta su casa se dirige el alcalde y juez ordinario acompañado del escribano. En efecto, estando sentada en compañía de su padre en dichas sus casas y cerrada la puerta de la calle oyó un arcabuzazo como a las ocho y media, y respecto a lo que contó a la mujer del estanquero sólo puede decir que estando en el corral de su casa oyó a Julián de Luna como le decía en el patio vecino a Jesualda de Navas que tenía conveniencia del estanco de tabaco pero que no quería otro sino el de esta villa y que había de vengar su ira. En esto que Jesualda, temiendo que alguien escuchara estas palabras, se asomó a la bardilla, y ya no pudo la pobre de Isabel Muñoz escuchar más cosas. No había, como se puede observar, muchos secretos entre vecinos.

Jesualda ratificó lo escuchado por Isabel desde su patio y confirmó que en la tarde del 1 de abril de 1725, poco más de las cuatro de la tarde, estuvo hablando con Julián en su casa. Éste primeramente le preguntó por sus padres –la madre estaba en la iglesia y el padre en Torredojimeno- y después le comentó que el estanquero le había enviado a su casa a una muchacha por un frasco de pólvora. Añadió que estaba disgustado por la ruindad que había ejecutado con él y que en otras partes tenía conveniencia de seis reales y medio todos los días y no lo quería porque había de ser estanquero en esta villa dentro de diez días por bien o por mal o no había de gozar el estanco uno ni otro y dicho esto se despidió.

Otro vecino, Pedro de Porras, señaló que estaba sentado al fuego con su mujer y no hizo mucho caso al oír el disparo por haber tirado otros en otras ocasiones y a poco rato que no se podían rezar dos credos oyó asimismo una mujer en dicha calle dando gritos dijo ¡hijo de mi alma que me lo han muerto! Y en dicha habla conoció ser la tía Luna madre de Julián de Luna. Sólo sabe, añade, que Manuel y Julián estaban enojados y que una vez ocurrido el hecho vulgarmente toda la gente que acudió decían lo había hecho don Manuel Fernández y esto se decía públicamente.

Julián de Luna vivía con su esposa y con su madre, la tía Luna como era conocida en el pueblo, y a las dos también se les tomó declaración. La esposa de Julián, María Concepción, afirmaría que aquella noche habiendo cenado los tres, su marido, como era habitual, tomó su espada y salió a la calle. Al poco rato oyó un arcabuzazo y, temiéndose lo peor, le dijo a la muchacha que servía en su casa que saliese corriendo y mirase qué disparo era el que se había tirado y luego al punto volvió la muchacha diciendo ¡Mariquita a Julianico han matado! Ella no observó que su marido tuviese o sacase pistolas aquella noche y sólo oyó decir que estaba quejoso del don Manuel por que le había echado del estanco sabiendo lo que había hecho por él y que hasta que le quitase dicho estanco no había de parar. María de los Santos Luna, la tía Luna, madre de Julián afirmó que su hijo, después de haber cenado, se levantó, tomó su espada y la besó. Ella le preguntó a Julián que adónde iba y él le respondería que iba a andar un rato, para que no se le olvidara. Tras escuchar el disparo salió a la calle y cuando oyó a la muchacha dar gritos, la tía Luna aceleró el paso y se fue a la plaza del Llanete donde halló a su hijo muerto y a sus gritos acudió mucha gente. Ella no sabe si su hijo llevaba aquella noche las pistolas que se le encontraron además de la espada. Más tarde el herrero y cerrajero del pueblo, Alonso de Rojas, hará, por orden de la justicia, un reconocimiento oficial de las armas que portaba Julián en la noche de autos describiéndolas de esta forma: las dos pistolas eran pequeñas e iguales de menos de cuarta de largo.., estaban corrientes para poderlas disparar y cargadas teniendo sus pedernales prevenidos donde les corresponde y habiendo con una baqueta y sacatrapos descargado dichas pistolas la una tenía una bala y siete postas y la otra una bala y cuatro postas y ambas su pólvora con que también estaban cebadas. Y respecto al puñal se reconoció ser de cuatro esquinas delgado bien atilado con su horquilla en el cabo y su botón para el descanso de la mano y la cuchilla o barra esquinada de dicho puñal es de largo del grueso de ocho dedos.

Al día siguiente se dicta auto de prisión contra el estanquero homicida al que se le describe como pequeño de cuerpo delgado, la cara rubia y el cabello cortado, algo calvo y algo pecoso en la cara con unas cicatrices o señales en el pescuezo como de lamparones. Pero en estanquero no aparecería por ningún sitio una vez examinadas las partes públicas y secretas, los mesones y las bodegas de las villas del contorno.

Pero las autoridades provinciales no iban a actuar como meros convidados de piedra en este asunto. Con fecha cuatro de abril, el Corregidor de Córdoba y Superintendente General de Rentas Reales, don Francisco Bastardo de Cisneros y Mondragón, envía un despacho al alcalde y juez ordinario de Doña Mencía instándole a que se inhiba en el caso y no ponga obstáculos a la justicia. Para ello nombra a don Mathias de Salbes Vizcaíno, Visitador General de la Renta de tabaco, como único juez ordinario. En dicho despacho se ofrece una versión distinta de los hechos, más favorable al estanquero de Doña Mencía, y se apunta que Julián de Luna y el testigo Miguel de Vera estaban esperando a don Manuel y que hubo un forcejeo entre ellos del que también salió herido el estanquero que iría a refugiarse al Convento de San Pablo de Córdoba, donde se encuentra en estos momentos.

Don Diego Alfonso Valera no acepta que la jurisdicción del asunto deba pasar al Visitador de la renta de tabaco y tras consultarlo con su asesor jurídico declara que él es el competente en el caso, lo que es ratificado por la suprema instancia judicial de Andalucía, la Real Chancillería de Granada. Sucesivos autos de prisión –el último tiene fecha de cinco de mayo- se pregonan en la plaza del Pradillo y en las de los pueblos vecinos. Muchos mencianos estarían expectantes por ver subir la cuesta del Brillante al estanquero y maestro escuela del pueblo para entregarse a la justicia, pero no sabemos si esto llegó a suceder o don Manuel huyó para siempre a otras tierras, quedando el crimen del Estanco, como tantos otros, impune para siempre.

La muerte de Julián, el hijo de la tía Luna, rompió la rutina de un pueblo de poco más de dos mil habitantes y del que se ofrecerían múltiples versiones. Seguramente los forasteros que vinieran al pueblo por las fiestas de San Pedro Mártir estarían deseosos de saber lo que realmente ocurrió y en la próxima viajá a la Campiña, los jornaleros mencianos seguirían añadiendo detalles, reales o inventados los más, al crimen del Estanco.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Y la televisión ya llegó

En recuerdo de las tardes pasadas en La Galga o en El Viruta -¿quién se acuerda de aquellos bares llenos a rebosar en las tardes de toros?- a mediados de los años sesenta cuando nos llegó la televisión, aunque las imágenes que vemos estás sacadas de El Bermejino. Gracias Pepe Caballero por tus fotos. Una parte de ellas seguro que son tuyas.

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Los domingos de noviembre, 2007

Vivir en Córdoba todavía es disfrutar de una ciudad apacible, tranquila y cercana. Pocas ciudades de España reúnen tantos atractivos. No nací aquí, así que no tengo por qué echarle tantos piropos. Vivir en ella, para un amante del pasado, es un valor añadido. Córdoba sólo tiene un defecto: durante tres meses te obliga a huir de ella. Es bueno. No conviene sentirse tan atado a ella. Y hay una estación que es la más hermosa: el otoño. Ahí van algunas imágenes de los muchos atractivos que tiene.

El primero es un conjunto de imágenes tomadas en el Botánico en una mañana de domingo con su mercado de flores en la plaza central. Disfrutar con su colorido y pasear por el Botánico no se paga con nada. La entrada, además, es gratis.

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Y ahora viene el deporte. Imágenes de la media maratón del 25 de noviembre. Aquí podéis consultar el listado completo desde el primero (ECHCHADLI MY TAHAR -1 hora, 5 minutos y 19 segundos) hasta el último –el 1410- que figura en el listado. Aunque hubo muchos más. Un aplauso a todos los que llegaron y también a todos los que lo intentaron.

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Y después de la media maratón nos vamos al Palacio de Congresos –frente a la Mezquita- a charlar con Pepe y ver su exposición de cerámica popular andaluza. ¡Menuda colección! Hay cacharros de Granada, de Úbeda, Lucena, La Rambla, etc.

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Y un pequeño toque final. Algunas imágenes de los arrabales y necrópolis de Poniente que han salido a la luz debido a la urbanización de esta zona. ¿Cuántos arrabales llegó a tener Córdoba en la segunda mitad del siglo X? Las crónicas hablan de nueve arrabales al Oeste de la ciudad y que la trama urbana llegaba hasta la misma Medina Azahara. Si quieres saber más sobre este tema puedes hacerlo pinchando aquí. En esta dirección, de la Universidad de Córdoba, puedes estar al día de todas las noticias de la arqueología de la ciudad y podrás leer todo lo que quieras sobre las excavaciones que se están llevando a cabo en la zona de Poniente y las protestas de los constructores.

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El crimen del Estanco de 1725 (II)

Toda la gente estaba encerrada en sus casas junto al fuego lamentándose de las lluvias de aquella Semana Santa de 1725 que habían impedido que la procesión de Jesús se luciera como todos los Viernes Santos y un silencio de muerte se extendía por las calles llenas de barro a medida que la noche se apoderaba de Doña Mencía. Nadie, salvo Miguel de Vera, había visto nada sobre el asesinato de Julián de Luna. La mujer del estanquero, Manuela Rosalía de Lara, después de exclamar ¡Jesús! al escuchar el arcabuzazo se asomó a la puerta de la calle y vio ir gente huyendo y un hombre tropezó y la testigo se asustó y se entró en su casa. Después acudió gente y el señor alcalde vio y conoció a Julián de Luna junto a la esquina que decían que estaba muerto. Ella no sabía dónde estaba su marido quien había salido hacía una hora a cobrar el tabaco con su trabuco corto como tiene acostumbrado siempre que sale de noche a la calle por la ocupación que tiene de dicha administración de tabaco. Respecto a la enemistad que existía entre su marido y Julián de Luna, la víctima, sólo puntualiza que siendo como a mediodía llegó al estanco Julián de Luna con un frasco con su cordón para que se lo diera a su marido para que se sirviera de él mientras lo hubiere menester. Después Julián sacó la caja –continua la declaración de Rosalía- y le dio tabaco a la declarante y el motivo que tuvo para llevar el frasco fue porque don Manuel Fernández, su marido, envió esta mañana por él que antes fue suyo y en la ocasión que trajo el frasco la declarante no reconoció enojo en Julián. Ella sólo sabe que una vecina suya, Isabel Muñoz hija de Blas Muñoz, le dijo que Julián había comentado con Jesualda de Navas, hija de Pedro de Navas, que antes que se fuese de Doña Mencía se había de vengar y no dijo de quien.

También se llamó a declarar al matrimonio forastero, Nicolás de Mella y Mariana de Valdivieso, que estaban alojados en casa del estanquero. Él era maestro escuela y tras haber trabajado durante mucho tiempo con su escuela en la ciudad de Andújar y por no poderse mantener si no es con mucho trabajo determinó con su mujer e hijos hacer viaje a la ciudad de Antequera a buscar conveniencia. Nicolás había conocido al estanquero en Córdoba y por este motivo se alojó en su casa. Habían llegado el Jueves santo pero el temporal de lluvias les detuvo en el pueblo. Ninguno de los dos vio nada ni quiso saber nada de lo ocurrido, e incluso ninguno de los dos se asomó a al calle para ver lo que había pasado. Estaban sentados en la cocina junto al fuego cuando oyeron el arcabuzazo –Mariana oyó que alguien gritó después ¡confesión!-, pero como eran forasteros ni uno ni otro procuraron ver ni saber cosa alguna y se estuvieron sentados en el fuego. Sólo la mujer del estanquero, afirmó Nicolás, salió a la calle diciendo si será mi marido y entró asustada. Durante toda la tarde no cesó el ir y venir de gente a comprar tabaco. Cuando sucedió lo referido, declararía Nicolás, el estanquero había salido de la casa como cosa de una hora antes y no vio que llevase armas ni sabe que las tiene.

En un primer embargo de los bienes del estanquero, entre los que estaba una jarrita de Sevilla, se encontró en una esportilla en vellón catorce reales y seis cuartos; en reales de a dos, en que se incluyen dos reales de a cuatro segovianos, veinte y cinco pesos, más tres reales de a ocho segovianos; una maría de a doce reales; en plata de a diez y seis cuartos en que se incluyen tres realillos de a ocho cuartos uno de real y medio y otro real de a dos, cien reales y en el cajón del despacho en vellón quince reales y en realillos de a ocho cuartos siete reales, que, según declararía la mujer del estanquero y maestro de escuela, procedían de la venta del tabaco del mes de marzo. También se embargó el tabaco que había en el estanco dejando en una olla pequeña un poco para el gasto. El resto se encerró en la tercena y el alcalde echó la llave y se la llevó inmediatamente. Después se notificó a Pedro de Porras y a Blas Muñoz para que asistiesen a Manuela en el despacho del tabaco de polvo que se le dejó y otro poco de hoja y que el dinero que produjese dicha venta se echase en el cajón, cuya llave también se había llevado el alcalde.

Días más tarde se hará un segundo embargo, pues no se había registrado el desván de la casa, en el que se encontró en una tinaja un poco de tocino en pedazos, dos jamones dos mantecas, un asador, una media arroba, una olla llena de manteca derretida, cuatro escobas nuevas. El alcalde mandó se sacasen los dos jamones para el costo de despachar las requisitorias y papel necesario para esta causa. Como podemos ver por lo encontrado en el desván, el estanquero era un hombre de posibles con suficientes reservas de carne para alimentar a su familia y hacer frente a los azotes del hambre que amenazaba con tanta frecuencia a gran parte de la sociedad del pasado. También fueron embargados los bienes de Miguel de Vera, retirado en el convento, principal testigo de lo sucedido y que tenía arrendada su casa como escuela de Manuel Fernández. En la misma no se encontró nada especial, excepto dos lienzos de pintura viejos.

sábado, 1 de diciembre de 2007

El crimen del estanco, 1725 (I)


1725 Arcabuzazo contra
Cargado originalmente por agomezperez7
Ocurrió en la plazuela del Llanete, entre las ocho y las nueve de la noche del 1 de abril de 1725, pues ya habían tocado las ánimas, declarará uno de los testigos. El cadáver de Julián de Luna, vecino del pueblo aunque natural del Priego, apareció cubierto de sangre junto a las puertas del estanco de tabaco y pólvora, al pie de la imagen del Cristo de las Penas. Había muerto de un arcabuzazo que le atravesó el corazón, disparado, según todos los indicios, por don Manuel Isidoro Fernández, el estanquero y maestro escuela del pueblo. Junto al cadáver se encontraron dos pistolas cargadas, uno en el cinto y otra debajo del cuerpo, y un puñal.

El alcalde y juez ordinario, don Diego Alfonso Valera Roldán, tan pronto como tuvo conocimiento de los hechos se dirigió, acompañado del escribano, a la plazuela del Llanete donde pudo comprobar que el fallecido era el hijo de la tía Luna. Había muerto al ...parecer de una arcabuzazo que tenía en los pechos próximos de la tetilla izquierda donde había tres agujeros que parecían ser de una bala y de postas... Se ordena la búsqueda del principal sospechoso, el estanquero y maestro escuela don Manuel Fernández, que sus bienes sean embargados y que el cadáver se traslade a su vivienda para que allí lo examine el cirujano de la villa.

Don Manuel Fernández no se había escondido en su casa y, buscado en todas las partes públicas y secretas de la villa, tampoco se refugió en el Convento Parroquial de nuestra Señora de Consolación del pueblo. Hasta allí se había retirado el principal testigo de lo sucedido que no era otro que Miguel de Vera, dueño de la casa donde estaba instalada la escuela de primeras letras que impartía don Manuel Fernández. De ese asunto, declararía a la justicia, quería hablar con don Manuel aquella tarde, de la renta que le abonaba por la clase de primeras letras.

La esposa del estanquero, le dijo que su marido había salido a dar un paseo. Estuve esperando un rato –añadirá Miguel de Vera desde una de las celdas del convento- y saludé a un matrimonio forastero que con un niño en brazos estaban sentado al calor del fuego del hogar. Cuando ya me iba, después de beber un vaso de agua, vi apostado en la esquina del estanco a Julián de Luna, a quien reconocí a pesar de que iba embozado. Pasé junto a él y al emparejar con la imagen del santísimo Cristo de las Penas, que está en medio de la plaza, me hinqué de rodillas para rezar un padrenuestro y un avemaría. En ese momento vi venir desde la plaza del Pradillo a dos hombres: uno de ellos era don Manuel Fernández y al otro no lo reconocí. Al llegar ambos hasta donde estaba Julián de Luna, éste les dijo adiós y don Manuel le correspondió. Seguidamente Julián dijo -Dígame pues para qué ha tenido que enviar por un frasco a mi casa, a lo que don Manuel airado respondió: -¡usted me viene a provocar! Julián hizo un gesto con la mano, al tiempo que decía: -¡Ahora verás pícaro!-. No recuerdo bien lo que sucedió después ya que estaba muy oscuro. Oí un enorme arcabuzazo y pude ver cómo se derrumbaba el cuerpo de Julián a la vez que exclamaba -¡Virgen Santísima de la Cabeza! Don Manuel y su acompañante huyeron por la calle que llaman del Sacramento y yo, aturdido por la desgracia, me vine a refugiar al Convento donde me encuentro hasta que se aclare este asunto.

Miguel de Vera, había sido el único testigo ocular de los hechos. No sabemos si era el miedo a verse implicado directamente en lo sucedido o el que tuviera algo que ver de verdad en la muerte de Julián fue lo que le impulsó a refugiarse en el convento del pueblo. Ninguno de los vecinos a los que se le pidió declaración vieron nada. Solamente oyeron el arcabuzazo, el ruido posterior de la gente y los gritos de la madre que acudió con prontitud a la plazuela.